lunes, 20 de mayo de 2024

Negras y blancas: entre escolares anda el juego y una novela de Zweig

 


Entre blancas y negras, o negras y blancas, que tanto monta, etcétera, anduvo el juego entre escolares este último sábado. Y allí el tablero gigante,con sus piezas elaboradas con neumáticos reciclados, según cuentan. Tuvo lugar en la Plaza de Portugalete. Cuando me vi ante las piezas monumentales pensé: ¿cojo las blancas o las negras? ¿O me desdoblo y juego desde una y otra banda? 

Entonces me vino a la cabeza algo que narra Stefan Zweig en su Novela de ajedrez. Lo he buscado, y dice un personaje:

"Yo no sé si usted se habrá parado alguna vez a pensar en la disposición mental con que se aborda este juego de juegos. Por poco que haya pensado usted en ello habrá comprobado, sin embargo, que en el ajedrez, al ser un puro juego del pensamiento desligado por completo del azar, es lógicamente un absurdo querer jugar contra uno mismo. Al fin y al cabo, el único encanto del ajedrez reside precisamente en el despliegue diferente de una estrategia en dos cerebros, en el hecho de que no sepan las negras cuál será la maniobra correspondiente de las blancas en esta guerra del intelecto, en tener que adivinarlo e interponerse, y para las blancas, en adelantarse en las secretas intenciones de las negras y contrarrestarlas. Si una misma persona juega con las blancas y con las negras, se produce entonces una situación incongruente, en donde un mismo cerebro ha de saber y al mismo tiempo no saber, ha de ser capaz de olvidar completamente cuando juega con las negras lo que quería y pretendía cinco minutos antes cuando jugaba con las blancas. Un doble pensamiento como este presupone en realidad una escisión absoluta de la consciencia, una capacidad de enfocar y desenfocar el cerebro como si fuese un aparato mecánico; querer jugar contra uno mismo representa en definitiva una paradoja tan grande en ajedrez como querer saltar sobre la propia sombra".

Y sin embargo, pensé, más allá de la novela de Zweig, que sabía mucho de la ida y de ajedrez, hay jugadores únicos, pero desdoblados, que juegan contra su contrincante interior. Pero yo estaba de paso en Portugalete y admiraba el empeño de los chicos para clasificar a un ganador que competiría otro día en un marco de juego regional.