jueves, 29 de agosto de 2024

Los jardines colgantes de Santa María, que no babilónicos

 


No dudo de la buena voluntad de los inventores de los toldos vegetales y de los munícipes que decidieron su instalación. Ni niego que hay algo o mucho de espectacular para el paseante que tiene la sensación de entrar en una calle diferente. La idea fue de la empresa Singular Green y al sistema le denominan Green Shades, del cual dicen ellos mismos que "es el primer sistema a nivel mundial que permite instalar toldos vegetales, es decir, velas tensadas cubiertas de vegetación, abriendo un nuevo abanico de posibilidades para el paisajismo urbano, mejorando la climatización de espacios cubiertos por estructuras tensadas". 

Hace más o menos cuatro años quedaron instalados en la céntrica calle de Santa María, que es una calle no muy ancha, peatonal y también con relativa afluencia de transeúntes, aunque comunique calles más transitadas como Santiago con Duque de la Victoria/ Plaza España. Es decir, una calle tranquila.




Ignoro si la teoría sigue siendo comprobada por la práctica, pero aseveran desde Singular Green que estos toldos llevan sombra a los lugares, no restan espacio, aportan vegetación a calles donde domina el cemento y el asfalto, absorben óxido de nitrógeno y dióxido de carbono y que regulan la temperatura y la humedad. No me lo invento, lo copio y pego del programa de sus inventores.

Sin embargo esa sensación de que el verde de los toldos no es siempre tan verde, que necesitan de un constante riego, para el cual hay todo un sistema de ingeniería original basado en la recirculación del agua, y que el clima de Valladolid, con su alternancia de temperaturas extremas dificulta el mantenimiento de lo vegetal, puede generar dudas sobre la eficacia plena. Pero esto lo tendrían que decir los técnicos que conozcan y observen resultados. Y escuchar la opinión de los residentes.

Como el paseante no es vecino de la calle no tiene parecer sobre si esta instalación perjudica o limita en algo a los vecinos, pues en principio se tiene la impresión de que el sistema es una interferencia que rompe el esquema tradicional de una calle y de sus fachadas. Pero también hay que decir que en esta ciudad no parece que se haga hoy día excesivo uso de ventanas y balcones, no sé si porque en algunos casos no hay mucho que mirar, porque las costumbres y usos han variado desde otros tiempos en que se tendía por naturaleza a asomarse bien para comunicarse unas gentes con otras o para tomar el fresco, o porque muchos edificios céntricos son más de oficinas que de viviendas. De todos modos la instalación no deja de tener un efecto testimonial respecto a su implantación en otras calles, con sus pros y sus contras, que puede tomarse en consideración si su aportación es constructiva o se trata solo de una moda pasajera. 

Lástima que las fotografías que adjunto sobre esta ruta verde no puedan ofrecer vistas desde el aire o los pisos superiores al nivel de los toldos, pero hoy por hoy uno es solo paseante con los pies en el suelo.