sábado, 25 de octubre de 2025

Y Chiara Camoni prosigue en la sala de Gil de Hontañón del Museo Patio Herreriano



 
Otro marco espléndido y complementario para una obra múltiple de Chiara Camoni. La largura de la sala de Rodrigo Gil de Hontañón, proyectada en 1530 y adjunta a la capilla, propicia la exposición de algunos trabajos diversos de la artista. Los diferentes mosaicos -¿son los que ella denomina también hic sunt dracones (aquí hay dragones)?-, la alineación de materiales convergentes en una recta impecable que bordea toda la sala, los jarrones de floresta y esa especie de biombos o mamparas que sobre la seda reproducen rostros enigmáticos o fantasmales da idea de la versatilidad de la autora.

Si de erguidas iban las obras de la capilla en este caso es la horizontalidad de lo yacente lo que destaca. En concreto dos tipos de obra. Dos perros, echado uno y sentado el otro, en material de aluminio, reciben al visitante. En tamaño natural, sobre una alfombra, parecen recordar a nuestros cervantinos Cipión y Berganza de El coloquio de los perros. Pero no, Chiara Camoni los llama Bruno y Tre, pues deben ser los nombres reales de los que tienen ella y un amigo. Sus figuras, domésticas y aparentes, parecen sin embargo estar descomponiéndose. Supongo que el hecho de la paulatina destrucción de los cuerpos, su ajamiento, es advertido en cualquier especie, empezando por la que habitualmente visualizamos, y tratamos, cada día, la humana. ¿Quiere la artista hacer una reflexión sobre la condición efímera de la vida? Una condición que conlleva la merma, el desgaste, el apagamiento. Y de paso, ¿hace Chiara Camoni una proyección sobre la descomposición imaginativa, la destrucción moral, el fin de las artes, la perturbadora confusión, si no reduccionismo y término, de tantas ideas que han fecundado la existencia? Si el perro ha tenido a lo largo de la historia una función de guardián, y no solo de simple mascota como ahora, ¿quiere decirnos esta obra que estamos perdiendo la propia vela sobre nosotros mismos?

Una figura yacente, pura arcilla transformada en acción, apoyándose de lado, recuerda la estatuaria etrusca y romana. Su configuración puede parecer un tanto expresionista, y como otras figuras de la autora, puede estar haciéndose o deshaciéndose, pero el gesto, la actitud, el símbolo permanece.

En fin, ninguna de las impresiones que uno percibe en esta doble exposición de la artista italiana tienen que valer para otros, sino sobre todo para uno mismo. Pero las transmito para incentivar la visita a esta u otras exposiciones, igualmente interesantes e imaginativas que tiene ahora en vigor el Museo Patio Herreriano.


Para más información:    

http://www.chiaracamoni.net/Index.html




















4 comentarios:

  1. Paseante:
    hay "esculturas" que me parecen interesantes pero otras "cosas" me parecen horribles.
    Salu2 y gracias.

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  2. Qué bien trasmites, y a qué nivel. Tanto que en esta sala como en la ruina de la capilla gótica he paseado y me he detenido contemplando está interesante exposición.
    Unas obras me dicen mucho y algunas nada, supongo que como a cada espectador cuando de arte se trata. Solo la artista sabe de su creación y ni siquiera explicándola la comprenderíamos todos por igual. De acuerdo contigo que no está la sacralidad únicamente en los símbolos de liturgias religiosas, hay tantas obras realizadas por los hombres, por la cultura, por la naturaleza… que por sí mismas hablan.
    Fackel, un abrazo

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    1. Lo que nos tiene que decir el arte viene fundamentalmente por los sentidos. A veces nuestras ideas anteriores prejuzgan las obras que no conocemos. Por supuesto, cada cual tiene su propia educación, o carencia de ella, sobre el arte, su estética y sus significados. Naturalmente, a mí tampoco me dicen los mismo unas obras u otras, de cualquier artista, pero admiro la capacidad que tienen al menos para expresarse, para sacar lo que cada autor lleva dentro. Así que comparto tu opinión al respecto. Saludo.

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