lunes, 29 de abril de 2024

Lo que busca la abeja, de Víctor Herrero de Miguel, en la Fundación Segundo y Santiago Montes

 


Viernes 3 de mayo de 2024, 20:00. 

En la Fundación Segundo y Santiago Montes presentación del libro de poemas Lo que busca la abeja, de Víctor Herrero de Miguel. Presentación de Gustavo Martín Garzo. 




"A los veinte años hice voto de pobreza, 
Me corté el cabello 
Y me fui muy cerca de los pájaros. 
Muchas cosas han pasado desde entonces. 
Lo esencial 
–lo que cabe en un poema– 
Podría formularse así: 
Nada he hecho mejor que dormir 
Desnudo y confiado". 


 Víctor Herrero (Salamanca, 1980), es fraile franciscano y profesor de literatura bíblica. Con Lo que busca la abeja ganó el premio de poesía Ciudad de Salamanca en 2023. 

«De escritura límpida y luminosa, y profundamente musical, todo el libro está dominado por una verdad muy honda, por una conciencia del resplandor desapercibido del instante, del aquí y el ahora. (…)

Cruzado por la Luz, simbólica y real, en el libro se hacen presentes y se anudan, como cauces sinestésicos, todos los sentidos, pero, especialmente, la caricia, que se posa sobre la materia restaurando en ella la combustión llameante que la hace ser, desde la roca hasta el pan, convertidos en signos de hermanamiento con todo lo que existe. O la mano, que se acerca a una llaga y la vuelve vida, y que iguala en armonía un cuerpo a un poema. O la piel –propia o ajena– que protege del frío del invierno que se acerca, y que contiene sobre ella la ortografía del deseo, esa piel amada que se vuelve cristal, tiritando ante la luz tras la muerte.» 

Asunción Escribano.




* Información remitida por la Fundación Segundo y Santiago Montes. / Fotografía y vídeo tomados de la página de la Editorial Reino de Cordelia.



sábado, 20 de abril de 2024

Las ecuaciones de Miguel Isla en el Palacio de Pimentel.

 


A veces uno piensa si cuando ve una obra de arte -una escultura, un cuadro, un edificio, un utensilio doméstico- no estaremos viendo realmente al autor. De hecho nos despistamos y tendemos a buscar la fotografía actual o el grabado antiguo para ver el rostro de un artista. Pero aquel rostro, ¿qué nos dice del hombre que crea? Probablemente nada. Pero si nos entregamos a la contemplación de lo que el artista ha generado con su capacidad lo vemos todo, casi todo, sobre él. El arte es principalmente la plasmación de la capacidad humana para representar de mil maneras lo existente ante los ojos o lo imaginado, que también es existencia. Y tras ese uso de la capacidad podemos aproximarnos a la personalidad del autor, a lo que llamarían algunos su alma. Su íntimo mundo de emociones, sentimientos, visiones de la naturaleza y de la vida.

En la escultura hay un intento de ocupar el espacio. Pero un espacio se ocupa cuando se desnuda. La piedra abigarrada o la madera virgen se ocupan a sí mismos en la naturaleza, sin necesidad de la mano humana. Pero cuando se extraen los materiales para configurar una representación que interesa al artífice se opera la metamorfosis. Y la naturaleza cede el testigo de su nobleza a la intención del cincelador. En el caso de un escultor como Miguel Isla ocupar un espacio es ante todo vaciarlo. O, mejor dicho, relacionarlo con el vacío que está ahí siempre evitando que el volumen opaque el significado. Y así las masas originarias se transforman a través de las curvas, de lo cóncavo y lo convexo, de las distancias entre planos y líneas que se armonizan, dando paso a las expresiones de la naturaleza liberada. 



La exposición de esculturas de Miguel Isla en el Palacio Pimentel, donde predomina el metal, es titulada por el catálogo como Las ecuaciones de la incertidumbre, en proceso. Ignoro el sentido que el escultor da a esas ecuaciones. ¿Son ecuaciones matemáticas, astronómicas, químicas o se resumen en una metáfora? ¿Todo se concentra en lo incierto de las incógnitas que se esconden a medida que se realiza una obra abstracta, sin prever con claridad el resultado final? ¿Se trata del esfuerzo por hallar un camino entre el espacio y el tiempo? Tal vez los lienzos que ha traído hasta aquí el artista formen parte de las ecuaciones que interrogan.

Decía Eduardo Chillida: "Creo que nadie sabe todavía lo que es el espacio y el tiempo. Algo tan misterioso que no ocupa lugar, que es como un punto que se moviera, un punto sin dimensión que sería el presente y se moviera, pero sin tener dimensión y sin crear ninguna cosa a la que podamos tener acceso". No sé si Miguel Isla va por esa dirección o simplemente me da a mí por imaginarla. En cualquier caso son percepciones mías al contemplar esta pequeña muestra del tesoro expuesto.