"Pasaron todos los regimientos de dos en dos revista de inspección el día 15, 18 y 19 del dicho (mes de julio) Hicieron ejercicio general de fuego en San Isidro toda la tropa; se pusieron en línea de tres filas todos doce batallones desde la fuente de la Salud hasta el camino que sube a San Isidro por el lado de las arcas, seis batallones desde la fuente de la Salud hasta el camino que sube a San Isidro y los otros seis desde este camino hasta el de las arcas, divididos cada regimiento de por sí, y luego subieron a lo alto los dos regimientos por la fuente de la Salud, dos por San Isidro y dos por las arcas; hicieron su ejercicio, dispararon gran cantidad de fuego; duró desde las cinco y media de la tarde hasta las ocho y media de la noche".
Aunque parezca trabalenguas es el modo de redactar de un vallisoletano llamado Ventura Pérez que desde 1720 hasta 1784 registró un Diario con sucesos y acontecimientos que tuvieron lugar en Valladolid. El texto anterior se refiere a la estancia en nuestra ciudad en julio de 1762 de numerosas tropas francesas, no en son de guerra sino de paso en el apoyo que Francia prestó a nuestro Carlos III en una guerra con Portugal e Inglaterra. Por el llamado Pacto de familias entre Borbones españoles y franceses estos se pusieron del lado de la monarquía española frente a Inglaterra y su aliada Portugal en aquel momento. Nada menos que doce batallones -relata Ventura Pérez- unos diez mil hombres que en gran parte se instalaron por la zona de la Fuente de la Salud y San Isidro. Incluso menciona en su Diario de Valladolid los nombres de los regimientos: Momoren, Cambis, Domon, Royarbesu, Artois, Cantabria y Lasarre. Por cierto, junto a la fuente hay una placa moderna, que se lee con dificultad, donde se deja constancia de aquel acontecimiento.
El Diario de Valladolid del paisano Ventura Pérez es para mí un libro de recreo y recreación, me produce disfrute leer sus crónicas particulares sencillas pero precisas. Y en él se halla una relación inagotable de sucesos, celebraciones, episodios muy caseros pero que hacen vislumbrar de algún modo aquella sociedad provinciana.
Cuando de chicos parábamos en la Fuente de la Salud, al ir y volver de la zona de los cuarteles donde jugábamos las tardes de asueto y paseo escolar, no podíamos imaginar este episodio sobre la estancia de las tropas borbónicas francesas. Ni nadie nos lo contó. Entonces había cierto chabolismo detrás de la fuente y no recuerdo que las arboledas que existen hoy estuvieran allí entonces. La fuente de piedra tenía bolos decorativos que han desaparecido y salvo para gente de San Isidro y Pajarillos que recurrían a la fuente esta fue padeciendo la destrucción y el abandono.
Es una fuente muy antigua, secular. Jesús Anta Roca, fallecido recientemente, en su magnífico estudio Fuentes de vecindad en Valladolid relata lo siguiente: "Ya era conocida en el siglo XVI, pues en 1586 se acordó la necesidad de repararla aduciendo que 'es de muy buena agua y necesaria para la provisión de los vecinos de esta villa'. Fuente muy atendida por el Municipio, se ha venido poniendo mucho interés en que estuviera corriente y con abundante caudal. A ello contribuyeron en buena medida los gremios. En 1625 el Ayuntamiento decidió arreglarla, para lo cual no escatimaría piedra sobrante de otras obras, como la que había en la puerta del Consistorio y en la fuente de la Rinconada. Tal obra se realizó, finalmente, en 1631. Se arregló a conciencia encañando sus aguas, haciendo arcas, alcantarillado y un pilón para las cabalgaduras. Además se la edificó con paredones, antepechos, bolas, enlosado, asientos columnas, mascarón y caño".
Pero ya se ve: de aquellas glorias estas penas. Si bien mantiene aún la fortaleza del material y una arquitectura elegante que con el banco corrido resalta su poderosa función social. El agua, aunque probablemente proceda de la red en vigor, sigue proporcionando saciedad al caminante sediento.
Y a nuestra vista se despliega un verde más reciente, el del parque hermosamente arbóreo que se ha generado a sus espaldas. Este parque enlaza por una parte con la zona de la ermita de San Isidro, al otro lado de la carretera de Soria, y por la otra parte conecta con el parque Patricia, más propiamente del barrio de Pajarillos. Uno, que es ignorante en materia arbórea, se limita a gozar tanto de la envergadura como de la abundancia de la floresta. Las imágenes que trae el paseante son apenas una aproximación, pero invitan a recorrer los altos de las viejas graveras del páramo de San Isidro, verdaderas terrazas geológicas del Pleistoceno medio de Valladolid hacia el Este.
Y para cerrar el tema, ahí va una fotografía de hace más de cincuenta años sobre la Fuente de la Salud, tomada del Archivo Municipal de Valladolid. Al menos es un fiel testimonio de su labor activa.