jueves, 16 de mayo de 2024

Un rincón abierto y colorido en el casco antiguo

 



Ni es un ángulo muerto, ni un escondrijo, ni un rincón apartado. Al ser peatonal no convoca tráfico y el paso de viandantes se nutre principalmente de colegiales y estudiantes. Es un espacio abierto y a la vez recogido en pleno centro histórico. Podría ser un espacio anodino y destruído más, de los que hartamente sufrió Valladolid en el pasado, bien por envejecimiento o por especulación inmobiliaria, o por ambas causas tan relacionadas. Pero la rehabilitación de algunos edificios con altura prudente y la anchura respetada de la plaza otorga una armonía humilde pero gozosa al lugar.

Sin embargo lo que más llama la atención es el colorido de las casas de esa acera, rompedor en relación con la austeridad gris que suele dominar en el casco viejo. Diferentes tonos que no hace falta describir porque hablan por sí solos. Lejos de chocar negativamente esta mezcla de colorido transgresor es bien recibido por nuestros ojos. Y uno piensa que pasear merece la pena y que el paisaje interior de la urbe tiene la virtud de facilitar percepciones múltiples y alegres.

La calle lleva el nombre de Andrés de Laorden, homenaje a un catedrático de Medicina de la Universidad vallisoletana durante el siglo XIX. También figura con un nombre probablemente anterior como calle del Moral. Confluye con la calle más antigua de la ciudad que hoy se llama Juan Mambrilla pero en siglos medievales fue la calle Francos.