Hay lugares por los que pasas por inercia o por comodidad. Otros a los que hay que ir expresamente si se los quiere conocer. El paseante tuvo noticia de una escultura dedicada a un personaje histórico local y buscó su emplazamiento. El barrio de las Delicias depara espacios de distintas épocas y distantes también entre sí. Hay una plaza nueva entre las calles Olmedo, Delicias y pácticamente el Paseo Juan Carlos I con una escultura especial. La de Millán Santos Ballesteros, una persona entregada a causas cívicas y populares desde los años 60 y durante el período de la Transición. La plaza también toma su nombre.
Un personaje que en su tiempo estuvo en las antípodas de la institución a la que pertenecía. Para muchos de los que le conocimos su recuerdo será imborrable. Cura de una parroquia de barrio obrero se le recordará más como educador o partícipe en el movimiento de barrio que como párroco. Potenciador de la educación de adultos en una época que esta no existía concentró en su entorno a colaboradores jóvenes de todo tipo, fueran de las creencias políticas que fuesen y con ámbitos de vida diversos, en una labor colectiva y voluntaria desde aquel callejón de la calle Hornija donde se levantaba su iglesia humilde.

Para entender la sencilla y campechana postura del Millán Santos de piedra hay que saber de su no menos pétrea, en el sentido de resistente, filosofía en defensa de la gente de su barrio. Millán perteneció a aquella corriente, no mayoritaria pero sí persistente y abierta, de clérigos comprometidos por el desarrollo individual y la defensa de los valores democráticos, que entonces estaban impedidos, en que cualquier atisbo de libertad era reprimido. Millán prestaba los locales de la parroquia para reuniones de sindicalistas o estudiantes, clandestinos en aquellos tiempos, para auspiciar pequeños conciertos de cantautores, compartir apoyo económico en las incipientes cajas de resistencia cuando había huelgas en empresas. Contaba en la cercanía con miembros de las denominadas Comunidades cristianas de base, personas creyentes pero a la vez abiertas al diálogo con todos, comprometidas en la necesidad de los cambios políticos y de la mejora social y jurídica de los ciudadanos.
La escultura, obra de Lorenzo Duque Martín (La Mudarra,1952 - Laguna de Duero, 2023) no se inventa nada. Su rostro es el que Millán tenía, siempre afable y dispuesto a escuchar. El jersey, tal cual llevaba puesto. La pose, relajada y comunicadora. Su actitud, de libre interpretación. ¿Hace un alto relajante en su propia lectura? ¿Deja un instante el libro para escuchar al que viene a pedir su opinión? ¿Propone y enseña a otros? ¿Se abstrae ante la exigencia de lo que lee y compara con el mundo arriesgado que le tocó vivir? La idea de emerger de una roca poderosa, de apariencia bruta, pero dotada de la belleza de la piedra Alcor que tanto abunda por los Montes Torozos, me parece un logro. La piedra de este tipo está plagada de oquedades, como si por ellas se entrara a espacios recónditos y desconocidos, pero sabios. Porque la tierra siempre resguarda celosamente su primigenia sabiduría.

En la página de la empresa Alcor Rocas, SL, que produce materiales derivados de esta piedra se lee: "Las principales ventajas de este material están en su composición mineralógica fundamentalmente. La zona central del los Montes de Torozos donde se asientan estas calizas terciarias sobre y entre estratos de silicato de alúmina (arcillas rojas), hace que la caliza contenga gran cantidad de silicio cristalizado SiO2 lo que la da una dureza y brillo al pulido con un color beige a rojizo que unido a su textura travertínica la hacen especialmente atractiva. El color y la categoría del bloque 1ª ó 2ª determinan el acabado y el aspecto final del producto, así como su valor comercial acorde a sus características mecánicas y físicas".
Unas características que pueden explicar la conservación de este monumento y el tratamiento que el artista ha dado al mismo.
En este lateral rocoso hay una leyenda: "Lo importante es que se devuelva al pueblo lo que le pertenece: la cultura, la distribución de la riqueza y la participación". Ignoro si esta cita fue expresada por Millán Santos Ballesteros, pero le podría venir como anillo al dedo.
Fabuloso. No hay mejor homenaje que su recuerdo en piedra.
ResponderEliminarEsa es la labor de apostolado, estar con el más débil.
Me gusta cantidad las dos cosas, la escultura y el personaje.
salut
La escultura fue para mí un descubrimienot. El personaje, un viejo conocido, pero el recuerdo me traslada a otro tiempo.
EliminarPor lo que se cuenta sí que debió ser entrañable aquel personaje. No sabía nada de él. Marisol.
ResponderEliminarNunca es tarde para conocer algo de las personas que han vivido en la ciudad, y no solo de monumentos. De todos modos, Marisol, en internet viene información amplia sobre este hombre. Buen día.
EliminarLa piedra es hermosa. Con sólo ver la cara del personaje y su carácter amable, ya entendí la mitad de lo que nos describías a continuación. Admiro a este tipo de hombre. Tenía razón al definirse como "un hombre en situación". Un salut de Provence.
ResponderEliminarEra accesible y dialogante, una actitud que se echa en falta hoy día en mucha gente.
EliminarNi idea de dónde está esta escultura, habrá que ponerse al día en el conocer de los barrios, y gracias pues.
ResponderEliminarPues anímate, anónimo, que Valladolid es una ciudad amable y transitable como pocas.
EliminarPaseante:
ResponderEliminarUn buen monumento para una persona excepcional, por lo que cuentas.
Tiene una cara risueña y entrañable.
Salu2.
Al menos en lo que yo conocí de él sí lo era, y en malos tiempos. Esa cara la tenía al tratar con él afablemente.
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