jueves, 9 de mayo de 2024

El despreocupado Arlequín de Ángel Membiela

 


Me gustan las esculturas en que el personaje representado está abstraído. Por supuesto, las imágenes que evoquen lo épico o lo místico, por ejemplo, tendrán caracterizaciones  que exalten los valores de su leyenda o la ascesis que le aleje del suelo que pisa. Pero hay personificaciones que, aun siendo de tipos humanos extraordinarios, provengan o no del mundo de la ficción, adoptan una actitud semejante a cualquier comportamiento del común de los mortales. Es el caso de la proximidad que suscita el Arlequín sentado, obra del escultor vallisoletano Ángel Membiela Rodríguez. Se halla situado en la calle Fray Luis de León, a la altura del colegio La Salle, en una actitud despreocupada y lasa, como si se estuviera recuperando de una de sus actuaciones. 

Porque el arlequín, ¿medita? ¿Observa al corro de espectadores que se disuelve? ¿Piensa en la siguiente actuación? ¿Simplemente se relaja? ¿O le acucia el escepticismo sobre un oficio que tal vez no le dure hasta el fin de sus días? El arlequín ha detenido su ritmo y sus chanzas y se convierte en un humano escapado de la Comedia del Arte. No es un mero personaje camaleónico que trata al mundo a patadas para defenderse de él y de paso de sí mismo. Membiela reconvirtió el duro metal del perfil laminado que forma la figura en un conviviente de calle más.

Porque este arlequín parece ser también el artista callejero que vive del reconocimiento de su obra por parte de los viandantes. Es el saltimbanqui que entretiene. El acróbata que deleita con su gimnasia. El danzarín que debe sentarse a recuperar energías tras sus piruetas. El temible burlón de la sociedad y de los comportamientos de sus élites, tan bien como patéticamente copiadas por los más humildes. Fue una buena idea instalar unos bancos que arropan la escultura y que genera con ella un conjunto más dinámico. Bien sabe el arlequín que cuenta con la compañía de los muchachos de un colegio cercano en sus horas de recreo.




José Luis Cano de Gardoqui dice de esta obra en su libro Escultura pública en la ciudad de Valladolid: "La maestría de Membiela desplegada en el trabajo del metal, dota a la figura de una inusitada flexibilidad y ligereza formales a unmaterial tan rígido y pesado en origen como la viga Grey de sección especial, cuya sección cuadrada permite ese juego interesante de llenos y vacíos, de rectas y curvas tan personal y característico del artista. La despreocupada actitud del personaje, ubicado sobre estrecha peana rectangular horadada, así como el propio emplazamiento de la figura, muy accesible por otra parte a los viandantes, son aspectos que atraen indefectiblemente la atención del ciudadano, quien desde un principio sintió cerca y familiar esta obra".