jueves, 11 de julio de 2024

Los restos de la Casa de la Aguada desde la que se captaba el agua del Pisuerga para llevarla al ferrocarril

 


Aguada.

3.f. Acción y efecto de aprovisionarse de agua un buque, una tropa, una caravana, etc.

(Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua)


La historia de Valladolid es antigua. Es la historia de muchas construcciones, pero también de muchas destrucciones. Posesión y pérdida son dos constantes que se han ido alternando a lo largo del tiempo. Lo que ha llegado hasta nuestros días aun siendo bastante es residual, con su importancia y calidad indudables, pero también permite intuir lo que se ha perdido. En materia de estructuras urbanas, de edificios de distintas épocas, de ingenios técnicos y fabriles que quedaron obsoletos y llegaron a su desaparición.

Uno de esos espacios que pocos conocen lo que fue, aunque es lugar de tránsito, pues está al borde del llamado Puente Colgante, que de colgante no tiene nada, es lo que se conocía como Casa de la Aguada. El edificio que hoy se ve remozado, y adulterado, pues está al servicio de un uso hostelero, fue un edificio vinculado al ferrocarril cuya misión era la de bombear agua del río Pisuerga, que está a sus pies, y llevarla hasta la Estación del Norte, que no se encuentra precisamente a un paso. Se trataba de suministrar agua para las locomotoras de vapor, tarea que tuvo lugar entre 1860 y 1944. Para ello se construyó una arqueta de captación, un pozo y un sistema de bombeo que permitían conducir el agua del río a través de una tubería larga y de buen diámetro hasta la estación.

La incuria -un término harto asociado al acontecer de la ciudad- apenas ha dejado en pie el edificio principal, hoy notablemente alterado por mor del negocio citado, unos muros de piedra, prácticamente soterrados, la arqueta, el pozo y una rueda de noria. Pero hay que echar mucha imaginación para comprender tanto la realización del ingenio como la relación entre este espacio de captación de agua del río y el ferrocarril. 

Como dato más lamentable parece ser que este espacio no estuvo catalogado por los planes de urbanismo ni reconocido como valor cultural e histórico. Y que piezas de la maquinaria que contenía fueron vendidas como chatarra. Al menos el paseante rinde homenaje al entorno y trata de imaginarlo en la perspectiva de un largo siglo y medio anterior.