Querido Poniente. El de antes y el de ahora, porque siendo el mismo espacio eres y no eres, pero siempre estás y los ciudadanos sin prisa nos adaptamos. Al contemplarte se me ocurre que miradas y sensaciones suelen ir de la mano. Piedra/Roce. Pátina/Transformación. Hojarasca/Crujido. Ángulo/Encuentro. Horizontalidad/Juegos. Esfera/Tacto. Espiral/Recorrido. Geometrías por doquier que pueden suscitar conexiones y asociaciones caprichosas. Unas de los sentidos. Otras de las fantasías.
Me doy cuenta de ello ahora. Antes, hace siglos, deseaba llegar al Poniente para ver a Pipo y Pipa, Lolín, Pichi, Bobito, aquella figuras escultóricas de niños de tebeos más ancestrales que nosotros que desde sus pedestales nos sonreían. Luego llegó el tiempo de su defenestración por la acción de un vandalismo que, como todos los vandalismos, no entiende nada y disfruta con sus actos de perjudicar los bienes públicos. Y los entrañables personajes desaparecieron para las nuevas generaciones que fueron llegando. Para las otras, a las que uno pertenece, no hay problema. Existe una grabación secreta en algún lugar de nuestro cerebro generoso que sigue sonriendo a los niños del historietista Bartolozzi.
Recuerdo y hablo sobre un tiempo viejo en que aún no habías sido cercada parcialmente por los edificios altos de ahora. Los parterres de entonces, los bancos, las barandillas, las escalinatas y más elementos dieron lugar a otros nuevos. Algún que otro respaldo jubilado de bancada permanece como testigo y el visitante de hoy pasa la mano por alguno de los bolos, roza con el dedo el trayecto de las espirales, se divierte siguiendo la dispersión de la antojadiza yedra, se acoge a la frondosidad de unos árboles que supone más antiguos que él mismo, pero cuya orfandad de ramaje se va haciendo notar. Activa memoria y sensaciones.
Te dejo una imagen de otra época para tu consuelo, que no para melancolías. Has sabido reponerte en tus noventa años de existencia y habrás visto tanta gente y tantas situaciones...Al fin y al cabo eres una plaza de lujo y oxigenante, tan próxima a la Plaza Mayor como al Pisuerga, y varios edificios monumentales se aproximan a ti. Ahí, al borde de donde estuvieron remotas murallas de esta ciudad que hoy resulta ser cada día más abierta.
Paseante:
ResponderEliminares usted un buen andarín. Se agradece que nos muestre esos rincones de su ciudad.
Salu2.
El otoño proporciona nuevas y diferentes miradas. Gracias.
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