martes, 22 de octubre de 2024

La transparencia de una puerta y de lo que hay más allá de una puerta

 



Hay puertas de madera y puertas metálicas. Pueden tener su gracia decorativa muchas de las opacas. Pero pocas exhibir una transparencia como esta del edificio de la calle Miguel Íscar 15 donde la opacidad no existe. Una filigrana de rejería cargada de elementos vegetales simbólicos permite visualizar el zaguán. Inicialmente no tenía cristal, lo cual proyectaría de modo más abierto el acceso. Y he aquí que otra vez se nos manifiestan las hojas de acanto y sus flores, que abundan en tantas fachadas. En la parte superior la rosa exuberante. Los acantos después. Dentro de círculos el brote ondulante de los capullos. Y en la inferior, tras más acanto, el tema recurrente y eterno de la espiral que ya practicaran en sus adornos las civilizaciones clásicas. Para rematar, los festones de la parte más baja se exhiben en la mejor tradición romana, signo siempre de la celebración festiva. Vuelta, pues, a los símbolos, a los que tanto gusto habían cogido los arquitectos y diseñadores del modernismo.

Si me hubiera quedado en el exterior me habría perdido la otra mitad. El zaguán o entrada que conduce a las escaleras. La grata amabilidad de la conserje del edificio me permitió, además de mantener una charla informativa y llana, observar aquel conjunto. Zócalo elevado con mosaico vidriado de dibujo geométrico a lo largo de sus paredes, que se puede considerar como de neta inspiración catalana. Un friso corrido con motivo vegetal sobre todo él. Otra moldura corre por la parte superior generando un entrelazado exuberante de floresta. 





Y aún nuevas sorpresas. Una puerta, hoy haciendo de trampantojo, a cada lado de las paredes laterales cuya entidad decorativa puede advertirse en la imagen. Por último la lámpara art decó, que uno no hubiera imaginado encontrar sana y salva a estas alturas, junto a las puertas interiores que dan acceso a la escalera, donde figura en el vidrio las iniciales PM, de Pedro Mazariego, el promotor. En general tanto la puerta principal como el portal han sido en su momento rescatados del olvido y es un verdadero tesoro encontrar algo tan hermoso. Lástima que la caja de hierro del ascensor histórico esté desparecida. En fotografías antiguas puede contemplarse la suntuaria filigrana de la que se dotó.

Sobre el edificio nos cuenta en su libro de Monumentos Civiles de Valladolid el historiador del Arte Juan José Martín González: "Promovió su edificación don Pedro Mazariegos, según proyecto del arquitecto Antonio Ortiz de Urbina. Los planos están fechados el 4 de abril de 1913. En la memoria se habla de un estilo Renacimiento, y es modernista de la más pura esencia, pues se ha dado prevalencia al hierro". El paseante no pretendía dejarse absorber por todo el edificio en sí sino por el empaque de su puerta y vestíbulo, ante los que no podía permanecer insensible.