Nadie como el paseante asiduo sabe que una ciudad tiene múltiples rostros y que no todos son bellos. Pasar junto al viaducto de Arco de Ladrillo causa cierto desasosiego. Esa mole alargada, con unos pilares de cemento desgastados y enormes, levantada hace décadas para salvar la línea del ferrocarril obliga a apresurar la marcha cuando no mirar para otro lado. De ahí que uno se fije en algún elemento que rompa la tosquedad abrumadora del puente.
Disfrútese, por lo tanto, del fondo marino imaginado mientras dure la obra de El Escorial, que es como llama la vecindad a la reparación larga del scalextric del Arco de Ladrillo. Una obra de reforzamiento de este paso elevado discutida y polémica, pues los que la objetan dicen que lo sensato y de algún modo previsto era un paso subterráneo que eliminara la vial en altura. Este obsoleto sistema, dicen, no se lleva prácticamente ya en ningún lado. Pues eso, gocen con la mirada del paisaje acuático que embellece el deteriorado cemento, antes de que el mural se borre del todo o sea eliminado, porque nunca se sabe.
En los últimos años los pilares y techos del viaducto fueron ilustrados con murales diversos que se han ido deteriorando. Este me parece especialmente imaginativo. Si sales desde el paso peatonal subterráneo que une la calle de Puente Colgante con Paseo del Arco de Ladrillo, dirección Carretera de Madrid, te encuentras los grandes pilares decorados con un paisaje que puede evocar o un acuárium o un fondo oceánico. Diversos peces de tamaño desigual se deslizan por las imaginarias aguas del cemento. Y no es mera metáfora. Por lo que han dicho los técnicos de la obra el paso elevado había concentrado en su interior bolsas de agua y lo han tenido que taladrar por varios puntos para desaguar. Volviendo al mural. Si se observa bien el cetáceo se dibuja en pilares diferentes. Para contemplar el resultado conviene colocarse a una distancia que proporcione perspectiva y una las partes del cuerpo de la ballena. Entonces se admira el golpe de efecto y si el paseante no va con prisas se detiene y ensueña un poco con el fondo marino.
El autor es el arquitecto y artista urbano madrileno que firma como Eduars.