domingo, 1 de junio de 2025

Imprescindible y hondo Eduardo Chillida en el Palacio de Villena

 



"Ocupar un lugar y no tener medida:
¿no será esto el espacio?"


Esta frase verso se me había quedado en la mente de una lectura de los escritos de Eduardo Chillida, lectura que practico con cierta recurrencia porque esos escritos están cargados no solo de pensamientos sino sobre todo de sugerencias, comprobaciones que cuestionaba y dudas. Es decir justo lo que un hombre creador debe sentir cuando hace. Para mí Chillida no es tanto entender como sentir. El arte es subjetivo para el que lo practica, pero aún mucho más subjetivo para el receptor. Naturalmente a uno le interesa saber en la medida de lo posible lo que quería decir el escultor pero me siento más afectado por lo que percibo. Sensaciones, intuiciones, vuelos que echan el pulso con la racionalidad al uso de otros estilos y géneros de hacer arte. Pero esas percepciones mías son también, o sobre todo, entendimiento. Como recuerda Victoria Cirlot en un artículo Chillida solía repetir aquello de trabajar hacia adentro, sabiendo como sabía que una obra está dirigida primero hacia el interior del que la desarrolla. Si un artista como Chillida tenía claro este principio, ¿cómo no lo va a tener un simple diletante como yo, que busca interiorizar las obras que le dicen y le significan? Ante la obra de Chillida no me pido respuesta a la pregunta lineal de: ¿qué quiere decir cuando da un nombre determinado a tal escultura? Y no por ello soy menos curioso ni dejo de buscar el placer o el desasosiego que me pueda aportar.

 



Pues bien, estos devaneos míos vienen a cuento de que esta semana última se ha inaugurado una exposición en el Palacio de Villena de cincuenta y tantos trabajos de diversa entidad, tamaño y material realizados por Eduardo Chillida. Bajo la denominación expositiva de Chillida. Mística y materia, se han repartido las obras por las espléndidas salas del Palacio de Villena, edificio que se encuentra frente al Museo Nacional de Escultura, del que depende. Para enfocar la obra a ese vínculo espiritual y místico se han colocado varias obras de la imaginería religiosa del fondo del Museo de esculturas del gótico brabanzón, del gótico germánico, de Juan de Juni, de González Velázquez, de Felipe Bigarny, de Pedro de Mena, de Gregorio Fernández y hasta un bodegón de Luis Meléndez. Ciertamente esta obra de acompañamiento es escasa y no me parece mal porque la obra de Chillida, tan numerosa como impactante en estas salas  ya lo llena todo.





Hay tres obras de considerable tamaño que se encuentran en terreno del Museo de Escultura, mientras el resto del conjunto expuesto, el mayoritario, está en el Villena. En el zaguán el Peine del viento XVII, en el patio porticado el Locmariaquer IX y en el jardín Lo profundo es el aire XVII. Lo cito para que no se le pase al visitante que vaya directo al Villena.

Eduardo Chillida en sus Escritos:

"Yo me paso la vida buscando en mi estudio -mi lugar favorito- para intentar aproximarme a lo que desconozco. Ahí me he dado cuenta de que existe el tiempo en mi escultura. Existe en una versión que no es la versión temporal corriente. Es la de un hermano del tiempo: el espacio. El espacio es un hermano gemelo del tiempo. Son dos conceptos absolutamente paralelos y similares. Y como yo estoy muy condicionado por el espacio, he estado siempre muy interesado por el tiempo. De hecho, mi tiempo es muy lento; pero ese tiempo es el del reloj, que es el que a mí no me interesa. Me interesa el tiempo que es armonía, es ritmo, son medidas".





Otro texto del escultor que hace reflexionar:

"No creo demasiado en la experiencia. Pienso que es conservadora. Yo creo en la percepción, que es otra cosa. Es más arriesgada y más progresista. He llegado a darme cuenta de que pierdo fuerza conforme pasan los años. Un día, pensando en estas ideas, me di cuenta de que había una cosa en la que yo seguía mejorando con la edad: la percepción. Percibo mejor. Incluso mis ojos ven mejor, siendo peores que cuando tenía treinta años. Eso es muy positivo y gratificante. Hay algo que todavía quiere ir hacia arriba y quiere crecer. Además, creo que eso es lo que hace percibir, y el percibir actúa directamente en el presente, pero con un pie puesto en el futuro. La experiencia, en cambio, hace lo contrario: estás en el presente, pero con el pie puesto en el pasado. Es decir, prefiero la postura de la percepción. Todo mi trabajo es hijo de la pregunta. Soy un especialista en preguntas. Algunas son respuestas".

Imprescindible se hace en estos tiempos seguir visualizando la obra del escultor Eduardo Chillida. Una oportunidad que nos brinda la dirección del Museo Nacional de Escultura y la Fundación Eduardo Chillida/Pilar Belzunce. La exposición estará abierta hasta el 14 de septiembre. Es un lujo que frente al mismo Palacio de Villena tengamos permanentemente a pie de calle su obra Lo profundo es el aire. Homenaje a Jorge Guillén. 




















































* Los textos de Chillida los reproduzco del precioso libro titulado Escritos que La Fábrica Editorial publicó en 2005.