jueves, 30 de enero de 2025

Desaparece Jesús Anta Roca, activo conocedor de la historia y vida de Valladolid

 


A veces el paseante se siente sobrecogido por la dureza del azar. Invocamos la suerte para todo lo que deseamos que nos beneficie, olvidando que no hay mejor fortuna que una salud bondadosa que nos permita sobrevivir con dignidad. Y un comportamiento honesto y colaborativo entre los componentes de una sociedad cada vez más competitiva.

Hoy me llega la noticia del fallecimiento de Jesús Anta Roca, autor precisamente del libro que cité en la entrada anterior. Un hombre Jesús y un personaje. Su interés por todo lo relacionado con las cuestiones locales, no solo las contemplativas y estéticas sino las prácticas, bien fuera como sindicalista o como político honesto, fue manifiesto y útil en las diversas representaciones que ostentó en tiempos pasados en Ayuntamiento, Diputación o Comisiones Obreras. También en su propia formación política (VTLP) y en las asociaciones vecinales, lo que le permitió siempre palpar la urdimbre de la vida y las necesidades de la gente de los barrios. 

Y más recientemente fue afianzando su faceta de una especie de cronista que, poco a poco pero sin pausa, divulgaba, tanto desde medios periodísticos de la ciudad como desde su propio blog, temas ciudadanos, de historia, de calles, de monumentos. Sus conocimientos le permitieron estrenarse incluso  como guía voluntario de grupos que desearan conocer aspectos de la ciudad. A la par fue publicando diversos trabajos sobre patrimonio del concejo, sobre fuentes de vecindad, sobre pozos y fuentes de la provincia, sobre los pozos de hielo de pueblos de Valladolid o uno bastante reciente también sobre historia y personajes de la ciudad menos conocidos pero no menos interesantes. Los títulos completos se pueden ver en las librerías y puedo asegurar que son todos una aportación valiosa. 

Si existe el amor por la ciudad y por la provincia Jesús Anta pudo testimoniar que él generaba un encuentro sentimental con toda la herencia monumental, del tamaño y valor que fuese, y con los acontecimientos históricos donde se desarrollaron. Agradecido a sus conocimientos y a su siempre generosa bonhomía en el trato invocaré la frase romana actualizada: que la tierra o el éter te sea leve. 












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