domingo, 7 de septiembre de 2025

Un cuchillo tardorromano como pieza del mes en el Museo de Valladolid (Fabio Nelli)




No por ser menos frecuentado el Museo de Valladolid, ubicado en lo que fue el Palacio de Fabio Nelli, que el Nacional de Escultura es menos interesante y fecundo. Seguramente no es menos importante para el conocimiento amplio de la ciudad y provincia. Pues su contenido no está limitado a un tipo concreto de obras de arte, sino que se recogen en él tanto realizaciones artísticas como herramientas, útiles, cerámicas o mobiliario de diversos tiempos y de diferentes culturas que se asentaron en la ciudad o en la provincia, ya que en él está depositado cuanto se extrae de las excavaciones arqueológicas.  Es un museo Arqueológico y de Bellas Artes que sorprende, sobre todo al vallisoletano que tenga interés en descubrir el pasado de su urbe. Porque incluso una parte del mismo recoge piezas vinculadas específicamente a la historia de la ciudad. Pero no es la intención del paseante entrar ahora en el detalle del mismo. Lo que recabó mi atención hace unos días es que cada mes la dirección técnica del museo elige una pieza para destacarla de la exposición permanente y convoca a quien desee informarse a asistir a una cita informativa, que se anuncia previamente en su facebook.




En esta ocasión han elegido un cuchillo de época tardía de la dominación romana, siglo IV en concreto, aparecido en la necrópolis de San Miguel del Arroyo en la década de los años 50 del pasado siglo. Ana, arqueóloga del museo, nos explicó ampliamente las características y uso de la herramienta. El modelo de cuchillo es de los llamados tipo Simancas, porque en excavaciones de hace un siglo en un cementerio tardorromano de Simancas aparecieron con unas características diferenciadas respecto a otros. De tal modo que se pensó al principio que se trataba de un puñal con fines de lucha, pero posteriormente se llegó a la conclusión de que estos puñales tipo Simancas eran en realidad cuchillos de caza, como uso auxiliar que acompañaría en la actividad cinegética. 





En el panel colocado junto a la vitrina del cuchillo se puede leer:

"El encabado puede ser muy variado. En los ejemplares más sencillos es del tipo que en la jerga cuchillera se denomina 'espiga llena', esto es, formado por una espiga o extremo aplanado, y provisto de varios remaches para ajustar dos cachas de madera o hueso.

(...) Lo verdaderamente característico de estos cuchillos es el armazón metálico que reforzaba la vaina de madera. Está formada a partir de una tira de bronce doblada en U que contornea y subraya el perfil del cuchillo, rematando en su parte inferior en un disco o esfera. En la parte superior otra placa de bronce, remachada a los dos extremos del refuerzo del contorno, cierra la vaina y rodea y abraza la embocadura por donde se introduce y sale el cuchillo de hierro".




Es sorprendente cómo la observación de los objetos en un ajuar funerario pueden describir tanto sobre el uso y costumbres como los objetos en sí mismos. Cuando el catedrático de Arqueología Pedro de Palol estudió hace años este cuchillo y todo el ajuar de la necrópolis de San Miguel del Arroyo escribió:

"Es muy interesante -en relación a la forma de uso del cuchillo que estudiamos- la disposición de este ajuar en el enterramiento. Debió ser enterrado con el cinturón puesto, con su hebilla y el botón, sosteniendo el puñal, que debió deslizarse hasta junto a la cabeza, a la izquierda de la misma, y con el mango hacia abajo y el filo al exterior, quedando el broche del cinturón y el botón encima del pecho. Esto significa que el cuchillo estaba colocado a la izquierda del cuerpo con el filo hacia delante. En esta posición queda al exterior, vista, la cara ornamentada de la vaina. Así el cuehillo estaba en condiciones de cogerse fácilmente con la mano derecha quedando el filo cortante hacia abajo, en disposición inmediata de uso"

Charla bien informada, precisa y clara por parte de la técnica del museo, y a la espera de que seleccionen para el próximo mes otra pieza significativa. Porque pienso que en un museo cuanto se recoge tiene su sentido y su significación y explica sobre los modos de vida del pasado, sean estos de actividad laboral, de hábitat o de costumbres y rituales. Por otra parte toda iniciativa cara a la ciudadanía, bien con estas presentaciones o a través de exposiciones temporales, pretende divulgar y acercar al vallisoletano y al visitante foráneo esos trozos parciales de la historia que son los objetos acumulados en el museo y que ya hablan por sí mismos. Es el ciudadano quien tiene que responder con su interés a la visita más o menos recurrente a este espacio de cultura.