lunes, 31 de marzo de 2025

Noemí Sabugal y su Laberinto mar en la Fundación Segundo y Santiago Montes

 


Remitido por la Fundación Montes:


Presentación de Laberinto mar, de Noemí Sabugal
Viernes 4 de abril 20.00
Fundación Segundo y Santiago Montes
Calle Núñez de Arce, 9



Laberinto mar (Alfaguara 2024) es un retrato de nuestro país a través de sus costas. ¿Su género literario? La editorial Alfaguara lo define como “narrativa basada en hechos reales”, una mezcla de libro de memorias, ensayo y reportaje periodístico. ¿Sus personajes? Cazadores de ballenas, piratas, pescadores que se juegan la vida en el mar como medio de sustento, mariscadoras… ¿Los sucesos destacables? Naufragios, descubrimientos de nuevos mundos, migraciones, narcotráfico, tesoros escondidos en barcos encantados…Todo bajo la mirada de una autora que elabora esta travesía literaria con las herramientas del mejor periodismo, movida por los vientos y por la capacidad de fascinación que solo tienen las cosas que nunca comprendemos del todo. 




Posee este libro además un componente emotivo, sobre todo cuando la autora cede protagonismo a las voces más adecuadas para contar cada historia, como ocurre en los libros que son referencia para ella, desde los de Svetlana Alexiévich hasta los de Leila Guerriero, por citar dos autoras. A pesar de su peso enciclopédico, Sabugal consigue que la lectura resulte ligera y, a ratos, adictiva. Algo semejante había conseguido con Hijos del carbón, la obra que la consagró en el panorama editorial de nuestro país y que justifica estas palabras que Alfonso Armada le dedicó en Babelia: 'Sabugal destila buena prosa y lirismo contenido'. 





Noemí Sabugal (Santa Lucía de Gordón, León, 1979), a pesar de su juventud, posee una obra variada y numerosa. Además de Laberinto mar, es autora del ensayo literario Hijos del carbón (Alfaguara, 1920), en el que contó sus viajes por las cuencas mineras, el cierre de las últimas minas y sus recuerdos como hija y nieta de mineros. Ha cultivado también el género narrativo en novelas como El asesinato de Sócrates y Al acecho, con el que ganó el Premio de novela Felipe Trigo. El Premio de Periodismo Francisco de Cossío es otro de los galardones que ha obtenido. Desde Ponferrada, donde reside habitualmente, colabora en El País y otros periódicos. Su obra narrativa aparece diseminada en forma de relatos breves en numerosas antologías, entre otras, Contamos todas, selección de cuentos de autoras de Castilla y León.









jueves, 27 de marzo de 2025

Danzando para las nubes, no solo para la luna



Terpsícore, la que ama la danza, es la musa que ya Hesíodo nombraba en su obra Trabajos y días. Si la musa viera la escultura Danzando para la luna que la artista Ana Hernando creó y está situada en la Avenida de Segovia, no se sentiría disgustada. Al contrario. seguramente gustaría de contemplarse así, libre de aderezos, sin la corona de plumas de colores, sin la cítara, sin la intención de seducir al dios-río Aqueloo. Con una desnudez que presta más atención a las formas y sobre todo al movimiento, que al detalle de facciones, por ejemplo. Pero ¿solo está danzando para la luna? Un título muy poético que, sin embargo, en días de finales de invierno y de la recién estrenada primavera habría también que convertir en una evocación hacia esos cielos que han traído gustosa lluvia para la tierra. Pero, sobre todo, a esta representación de movimiento grácil y sutil le gustaría verse más como mujer que como musa. 

Y es esa disposición de sus brazos, buscando trazar una posición lunar, lo que consigue un simbolismo femenino y creativo. El canto a la luna lo es también a los sueños, a los deseos, a la creatividad artística. ¿Y por qué no también a la integración superior de la mujer en la historia, que jamás antes se había alcanzado, al menos en Occidente? En ese sentido la escultora no ha buscado el detalle que sitúe a la mujer en un rol o en un arquetipo, y el tono poético habla por sí solo y el movimiento es el verdadero cuerpo de la escultura.
 



