lunes, 26 de agosto de 2024

El majestuoso cedro del Líbano de la Plaza de San Pablo y Felipe II

 


¿Luciría Felipe II con el mismo porte de no tener detrás el exuberante cedro del Líbano? Si el poder de aquel monarca de la dinastía de los Austrias fue extenso creo que la efigie que de él se eleva en la Plaza de San Pablo queda empeñecida. La verdadera majestad de la plaza -independientemente de los edificios nobles que se ubican en ella- es esta joya vegetal, alta y frondosa. Dicen los técnicos que su altura se aproxima a los 20 metros y que la anchura de la copa se halla entre los 19-20 metros. 

Basta observarlo para comprobar la simetría proporcionada de su ramaje, con una característica añadida: una de sus largas ramas acaricia el suelo a espaldas de la estatua real, detalle que aún le concede un toque más selvático, si es que el término puede extenderse a un firme pavimentado y duro. ¿Edad del hermoso cedro? Calculan entre 70 y 90 años, pero habría que preguntar a los vallisoletanos de toda la vida que aún vivan si ellos ya lo conocieron de niños o si la plaza estaba entonces pelada. Y sin el podio filipino.  

Una plaza de amplias dimensiones como San Pablo no transmite competencias. Solo coloca edificios puntuales y suntuosos de tiempos diversos de la historia. En ella conviven edificios históricos como la iglesia monumental o el Palacio Real del tiempo en que Valladolid fue Corte de España con Felipe IV, y hoy dependencias de la VII Región Militar, o el Palacio de Pimentel en otra esquina, que alberga la sede de la Diputación actual. Y algunos otros más modernos como el Instituto de Enseñanza José Zorrilla o el cerrado colegio de El Salvador, donde se supone que alguna vez se levantará lo nuevo de la llamada Ciudad de la Justicia.



La escultura de Felipe II, revestido de todos sus atributos imperiales, es moderna, pero inspirada en una ya clásica. Obra realizada en 1964 por un escultor bastante historicista, Federico Coullaut Valera, toma como referencia la estatua de Felipe II que Leone Leoni y Pompeo Leoni hicieran en bronce a mediados del siglo XVI, y que se conserva en El Prado. Anteriormente a la de Valladolid Coullaut había hecho otra escultura del mismo personaje y de la misma guisa para ser expuesta en lugar público en Madrid.

La prestancia de un Felipe II con armadura a la romana y alternando motivos decorativos católicos y paganos, reproduce lo más fidedignamente que puede la estatua original de los Leoni. Trata de exaltar así su condición imperial frente al edificio donde nació en 1527, el palacio conocido de Pimentel porque su propietario, cuando nació allí el hijo de Carlos V, era el noble y militar Rodrigo Alonso Pimentel.   

En el libro Escultura pública en la ciudad de Valladolid, de Cano de Gardoqui, Sáenz Salceda y Salado Barrera se dice sobre la estatua de Felipe II:

"Es esta similar a la madrileña, a su vez reproducción en bronce a doble tamaño, como se dijo, del original de los Leoni. Pero a pesar de las lógicas similitudes formales de las reproducciones respecto al original, aquellas carecen de la finura y virtuosismo propios del hacer de los milaneses. En efecto, la estatua vallisoletana es un pálido reflejo de la del Museo del Prado, magnífica pieza encargada por María de Hungría, hermana del Emperador Carlos V, a Leone Leoni, que representa al por entonces joven principe con la iconografía propia del retrato de estado, construcción ideológica de la majestad y el poder propia del momento tendente a la creación de una imagen idealizada y mítica del efigiado, generalmente mediante alusiones a gestos, objetos e indumentaria, a la antigüedad clásica ascendente fundamental de la idea imperial".

Pero, en fin, que el árbol no nos impida ver el bosque, que en esta plaza es a la inversa. El bosque es el cedro y el rey vallisoletano es un recordatorio.




Porque el cedro es un árbol mencionado en las narraciones ancestrales y cantado en los poemas más antiguos. En la Epopeya de Gilgamesh, texto mesopotámico de hace cinco mil años, se cuenta que los protagonistas Gilgamesh y Enkidu "...cuando llegaron al Éufrates, en su orilla le ofrecieron sacrificios (al dios Shamash) Y desde allí al sexto día llegaron a la Montaña. Llegaron pues a la Montaña, y (en esta) Montaña aparecieron los Cedros. Y Huwawa les vio desde arriba (y dijo): Los lugares de residencia de los dioses. ¡Pero de los Cedros se apoderaron!"


Y en el bíblico Libro de Ezequiel, por ejemplo:

"«He aquí que Asur era un cedro del Líbano,
de hermosas ramas, frondoso ramaje y gran altura,
Su copa llegaba hasta las nubes.
Las aguas lo hicieron crecer, lo encumbró el abismo,
Sus ríos corrían alrededor de su pie,
Y a todos los árboles del campo enviaba sus corrientes.
Por tanto, se encumbró su altura sobre todos los demás árboles,
Y se multiplicaron sus ramas, y se extendió el ramaje;
a causa de las muchas aguas.
En sus ramas hacían nido todas las aves del cielo,
Debajo de su ramaje parían todas las bestias del campo,
Y a su sombra habitaban muchas naciones.
Se hizo, pues, hermoso en su grandeza con la extensión de sus ramas,
Porque su raíz estaba junto a aguas abundantes"..









Iglesia de San Pablo


Palacio Real durante la época de Valladolid como corte de Felipe IV

 
Ventana del Palacio de Pimentel

Palacio de Pimentel


Leones ante la portada de la iglesia de San Pablo