martes, 1 de octubre de 2024

Esas hojas de acanto vecinas de parque y de fachadas

 


Son vecinas de dos reinos, aunque provengan del mismo. Una de la naturaleza física y viva en forma de jardín. Está en el Campo Grande. Otra convertida en ornamento de fachada arquitectónica. Mora en la Acera de Recoletos, bien en la Casa Mantilla o en la Casa del Príncipe, dos edificios de gran empaque tanto constructivo como decorativo. Prácticamente se miran. Se diría que ambas, la vegetal y la ornamental, conversan y cuchillean amablemente por su proximidad.

Si el acanto fue primero una ninfa a la que transformó Apolo en planta es cosa del mito. Uno ni entra ni sale en las correrías que se traían dioses y mortales según la mitología griega. Si el mito se trasladó luego a capiteles de la arquitectura del mundo clásico, por ejemplo en el orden corintio, ya es una conversión al simbolismo. Los estudiosos del simbolismo Jean Chevalier y Alain Gheerbrant dicen a propósito: "La hoja de acanto orna los capiteles corintios, los carros funerarios, la vestimenta de los grandes hombres, porque los arquitectos, los difuntos, los héroes han triunfado sobre las dificultades de su labor". Es decir, que la hoja de acanto contendría, debido a sus pinchos, el significado de dificultad  que es superada y se exhibe como un triunfo en las artes decorativas. La hoja de acanto se ha multiplicado por doquier en cualquier época y estilo constructivo, y ante los ojos se nos brinda esta propuesta: es la contemplación de la obra bien hecha, parece decírsenos.

Las que aquí advertimos, en esas fachadas de edificios burgueses de finales del siglo XIX y principios del XX, ora más ampulosas ora más estilizadas, parecen exaltar y cerrar para la mirada del paseante el esfuerzo de unos arquitectos que ejecutaron su obra bien con un criterio historicista de resabio francés (la Casa Mantilla) o bien influídos por un modernismo que algunos críticos tacharon de inseguro (la Casa del Príncipe)

Aunque algunos no lo crean unas y otras hojas de acanto, las vegetales y las ornamentales, se celebran mutuamente.

















Y en esta última fotografía vemos el acanto sobre uno de los ventanales de la fachada del Ayuntamiento.


Presentación del libro Vaivén, de Luis Marigómez, en la Fundación Segundo y Santiago Montes

 



La Fundación Segundo y Santiago Montes me pasa la siguiente información.

Viernes 4 de octubre de 2024 
Presentación de Vaivén 
Con su autor, Luis Marigómez, estará Gustavo Martín Garzo 


 A lo largo de los más de cuarenta años en que se ha ido gestando la obra escrita de Luis Marigómez, hay distintas maneras que se han entrelazado, sin que ninguna de ellas fuera dominante. Además de poesía y novela, el relato corto, con sus limitaciones de espacio y sus oportunidades formales ha sido quizá el terreno en el que ha manejado una mayor variedad de recursos. 

Vaivén abarca tres apartados distintos, con piezas separadas por muchos años en su composición. Los cuentos de Baches, expresionistas, punzantes, llenos de rabia, a menudo con un humor áspero, hablan de personajes extremos en situaciones límite. Señorita es una novella en cinco capítulos, cada uno con una voz distinta. Aquí prima el melodrama. El autor entendió sus partes durante un tiempo como boleros. Vaguada entra en un terreno nuevo, relacionado con lo autobiográfico y con unos modos más abiertos, en los que la tensión dramática se mitiga, aparecen otros intereses, y surge una serenidad que acoge los distintos aconteceres que salen al paso a lo largo de una vida. 

El conjunto abre un abanico de sucesos singulares, dentro de su normalidad, con dolores y ansias reales o imaginarios, en circunstancias muy diversas, con seres siempre dispuestos a enfrentarse a los desafíos que les amenazan o les tienta.