Me gustan las esculturas en que el personaje representado está abstraído. Por supuesto, las imágenes que evoquen lo épico o lo místico, por ejemplo, tendrán caracterizaciones que exalten los valores de su leyenda o la ascesis que le aleje del suelo que pisa. Pero hay personificaciones que, aun siendo de tipos humanos extraordinarios, provengan o no del mundo de la ficción, adoptan una actitud semejante a cualquier comportamiento del común de los mortales. Es el caso de la proximidad que suscita el Arlequín sentado, obra del escultor vallisoletano Ángel Membiela Rodríguez. Se halla situado en la calle Fray Luis de León, a la altura del colegio La Salle, en una actitud despreocupada y lasa, como si se estuviera recuperando de una de sus actuaciones.
Porque el arlequín, ¿medita? ¿Observa al corro de espectadores que se disuelve? ¿Piensa en la siguiente actuación? ¿Simplemente se relaja? ¿O le acucia el escepticismo sobre un oficio que tal vez no le dure hasta el fin de sus días? El arlequín ha detenido su ritmo y sus chanzas y se convierte en un humano escapado de la Comedia del Arte. No es un mero personaje camaleónico que trata al mundo a patadas para defenderse de él y de paso de sí mismo. Membiela reconvirtió el duro metal del perfil laminado que forma la figura en un conviviente de calle más.
Porque este arlequín parece ser también el artista callejero que vive del reconocimiento de su obra por parte de los viandantes. Es el saltimbanqui que entretiene. El acróbata que deleita con su gimnasia. El danzarín que debe sentarse a recuperar energías tras sus piruetas. El temible burlón de la sociedad y de los comportamientos de sus élites, tan bien como patéticamente copiadas por los más humildes. Fue una buena idea instalar unos bancos que arropan la escultura y que genera con ella un conjunto más dinámico. Bien sabe el arlequín que cuenta con la compañía de los muchachos de un colegio cercano en sus horas de recreo.
Pues tiene un aire picassiano, o así me lo parece.
ResponderEliminarsalut ¡
Es que Picasso tiene un cuadro, creo recordar, de un niño arlequín, que era su hijo, por cierto. Es un personaje que se ha reproducido bastante en pintura. En escultura el autor que traigo aquí tiene más arlequines. Voy a vere si otro día localizo otro en otra parte de la ciudad. Desgraciadamente Membiela falleció hace apenas dos años.
Eliminarhttps://www.juguetilandia.com/blog/cinco-diferencias-retrato-de-paul-de-picasso/
Salud siempre.
Gracias por el enlace. Muy interesante.
EliminarLo he encontrado por casualidad, es que tuve una lámina de ese arlequín enmarcada en casa hace décadas, ahora no sé dónde fue a parar.
EliminarSiempre que paso por el lugar me quedo observándola para intentar descrifrar su enigma.
ResponderEliminarEs fascinante. A ciertas horas toman su entorno algunos colegiales, no sé si de recreo o de paso. Pero me parece un acierto que en un espacio reducido, que ni siquiera es plaza, se haya hecho algo que se pretende acogedor.
EliminarLo único que
Eliminarme chocó un
poco, es que
estuviera
sentado .
El ajetreo de un arlequín pide a su cuerpo cierto reposo de vez en cuando. Al menos así lo concibió el artífice de la obra.
EliminarDan ganas de tener una conversación con él.
ResponderEliminarSaludos.
O de sentarse un rato a leer la prensa, eso sí, en verano.
EliminarDe momento, uso tu personaje, para un post.
EliminarUna forma de darte la bienvenida al blog.
Ya he visto tus consideraciones sobre el personaje. Me parece formidable.
EliminarVine a ver el arlequín, muy inspirador.
ResponderEliminarSi es un arlequín pensante al menos no tiene la actitud atormentada de un pensador de Rodin, por ejemplo.
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