He aquí un icono de la resistencia no violenta. Mahatma Gandhi, figura relevante y universal del pacifismo, que no de la pasividad, ya que fue un líder fundamental en vertebrar la lucha por la independencia de la India del colonialismo británico, tiene una escultura en Valladolid. De aquel símbolo liberador para su país también se convirtió en representativo de la defensa de los derechos civiles y posteriormente se le ha considerado en todo el mundo como una representación de la fraternidad entre los pueblos.
La estatua se halla ubicada en el Parque de la Paz del barrio de las Delicias, un parque amplio casi en el extremo sur del barrio. Parece y no parece Gandhi. Acostumbrados a las fotografías y esculturas bastante realistas de su personalidad física no vemos aquí al Gandhi flacucho, de apariencia apocada, encogido y con gafas, de sus últimos años de vida. Este es un Gandhi inusual, en la mentalidad occidental diríamos que señorial, por la iniciativa del escultor indio Ram Vanji Sutar, que lo concibió de otra manera diferente. Sentado en la posición del loto, concentrado y relajado, más bien parece meditar con una sabiduría oculta sobre lo acontecido después de su muerte. Tanto en su país como en el resto del planeta. El autor de la obra parece transmitirnos un Gandhi menos político y con un halo más espiritual o filosófico, digamos.
La historia de esta estatua tiene que ver con la inauguración de la Casa de la India en Valladolid en 2001, por un acuerdo entre el Ayuntamiento y la Embajada de aquel país. Fue un regalo de esta a la ciudad. Y un homenaje desde quienes acogemos la memoria de aquel hombre decidido y crucial en la historia del siglo XX. La obra está realizada en bronce y colocada sobre un pedestal al que le falta la placa inaugural y rezuma feos grafitis por todas partes.
Del escultor Ram Vanji Sutar, que acaba de cumplir cien años, dice el libro La escultura pública en la ciudad de Valladolid de José luis Cano de Gardoqui y otros: "Para Ram Vanji Sutar cada creación es única y refleja la singularidad de la obra de arte, manteniéndose fiel a su propia conciencia y al momento de diseño que surge de su narrativa personal. En consecuencia, esta obra abraza el concepto de compromiso con la fidelidad a los principios de Gandhi y la percepción única de cualquier obra de arte. La escultura de Valladolid se integra a la perfección con estas ideas del autor".
Si la escultura sirve para mantener vivo un vínculo en el país asiático y nuestra ciudad, en una época en que la mundialización nos acerca a todos, su instalación y preservación habrán merecido la pena.
Estas fechas de fin de invierno no han sido las mejores para captar el entorno de la plaza. Hay hierba pero también muchas jardineras enormes que aún carecen de flores. Los árboles todavía no han echado follaje. También se observa una amplia zona vallada, ignoro por qué, acaso obras en ciernes. El parque de la Paz que limita por un lado con la zona de los viejos cuarteles y el extenso área donde se están levantando nuevas edificaciones, y por otro lado con la calle Arca Real va a suponer más todavía en el futuro próximo un espacio de solaz agradecido y agradable para los vecinos del entorno.
Cuando uno pasea por delante de la imagen de este líder universal no puede dejar de pensar si aquel hombre tiene aún significado para nosotros. ¿Qué inspira en estos tiempos de tambores de guerra, o de propuestas de rearme, un icono de la resistencia pacífica? ¿Qué nos está diciendo esta especie de clarividente que se tuvo que enfrentar a una potencia tan acaparadora que disponía de India y otros territorios a su antojo? ¿Nos llega el ejemplo de un individuo honesto que reivindicaba ética junto a su acción política? ¿Nos pide reflexión sobre principios insoslayables del individuo que no se respetan en muchas partes y corren riesgo serio en otras? ¿Queremos ver en la escultura una invitación a vincular pensamiento y acción consecuente que nos permitan ser más felices? La quietud de Mahatma Gandhi no es la quietud del durmiente, sino la de quien quiere vivir despertando.
El estudioso vallisoletano de la vida de Gandhi Jesús Ojeda escribe en la revista digital Política NoViolenta:
"Mahatma Gandhi era un ser real de carne y hueso, que fue creciendo en originalidad y en excelencia de humanidad, hasta convertirse en alguien, como afirmaba el historiador norteamericano Stanley Wolpert, con «poderes inspiradores para la convivencia en paz de nuestro tiempo». Su vida es un testimonio ejemplarizante al que se vuelven los ojos para encontrar una clara referencia a las virtudes humanas para resolver los conflictos de convivencia en la sociedad y con la naturaleza.
La imagen de Gandhi va unida también a la de los grandes comunicadores de su tiempo, al ejercer una gran influencia en muchos de los sectores de la sociedad india y occidental. Ya en 1949 el escritor inglés George Orwell comentaba en sus Reflexiones sobre Gandhi: «Uno puede sentir, como yo, una especie de disgusto estético por Gandhi, uno puede rechazar las afirmaciones de santidad hechas en su nombre (por cierto, él nunca hizo tales afirmaciones), uno puede también rechazar la santidad como un ideal y por lo tanto, creo que los objetivos básicos de Gandhi eran antihumanos y reaccionarios: pero considerado simplemente como un político, y comparado con otras figuras políticas destacadas de nuestro tiempo, ¡qué olor tan limpio ha logrado dejar tras de sí́!». Esta estela ha sido una constante en las valoraciones de los que se han relacionado con él tanto en Sudáfrica como en la India, y sigue siendo hoy todo un referente en la resolución pacífica de los conflictos sociales".
Con el título de Historia de la iconografía de Gandhi. El mercado de su imagen hablará Ojeda el próximo jueves 20 en la Casa Revilla.