Y es que la escultura lleva un subtítulo: Homenaje a la mujer contemporánea. Su ubicación está a la salida del túnel viejo de peatones, aún en uso, que ha comunicado desde hace más de siete decadas el centro con el barrio de las Delicias, y viceversa. Más en concreto de la calle Labradores a la Avenida Segovia.  Elevada sobre un pedestal a la altura de la calle Mallorca, es sin duda una escultura que ha gozado en sus 25 años de existencia de numeroso tránsito cotidiano de vecinos. Hoy, con el nuevo paso de la integración ferroviaria este tránsito puede mermar algo, pero no creo que la escultura pierda por ello. Habrá quien objete que no debería haberse situado junto al borde del túnel de vehículos. No veo por qué tendría que estar mal. Esa confluencia permite tener telón de fondo abierto. Su valor añadido es precisamente la contemplación casi inevitable por los peatones, aunque no se paren.











sábado, 22 de marzo de 2025

Disfrutando de la fachada restaurada del Palacio de Santa Cruz

 


"Valladolid es una antigua y hermosa ciudad donde me habría quedado para siempre. Me gustan las pequeñas ciudades antiguas. Espero acabar mis días en una ciudad como Valladolid, o como Siena, una ciudad en la que el pasado del hombre está grabado en cada piedra". Esta cita está grabada en una piedra en el pequeño jardín adjunto a la fachada del Palacio de Santa Cruz y es de Leonardo Sciascia, el sagaz escritor siciliano. Es de suponer que se le ocurriera a propósito de alguna visita que hiciera a nuestra ciudad.





La palomas y el cedro se deben traer un diálogo provechoso. ¿Hablarán de la primavera en ciernes? ¿De las lluvias? ¿De que es un día de asueto en que los niños de los colegios han desaparecido de la plaza? Ni el cedro ni las palomas saben de historia del arte pero sí de que por fin, tras meses de reparaciones, los andamios del monumento vecino han desaparecido y la fachada del Palacio de Santa Cruz luce otras tonalidades de piedra.

Lo que se llama ahora Palacio de Santa Cruz es en realidad el Colegio Mayor que fundara en 1482 el cardenal Pedro González de Mendoza. Actualmente es uno de los monumentos señeros de la ciudad. Aunque en la fachada recién rescatada de la incuria del tiempo hay elementos de diversos estilos y épocas lo que predomina es un giro renacentista proveniente de la mano de un innovador, el arquitecto Lorenzo Vázquez de Segovia. Toda la fachada es la presentación de un interior que, con su armónico patio de tres cuerpos, de por sí ya piden otro reportaje fotográfico. ¿Gustaría al primitivo benefactor y al arquitecto el efecto de la fachada tras las labores de limpieza y corrección? Satisfechos estarían ahora si vieran que tras cinco siglos sigue en pie, porque hay que ver los usos y ocupaciones que ha tenido durante tanto tiempo. 





El cuerpo principal, con la entrada al edificio, es lo más trabajado. Domina la decoración de lo que se denominó almohadillado florentino, por ser este un recurso utilizado en la arquitectura de Florencia y Bolonia. Unos contrafuertes decorados en parte con elementos góticos sitúan una portada en cuyo tímpano aparece la figura del cardenal fundador arrodillado ante Santa Elena. Por encima del balcón superior, con un toque neoclásico posterior, se muestra el escudo de los Reyes Católicos, acompañado de dos escudos laterales, del cardenal Menoza y de los Figueroa. Pero todo esto se puede encontrar en libros o en internet y solo lo consigno para apoyar unas fotografías y saciar la curiosidad inmediata de quien se acerque a leer esta reseña.

