jueves, 27 de marzo de 2025

Danzando para las nubes, no solo para la luna



Terpsícore, la que ama la danza, es la musa que ya Hesíodo nombraba en su obra Trabajos y días. Si la musa viera la escultura Danzando para la luna que la artista Ana Hernando creó y está situada en la Avenida de Segovia, no se sentiría disgustada. Al contrario. seguramente gustaría de contemplarse así, libre de aderezos, sin la corona de plumas de colores, sin la cítara, sin la intención de seducir al dios-río Aqueloo. Con una desnudez que presta más atención a las formas y sobre todo al movimiento, que al detalle de facciones, por ejemplo. Pero ¿solo está danzando para la luna? Un título muy poético que, sin embargo, en días de finales de invierno y de la recién estrenada primavera habría también que convertir en una evocación hacia esos cielos que han traído gustosa lluvia para la tierra. Pero, sobre todo, a esta representación de movimiento grácil y sutil le gustaría verse más como mujer que como musa. 

Y es esa disposición de sus brazos, buscando trazar una posición lunar, lo que consigue un simbolismo femenino y creativo. El canto a la luna lo es también a los sueños, a los deseos, a la creatividad artística. ¿Y por qué no también a la integración superior de la mujer en la historia, que jamás antes se había alcanzado, al menos en Occidente? En ese sentido la escultora no ha buscado el detalle que sitúe a la mujer en un rol o en un arquetipo, y el tono poético habla por sí solo y el movimiento es el verdadero cuerpo de la escultura.
 



Y es que la escultura lleva un subtítulo: Homenaje a la mujer contemporánea. Su ubicación está a la salida del túnel viejo de peatones, aún en uso, que ha comunicado desde hace más de siete decadas el centro con el barrio de las Delicias, y viceversa. Más en concreto de la calle Labradores a la Avenida Segovia.  Elevada sobre un pedestal a la altura de la calle Mallorca, es sin duda una escultura que ha gozado en sus 25 años de existencia de numeroso tránsito cotidiano de vecinos. Hoy, con el nuevo paso de la integración ferroviaria este tránsito puede mermar algo, pero no creo que la escultura pierda por ello. Habrá quien objete que no debería haberse situado junto al borde del túnel de vehículos. No veo por qué tendría que estar mal. Esa confluencia permite tener telón de fondo abierto. Su valor añadido es precisamente la contemplación casi inevitable por los peatones, aunque no se paren.