sábado, 25 de octubre de 2025

Las erguidas y yacentes de Chiara Camoni en el Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo

 



Uno tiene la sensación, a medida en que se sumerge dentro de la ruina salvada de la capilla gótica  del Museo Patio Herreriano que entra en una cápsula del tiempo. Sea cual sea la exposición que tenga lugar en ese espacio los restos de puertas ojivales, los nervios que buscan una bóveda perdida, las ménsulas que no quieren quedar descabalgadas o simplemente el lienzo de los muros de piedra que no acabaron de caer constituyen un ámbito embargante. La salvación de lo que quedaba de aquella capilla llamada de los Fuensaldaña fue posible gracias a acometerse hace veintitrés años una inteligente intervención moderna que recata luz, preserva viejas señas de identidad arquitectónica y a la vez mantiene una atmósfera sacra. Porque la sacralidad no solo la dan los símbolos de liturgias religiosas sino tal vez y sobre todo el arte que los hombres generan a través de los tiempos. Y es el arte moderno, en su constante búsqueda de expresiones, producto de la subjetividad de los artistas y no ya de una catequización como en el pasado, lo que termina por llenar de sentido, de emoción y de belleza esta sala que representa un entretiempo: entre lo que fue y lo que quiere mantener.




Y ahí encaja de maravilla una muestra de la obra de la artista Chiara Camoni, nacida en la Emilia Romaña en 1974, a la que, por cierto, se ha elegido como representante del pabellón de Italia para la Bienal de Arte de Venecia de 2026. Digo una muestra porque esta artista versátil y polifacética viene realizando un trabajo muy variado y probando con diferentes materiales y métodos desde hace años.

Como uno lee en Finestre sull'Arte, "La práctica de Camoni es polifacética, y va del dibujo al vídeo, de las impresiones vegetales a la escultura, con predilección por el uso de la cerámica, incluida la terracota policromada y vidriada. Un rasgo distintivo de su obra es la integración de objetos de la esfera doméstica o, de forma destacada, materiales orgánicos recogidos directamente de su jardín o del campo. Estas materias primas, que incluyen hierbas, bayas, flores, diferentes tipos de arcilla y ceniza, son cruciales no sólo como componentes, sino porque sus propiedades determinan los tonos naturales que caracterizan sus obras, recordando la tierra y la vegetación que el artista incorpora a sus esculturas. Por ejemplo, el artista utiliza una mezcla de arena de río, tierra y ceniza vegetal para esmaltar la porcelana o el gres".




Y es que el paseante busca una explicación a estos trabajos que le dejan admirado. Porque el marco donde se exponen estas figuras de la naturaleza, en parte vegetales, en parte humanas, en parte arquitectónicas, subyugan. Uno se siente atraído por ellas. Impelido a recorrer los espacios por delante y por detrás de las figuras, a establecer un diálogo: quiénes sois, de dónde venís, qué encarnáis, qué mensaje transmitís. O bien: ¿Sois mujeres o florestas? ¿Barro o esmaltes? ¿Personajes que crecéis o que disminuís? ¿Rostros o máscaras? ¿Voces ancestrales o lenguajes actuales? ¿Columnas o cariátides? ¿Personificaciones o sueños? ¿Mesopotámicos, griegos o etruscos? 

El Museo Patio Herreriano ha titulado a la muestra Erguidas, yacentes. En efecto, esta es la visión exterior, si uno se atiene a la manera de ocupar el espacio las obras. Pero ambas posiciones son siempre expresión de vida. O del fin de la vida. La combinación de todas estas figuras, que se hacen o se deshacen, con la estructura demediada de la capilla original, de lo que queda de ella, es idónea. Parecen tal para cual. Todo se yergue en esta sala. De ahí que el paseante no vea manera de salir del recinto, o no quiera, porque en cada vuelta entre los muros y las figuras, las luces y el calor que cree percibir -y si solo lo imagina también es sensación- procedente de los colores y texturas de los materiales, uno se siente atrapado, desbordado por las formas, identificado con tanta bella recreación. Disfruta y goza.





Chiara Camoni poetiza sobre su propia visión de las obras realizadas, no solo de las expuestas aquí:

"Los árboles del bosque.
Los cuerpos de las Korai.
Una nave central.
Las columnas del patio.
Los ángeles caídos.
Un jardín.
Las serpientes.
La mirada que pasa
indiferente.
El fluir de la mente.

La cabeza de la Medusa.
Las medusas y las serpientes.
Los cuerpos amontonados, los cuerpos desechados.

La escultura se convierte en arquitectura,
se convierte en espacio. Luego también se convierte en
cuerpo. Quizás en carne.
La inteligencia de la materia,
escribe Laura Tripaldi. La materia
nos informa.

Me dice cosas, sugiere
formas. Me ofrece el tiempo de las
certidumbres y el tiempo de la decadencia.
El árbol se abre y las
luces se encienden, dice Annie Dillard.
Estamos en una masacre continua,
solo podemos volvernos
indiferentes a ella, como el
mundo mismo es indiferente. O como seres morales, 
le damos la vuelta al coleóptero para que no muera".
























1 comentario:

  1. No había oído hablar de ella. Te agradezco el documento porque realmente es muy, muy completo. Buenas imágenes entre arcos ojivales.
    Es para perderse un fin de semana, lo he hecho en otras ocasiones, por allí.
    Gracias
    Salut

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