sábado, 3 de agosto de 2024

Por la cañada, camino de los pastos frescos, los rebaños y los pastores van

 


El ganado lanar, fueran ovejas merinas, churras u ojaladas, ha estado históricamente vinculado a toda Castilla y a Valladolid. Sabido es que dos veces al año los monumentales rebaños tenían que desplazarse a lo largo de largas distancias. Primero hacia el invierno desde zonas del Norte para alcanzar un clima más cálido en las Extremaduras. Y otro viaje de retorno en la proximidad del verano desde esas zonas sureñas hacia el frescor del Norte. Millones de cabezas de ovino se han desplazado año tras año y siglo tras siglo

Los desplazamientos se hacían a lo largo de unas rutas específicas, reguladas, ordenadas y protegidas por decreto real desde el siglo XIII. Las llamadas Cañadas reales o cañadas merineras, que tomaban el nombre de la variedad merina de la oveja. Se reconoce la existencia de ocho cañadas reales en toda España. Una de ella, la leonesa oriental, transcurría a través de Valladolid. Pues bien he ahí que bajando desde los Torozos a Valladolid, la cañada enfilaba en dirección sur hacia Puente Duero, hoy uno de los barrios más extremos de Valladolid.




Por donde se encuentra ahora el centro comercial Vallsur, y paralelo al Camino Viejo de Simancas, emergió poco a poco un barrio de casas molineras en la primera mitad del siglo XX. Trabajadores que ocupaban espacios y levantaban ellos mismos casas molineras a la vera de la antigua cañada. Debido al lugar se fue conociendo esta agrupación de casas como barrio de Cañada de Puente Duero, que en las últimas décadas se han ido renovando sus edificaciones o bien levantado otras nuevas. 

Es en ese punto frente al centro comercial y ya enfilada la calle que toma el nombre del barrio, donde una especie de isla arbolada y floreada acoge la escultura de Miguel Escalona (1945-2002) dedicada a La Mesta. En chapa de hierro oxidado se representa un rebaño -24 ovejas- seguido por dos perros y el pastor, toda una imagen perfecta y visual de uno de las actividades más importantes que proporcionaron auge de comercio en siglos pasados en base a la exportación de lana a Europa. 

Enmarcada esta hilera en un espacio verde y con piedras plasmando la naturaleza del campo, el rebaño se erige sobre peana y el pastor, erguido sobre un podio superior, señala a su vez la dirección de la antigua cañada merinera. Considero este conjunto un monumento de homenaje a un oficio del pasado, al pastoreo y al reconocimiento del ganado ovino que tantos beneficios ha proporcionado toda la vida a las gentes y al país.




Haciendo un poco de historia, aunque en internet uno puede ampliar información, hay que decir que ya desde el último tercio del siglo XIII se fue generando una hermandad de ganaderos y pastores que se llamó Real sociedad de ganaderos de la Mesta, según privilegio concedido por Alfonso X el Sabio. La RAE define mesta como agregado o reunión de los dueños de ganados mayores y menores, que cuidaban de su crianza y pasto, y vendían para el común abastecimiento. Escuetamente la RAE explica todo un proceso tanto económico como social, animal y humano. Las reuniones que mantenían cada año ganaderos y pastores para tratar sus negocios y regular el funcionamiento y gobierno se denominaba Concejo de la Mesta.





En un capítulo del Quijote la presencia de los rebaños suscita una de las aventuras del ingenioso hidalgo, que no distinguía entre realidad y ficción (o entendía la primera de otro modo) Así se narra la aparición de los rebaños, probablemente en un episodio de transhumancia que Don Quijote interpretó según su magín:

"En estos coloquios iban don Quijote y su escudero, cuando vio don Quijote que por el camino que iban venía hacia ellos una grande y espesa polvareda; y, en viéndola, se volvió a Sancho y le dijo: 

 —Este es el día, ¡oh Sancho!, en el cual se ha de ver el bien que me tiene guardado mi suerte; este es el día, digo, en que se ha de mostrar, tanto como en otro alguno, el valor de mi brazo, y en el que tengo de hacer obras que queden escritas en el libro de la fama por todos los venideros siglos. ¿Ves aquella polvareda que allí se levanta, Sancho? Pues toda es cuajada de un copiosísimo ejército que de diversas e innumerables gentes por allí viene marchando. 

 —A esa cuenta, dos deben de ser —dijo Sancho—, porque desta parte contraria se levanta asimesmo otra semejante polvareda. 

Volvió a mirarlo don Quijote y vio que así era la verdad y, alegrándose sobremanera, pensó sin duda alguna que eran dos ejércitos que venían a embestirse y a encontrarse en mitad de aquella espaciosa llanura. Porque tenía a todas horas y momentos llena la fantasía de aquellas batallas, encantamentos, sucesos, desatinos, amores, desafíos, que en los libros de caballerías se cuentan, y todo cuanto hablaba, pensaba o hacía era encaminado a cosas semejantes. Y la polvareda que había visto la levantaban dos grandes manadas de ovejas y carneros que por aquel mesmo camino de dos diferentes partes venían, las cuales, con el polvo, no se echaron de ver hasta que llegaron cerca." 

(Capítulo XVIII de Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes)











El cancionero español recoge una canción que a la vez es un himno, sobre la labor de la transhumancia que a su vez era una hazaña:


"Ya se van los pastores
a la Extremadura
ya se queda la sierra
triste y oscura.
Ya se van los pastores
hacia la majada
ya se queda la sierra
triste y callada.
Ya se van los pastores
ya se van marchando
más de cuatro zagalas
quedan llorando."

El etnógrafo, folklorista y cantante Joaquín Díaz puso siempre una voz entrañable a aquella vieja balada. Al final de la entrada van dos enlaces sobre la emotiva Ya se van los pastores...