viernes, 6 de diciembre de 2024

Postales de otoño. ¿Árbol hombre u hombre árbol?

 


Estimado Elfo. Te resistes a desaparecer del paseo después de estar verdecido durante meses más cálidos y haber adornado el pavimento junto a los plátanos. Pero no sabes irte como otros de la noche a la mañana, desvistiéndote y dejando tu esqueleto a la intemperie. Eres tan generoso que hasta en tu otoñada tienes que hacer un alarde de belleza y desparramar lentamente la hojarasca. Como quien regala onzas de oro a los caminantes. Te doras con los colores de la senectud, porque aunque te cuesta la partida quieres sentirte esperanzado. Bien sabes que recuperarás nuevamente el ciclo que llevas dentro. 

Te llamo Elfo porque no sé si eres árbol convertido en humano o humano mutado en árbol. Imaginaciones mías, si quieres. Es que me recuerdas por una parte a aquellos seres que vivían inmersos en la naturaleza fecunda de los países nórdicos y que podían ser considerados incluso deidades. Pero también pienso, por su mayor cercanía, en el roblón de Cantabria que la mitología céltica cultivó para pasmo de niños y de incautos. Y aún más. Existe una tradición escultórica de tiempos medievales en que cundieron las representaciones de los salvajes, hombres cubiertos de vegetación, y aquí, en la fachada del Colegio de San Gregorio, tenemos una exquisita muestra desde la que se exhiben tan misteriosos como arrogantes. 

Ya te digo, que son asociaciones de ideas,pero también de sueños, del paseante. Porque si algo tiene una ciudad es que permite, si se la sabe mirar en sus detalles y a la vez en su perspectiva más global, asociar imágenes que remiten no solamente al pasado de la urbe sino de cualquier rincón del mundo que nos haya sido dado conocer. Y consiguientemente del propio individuo que observa. Y con las imágenes viaja siempre el pensamiento, esa propiedad que es a la vez elaboradora y nutritiva para comprender el tiempo y el ámbito en que se vive. Pero qué te voy yo a contar a ti que durante tu florecimiento y maduración has visto transitar a tantos vallisoletanos, humanos y caninos.

Te dejo la imagen de una pareja de salvajes de piedra para que dialogues con ellos. Mientras dure tu hermosura gualda seguiré parándome ahí donde tú y otros como tú os encontráis, delante del antiguo Hospital Militar, en el Paseo de Zorrilla. Y seas Elfo, Roblón o Salvaje, o ninguno de ellos o acaso todos en esencia permite que siga soñando y conectando imaginaciones que me deleitan.