miércoles, 24 de julio de 2024

Esos vetustos pero altivos depósitos de agua de la Estación de Ariza

 


No puedo evitar ponerme sentimental cuando me encuentro con alguno de aquellos signos del antiguo ferrocarril, hoy obsoletos y,  por supuesto, sumamente abandonados. No, el paseante no va buscando la ruina, pero se la encuentra en algunos de sus recorridos. Es cierto que la herencia histórica ha sido rica y abundante, pero el gran olvidado es el legado industrial. Por más que la arqueología industrial haya puesto el dedo en la llaga de un patrimonio en gran parte hoy al margen, parece que aún no se sabe muy bien qué hacer con tantos vestigios. Y mientras, el abandono va causando estragos. 

Oxidados y rodeados de maleza permanecen los dos depósitos de agua que surtían a las locomotoras de los trenes de la vieja línea Valladolid-Ariza. Se encuentran junto al paso a nivel de la Esperanza y en un  extremo de la vieja estación de ferrocarril llamada precisamente Valladolid-La Esperanza. En Valladolid en otros tiempos llegó a haber tres estaciones. La principal, denominada Valladolid-Campo Grande, cubría la línea Madrid - Irún. Es la que sigue en vigor y actualizada para el AVE. La de La Esperanza iba hasta Ariza, en Zaragoza, y su trazado seguía gran parte del curso del Duero. Y además existió otra estación, San Bartolomé, en el barrio de la Victoria, para un tren menor pero entrañable, el tren burra, que iba de nuestra ciudad a Medina de Rioseco, en la Tierra de Campos, secular granero de cereal del país.

Dejo para mostrar en otra ocasión la estación de Ariza, hoy estrangulada entre la vecindad del Polígono Argales y las nuevas edificaciones de la Ciudad de la Comunicación. Y ahí, junto a un paso a nivel al que le queda poca existencia, se alzan todavía altivos estos dos testigos de la técnica y del ferrocarril como impulsor del desarrollo de la ciudad. Es decir, de la historia. El entorno de hierbajos, basura, tapias maltrechas e inútiles y edificaciones derruídas empobrece este ámbito antiguamente viario y ahora olvidado. Aún se observa alguna casita de operarios del ferrocarril, las vías y los cambios de aguja. Tal vez la terminación de la Ciudad de la Comunicación sume este entorno de alto valor testimonial y pueda ser integrado como zona de expansión de los espacios edificados.