Aunque ya lo he citado en otras ocasiones, solo recordar que aparte de dependencias administrativas del rectorado de la Universidad se encuentra ubicada la Biblioteca histórica y el Museo de Arte Africano de la Fundación Arellano Alonso, que no tiene pérdida. El patio es ya de por sí una joya. Es de esperar que la limpieza y reparación de elementos de la estructura de la fachada permitan una buena vida durante las próximas décadas para el edificio.














martes, 18 de marzo de 2025

La quietud de Mahatma Gandhi en el Parque de la Paz del barrio de Las Delicias. Una obra de Ram Vanji Sutar

 



He aquí un icono de la resistencia no violenta. Mahatma Gandhi, figura relevante y universal del pacifismo, que no de la pasividad, ya que fue un líder fundamental en vertebrar la lucha por la independencia de la India del colonialismo británico, tiene una escultura en Valladolid. De aquel símbolo liberador para su país también se convirtió en representativo de la defensa de los derechos civiles y posteriormente se le ha considerado en todo el mundo como una representación de la fraternidad entre los pueblos.

La estatua se halla ubicada en el Parque de la Paz del barrio de las Delicias, un parque amplio casi en el extremo sur del barrio. Parece y no parece Gandhi. Acostumbrados a las fotografías y esculturas bastante realistas de su personalidad física no vemos aquí al Gandhi flacucho, de apariencia apocada, encogido y con gafas, de sus últimos años de vida. Este es un Gandhi inusual, en la mentalidad occidental diríamos que señorial, por la iniciativa del escultor indio Ram Vanji Sutar, que lo concibió de otra manera diferente. Sentado en la posición del loto, concentrado y relajado, más bien parece meditar con una sabiduría oculta sobre lo acontecido después de su muerte. Tanto en su país como en el resto del planeta. El autor de la obra parece transmitirnos un Gandhi menos político y con un halo más espiritual o filosófico, digamos.




La historia de esta estatua tiene que ver con la inauguración de la Casa de la India en Valladolid en 2001, por un acuerdo entre el Ayuntamiento y la Embajada de aquel país. Fue un regalo de esta a la ciudad. Y un homenaje desde quienes acogemos la memoria de aquel hombre decidido y crucial en la historia del siglo XX. La obra está realizada en bronce y colocada sobre un pedestal al que le falta la placa inaugural y rezuma feos grafitis por todas partes. 

Del escultor Ram Vanji Sutar, que acaba de cumplir cien años, dice el libro La escultura pública en la ciudad de Valladolid de José luis Cano de Gardoqui y otros: "Para Ram Vanji Sutar cada creación es única y refleja la singularidad de la obra de arte, manteniéndose fiel a su propia conciencia y al momento de diseño que surge de su narrativa personal. En consecuencia, esta obra abraza el concepto de compromiso con la fidelidad a los principios de Gandhi y la percepción única de cualquier obra de arte. La escultura de Valladolid se integra a la perfección con estas ideas del autor". 

Si la escultura sirve para mantener vivo un vínculo en el país asiático y nuestra ciudad, en una época en que la mundialización nos acerca a todos, su instalación y preservación habrán merecido la pena.




Estas fechas de fin de invierno no han sido las mejores para captar el entorno de la plaza. Hay hierba pero también muchas jardineras enormes que aún carecen de flores. Los árboles todavía no han echado follaje. También se observa una amplia zona vallada, ignoro por qué, acaso obras en ciernes. El parque de la Paz que limita por un lado con la zona de los viejos cuarteles y el extenso área donde se están levantando nuevas edificaciones, y por otro lado con la calle Arca Real va a suponer más todavía en el futuro próximo un espacio de solaz agradecido y agradable para los vecinos del entorno.

Cuando uno pasea por delante de la imagen de este líder universal no puede dejar de pensar si aquel hombre tiene aún significado para nosotros. ¿Qué inspira en estos tiempos de tambores de guerra, o de propuestas de rearme, un icono de la resistencia pacífica? ¿Qué nos está diciendo esta especie de clarividente que se tuvo que enfrentar a una potencia tan acaparadora que disponía de India y otros territorios a su antojo? ¿Nos llega el ejemplo de un individuo honesto que reivindicaba ética junto a su acción política? ¿Nos pide reflexión sobre principios insoslayables del individuo que no se respetan en muchas partes y corren riesgo serio en otras? ¿Queremos ver en la escultura una invitación a vincular pensamiento y acción consecuente que nos permitan ser más felices? La quietud de Mahatma Gandhi no es la quietud del durmiente, sino la de quien quiere vivir despertando.





