lunes, 15 de julio de 2024

La Rosa, la última harinera de la ciudad


Hay muchos vallisoletanos que pasan con frecuencia por delante de este edificio, en la calle Puente Colgante, sin tener idea -y acaso sin preguntárselo- de lo que fue hasta no hace muchos años. Se trata de una fábrica de harinas denominada La Rosa, de principios del siglo XX. Uno todavía ha visto cargar sacos de harina en una especie de muelle que daba a la vía. Pues bien, probablemente la cercanía del ferrocarril, la Estación del Norte y la Estación de Ariza, y en una zona que en aquel tiempo no había prácticamente viviendas propiciara su instalación en ese punto. Ahora puede chocarnos que una fábrica de harinas haya estado en núcleo habitado, pero es que el conglomerado de edificaciones llegó después.

Muy próximo a la Estación de Autobuses y a RENFE el edificio mantiene un empaque severo y a la vez señorial, y desde la acera de enfrente pueden verse algunos conductos y chimeneas sin desmontar. Parece ser que aunque el edificio fuera original de 1906 se amplió en 1924 y posteriormente se erigió un cuerpo superior. 

 


En la revista El Financiero Hispano-Americano, que se subtitulaba como Revista Económica, Industrial y Mercantil, Doctrinal y Práctica (esto de doctrinal y práctica me intriga) de julio de 1911, dedicado a Valladolid, hay una pequeña reseña sobre la fábrica:

"Esta fábrica de harinas, sistema austro-húngaro, es propiedad de los señores Lomas Hermanos, y una de las más acreditadas de Valladolid.

Fue montada el año 1907 por la Casa de los señores Daverio Henrici y compañía de Zurich, con todos los aparatos más perfeccionados, constituyendo, por lo tanto, una moderna fábrica modelo. Su edificio fue construido ad hoc, de nueva planta, estando movida su máquina por energía eléctrica.

Su capacidad de molturación es de 20.000 kilogramos diarios de trigo".




No dejen de detenerse cuando pasen ante la que fue la última harinera en vigor de la ciudad. La factura de ladrillo de esta larga fachada, muy homogénea toda ella, habla mucho tanto a favor de la nobleza del material empleado como del uso y función que le daban los arquitectos de aquel tiempo. Es de esperar que si bien obsoleta no deje de ser una presencia íntegra como un bien monumental de carácter industrial. 

Algunos todavía hemos conocido dos fábricas de harinas más en la ciudad, con arquitecturas soberbias. Una muy cercana a esta, la de La Magdalena, junto al Arco de Ladrillo en la carretera de Madrid, que ardió misteriosamente en 1976. Y la del Palero, que también ardió en 1975 y de ella al menos sobreviven unos muros integrados en la nueva arquitectura del Museo de la Ciencia. También nos acordamos de La Perla, junto al Puente Mayor, devenida en hotel los últimos años y ahora cerrado. Un edificio exteriormente bonito que ya traerá por este blog el paseante.




4 comentarios:

  1. Tierra de trigo, tierra de molinos, y más si pasa un río caudaloso por la ciudad.
    Está muy bien que se conserven.
    Salut

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    1. La tradición cereal es secular en esta región. Todavía encuentras molinos en ruina o adaptados como hoteles (algunos con sus maquinarias, lo que resulta espectacular) Y el número de fábricas a partir del desarrollo industrial del siglo XIX era importante.

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  2. Que bien se
    conserva...
    o le han hecho
    algún retoque?

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    1. Solo sé de las fechas que se dan en el artículo. Y que alguien relacionado con el negocio vivía además en el lugar.

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