domingo, 7 de mayo de 2017

La ruinosa belleza



Imagino que los que lean el título de la entrada y vean luego las fotos exclamarán: pero qué dice este loco. O bien: ¿acaso una casa destartalada y ruinosa puede ser bella? El más intolerante opinará: no sé qué piensan las autoridades que no han tirado el edificio. Pues miren por dónde uno cree que sí hay ahí belleza o, como dirían los castellanos antiguos, galanura. Y más si la hemos conocido habitada y ensoñamos conque algún día, antes de que se arruine del todo, ofrezca una renovada visión de fachada. Y todo el edificio se recupere y vuelva a lucir.

La casa número 9 de la calle de la Estación lleva años desalojada y cerrada a cal y canto -o a paneles por cada balcón-  y sus problemas habrá para que permanezca a la espera de mejores tiempos. Cuando paso por delante no dejo de pensar en qué aspecto podría ofrecer si se reconstruyera por dentro y se recuperase la fachada. El elemento metálico de los balcones y de esos miradores que forman la esquina en semicírculo, huérfanos de un acristalamiento que también podría reponerse, y las formas esbeltas que ofrecen las balconadas definen a un edificio cuya altura es hoy la adecuada para una calle que no ha sido maltratada más que parcialmente por edificios de altura superior. 

Ya digo que está en la calle de la Estación, esquina a la de  García Valladolid. Sí, justo enfrente de un emblemático caserón que acoge un bar centenario, La Ferroviaria. Por cierto, pienso fotografiar otros edificios que fueron enseñas arquitectónicas y traerlos al blog. La ruinosa belleza se lo merece.