El estudioso vallisoletano de la vida de Gandhi Jesús Ojeda escribe en la revista digital Política NoViolenta:

"Mahatma Gandhi era un ser real de carne y hueso, que fue creciendo en originalidad y en excelencia de humanidad, hasta convertirse en alguien, como afirmaba el historiador norteamericano Stanley Wolpert, con «poderes inspiradores para la convivencia en paz de nuestro tiempo». Su vida es un testimonio ejemplarizante al que se vuelven los ojos para encontrar una clara referencia a las virtudes humanas para resolver los conflictos de convivencia en la sociedad y con la naturaleza. 

La imagen de Gandhi va unida también a la de los grandes comunicadores de su tiempo, al ejercer una gran influencia en muchos de los sectores de la sociedad india y occidental. Ya en 1949 el escritor inglés George Orwell comentaba en sus Reflexiones sobre Gandhi: «Uno puede sentir, como yo, una especie de disgusto estético por Gandhi, uno puede rechazar las afirmaciones de santidad hechas en su nombre (por cierto, él nunca hizo tales afirmaciones), uno puede también rechazar la santidad como un ideal y por lo tanto, creo que los objetivos básicos de Gandhi eran antihumanos y reaccionarios: pero considerado simplemente como un político, y comparado con otras figuras políticas destacadas de nuestro tiempo, ¡qué olor tan limpio ha logrado dejar tras de sí́!». Esta estela ha sido una constante en las valoraciones de los que se han relacionado con él tanto en Sudáfrica como en la India, y sigue siendo hoy todo un referente en la resolución pacífica de los conflictos sociales".

Con el título de Historia de la iconografía de Gandhi. El mercado de su imagen hablará Ojeda el próximo jueves 20 en la Casa Revilla.










lunes, 17 de marzo de 2025

Miguel Casado y Pilar Martín Gila presentan sus libros en la Fundación Montes el próximo viernes 21

 




Remitido por la Fundación Segundo y Santiago Montes:

Presentación de La belleza de la escritura, de Miguel Casado

y de La belleza de llevar un niño en brazos, de Pilar Martín Gila 

Viernes 21 de Marzo a 20.00 horas

Fundación Segundo y Santiago Montes


Según Miguel Casado, autor de La belleza de la escritura, de la belleza casi no se puede hablar, aparece y se pierde en un momento, en un lugar, en una experiencia. La belleza de la escritura surge en el encuentro de un texto y un lector, y dura mientras el encuentro dura. Así, este libro atraviesa otros muchos libros, registrando esos contactos con lo singular, con una voz, la huella de la mano que escribe. La belleza de la escritura procede de la energía que pone una lengua cada vez en acción. Aparece en la intensidad y la tensión de las palabras, en su condición irrepetible, móvil, cambiante; en el filo de los detalles materiales, en la carencia y la violencia de la expresión, en su súbito impacto, cuando la escritura tiene vida propia, cuando se muestra como “lo que no se detiene”. 

Tal vez La belleza de llevar un niño en los brazos, de Pilar Martín Gila, pueda parecer un título enigmático, pero la acción que describe y la sensación que refiere, llevar un niño en los brazos, su belleza, es una experiencia que todos hemos tenido alguna vez. Su peso, su tamaño, su confianza al ser abrazado. No solo tenerlo sino portarlo de un sitio a otro, trasladar un sentido hacia otro, una metáfora, que, en su mero acto, es hermosa; la palabra transporta, lleva su inocencia de aquí hasta allí. Atravesar el bosque con un niño en los brazos, cabalgando, como vio Goethe. La protección y el cuidado que viene de lo frágil y que va a lo frágil. El niño siente el latido del espíritu del bosque, siente su deseo, la piel del ogro. Este libro es un traslado, un inacabable llevar la palabra a otro lugar, al que renace, al orate, al insumiso. 




Miguel Casado, colaborador de la Fundación Segundo y Santiago Montes desde su inicio, es poeta, ensayista y traductor. Su obra poética se recogió en el volumen Deseo de realidad (2023). Su obra ensayística se ha dedicado esencialmente al análisis de la poesía contemporánea con títulos como Del caminar sobre hielo, La ciudad de los nómadas o Un discurso republicano, además de numerosas ediciones críticas, como las de Antonio Gamoneda o José Miguel Ullán. Ha traducido a Verlaine, Rimbaud, Bernal Nöel o Liu Xia, entre otros. 





Pilar Martín Gila es autora de los libros de poemas Para morir ahora, Demonios y leyes, Atrabilis, Otro año del mundo y La triste figura de las batallas…, y ejerce la crítica literaria en El Norte de Castilla, Cuadernos Hispanoamericanos, Quimera y El Mundo, entre otros. Ha colaborado también en varias obras del compositor Sergio Blardony y la improvisadora Chefa Alonso.










domingo, 16 de marzo de 2025

Heraldos de la primavera

 



Los heraldos de la primavera se han exhibido estos últimos días por la ciudad. Ni el Campo Grande ni las riberas del Pisuerga -en este caso se advierte una imagen del Puente Colgante- podían ser ajenos al florecimiento. Los heraldos nos dicen cada año que los árboles nunca mueren o si lo hacen son resistentes hasta el final. ¿Son los árboles metáfora de los hombres o nosotros réplica de ellos? Nos antecedieron en la vida y crecimos a su amplia sombra material. Haciendo uso y abuso de ellos. Hoy siguen ahí, no han perdido espacios urbanos. Su queja frecuente es llamarnos analfabetos. Apenas distinguimos entre especies, aunque ellos, pacientes y misericordiosos, nos perdonan. Con la eclosión de su fronda parecen decirnos: tenéis una oportunidad para acercaros y saber más de cada uno de nosotros. Que el tráfago automovilístico y callejero no os haga ignorarnos. Venid a admirarnos y no solo a cobijaros cuando pegue la canícula. Yo, al menos, cuando contemplo la floración es lo que escucho de su tímida voz. He ahí la belleza al alcance de nuestros sentidos, me digo.









martes, 11 de marzo de 2025

El Caballo de Troya de Valladolid, de casa noble a posada que albergó a George Borrow. Hoy, a la venta

 



"Paramos en la Posada de las Diligencias, edificio magnífico; pero a los dos días de llegar nos fuimos de ella muy gustosos, porque el alojamiento era malísimo, y la gente de la casa por demás grosera. El dueño, hombre de talla gigantesca, de enormes bigotes y de marcialidad afectada, debía de creerse un caballero demasiado principal para fijar la atención en sus huéspedes, de los que, a la verdad, no andaba muy recargado, porque solo estábamos Antonio y yo. Era persona importante entre los guardias nacionales de Valladolid y se recreaba pavoneándose por la ciudad en un corcel pesadote que encerraba en una cuadra subterránea.

Trasladamos nuestros reales al Caballo de Troya, posada antigua, a cargo de un vascongado que, al menos, no se creía superior a su oficio. Las cosas andaban muy revueltas en Valladolid por creerse inminente una visita de los facciosos. Barreadas todas las puertas, construyeron, además, unos reductos para cubrir los aproches de la ciudad. Poco después de marcharnos nosotros, llegaron, en efecto, los carlistas al mando del cabecilla vizcaíno Zariategui. No encontraron resistencia: los nacionales más decididos se retiraron al reducto principal y enseguida lo entregaron, sin que en toda esa función se disparase un tiro. Mi amigo, el héroe de la posada, en cuanto oyó que se aproximaba el enemigo, montó a caballo y escapó, y no ha vuelto a saberse de él. A mi regreso a Valladolid, hallé la posada en otras manos mucho mejores: regíala un francés de Bayona, quien me prodigó tantas amabilidades como groserías sufrí de su predecesor".

Estas anécdotas son relatadas por el viajero inglés George Borrow en su detallado libro La Biblia en España. Borrow recorrió en varias ocasiones Portugal y España como difusor y vendedor de la Biblia protestante, lo cual tenía su mérito por el riesgo de no ser comprendido. Pero tamaña aventura le proporcionó un conocimiento de los lugares y del paisanaje bastante exhaustivo. Hombre culto, filólogo, escritor, dominaba varias lenguas, y no se dejaba intimidar por las circunstancias de un país que pasaba por guerras civiles. Debió parar en Valladolid en mil ochocientos treinta y seis, en plena Primera Guerra Carlista. En la referencia que hace sobre las posadas en que se hospedó, ignoro cuál sería la primera que cita. No así la del Caballo de Troya, cuyo edificio, con sus alteraciones, se ha conservado hasta nuestros días.    



El edificio data de finales del siglo XVI, siendo casa importante en sus orígenes. Un gran portalón en una fachada al estilo del almohadillado florentino permite acceder a un zaguán que a su vez desemboca en un patio. El patio tiene la misma traza de toda la arquitectura doméstica renacentista que hay por la ciudad.  Tiene arcadas en tres de los cuatro lados y un piso superior. Amplios arcos de medio punto, esbeltas columnas con capiteles toscanos, y uno de los arcos aparece cegado con una pintura que representa un caballo brioso y debajo la leyenda: El Caballo de Troya. En la portada, sobre un dintel corrido hay cuatro esculturas de animales fantásticos. El edificio disponía de sótanos, caballeriza y pozo. Todos esos espacios han sido ocupados en los últimos años por dependencias del restaurante Santi. 

¿Quieren los curiosos datos más precisos? Ahí van, según la Guía de Arquitectura de Valladolid dirigida por Juan Carlos Arnuncio: "En 1578 era propiedad del doctor Paulo de la Vega, quien mandó edificar su patio al albañil y yesero Francisco Navarrete según la traza hecha por Pedro de Mazuecos. En 1539 se mandó edificar la portada contratando la construcción al maestro de cantería Juan de Mazarredonda". No cabe duda de que en aquella época debió haber en la ciudad una pléyade de constructores, arquitectos, albañiles y gentes de oficios vinculados a la edificación. Muchas de sus obras se han perdido para siempre, otras, más o menos respetadas, han llegado hasta nuestros días.




Del primer propietario de la casa cuenta María Antonia Fernández del Hoyo en Casas y palacios de Castilla y León: "Conocida habitualmente como Posada del Caballo de Troya, nombre que también llevó la calle en que se sitúa, hasta hace muy poco se desconocía todo lo relativo a esta casa y sus propietarios. Hoy sabemos que fue construida por un médico de renombre, el doctor Paulo de Vega, natural de Tordehumos, que se doctoró en la Universidad de Valladolid en 1566 y murió en esta misma ciudad en 1614. No es mucho lo que se conoce de su vida excepto que poseía numerosos bienes en su villa natal y otros lugares, que en su casa, como en tantas otras de su época, había al menos un esclavo, y que su fortuna se evaluó en más de 15.000 ducados". 

A lo largo de la historia este edificio debió tener diferentes usos y habitados por distintos vecinos. En algún momento el edificio noble se convirtió en posada, tal como ya la conoció Borrow. En las últimas décadas hemos visto en él tiendas y posteriormente restaurante. Pero parece ser que el viejo edificio noble sale a la venta por tres millones de euros, según noticias de prensa. Situado en la calle Correo, detrás de uno de los laterales de la Plaza Mayor, confraterniza con numerosos locales de hostelería. ¿Qué será será cuando pase a las manos del nuevo comprador?




No me resisto a transcribir unos párrafos del libro Urbanismo y arquitectura de Valladolid en los siglos XVII y XVIII, de María Dolores Merino Beato, donde incide en la importancia de los lugares de alojamiento y comida de la ciudad en siglos pasados:

"Aun siendo Valladolid ciudad con diversidad de funciones, la comercial le dio una impronta indeleble. No solo por el diltado espacio material que comprende el Mercado, sino por la existencia de casas que acogen a los forasteros que vienen con su mercancía, y por el importante número de figones, tabernas, botillerías, pastelerías y mesones que ofrecen excelentes manjares y bebidas.

Las posadas y mesones se sitúan en áreas próximas a las del Mercado. Así tenemos la Casa del Caballo de Troya, el Mesón de los Zepos y el Mesón del Vizcaíno en la Rinconada. Diferentes casas de comidas y figones  en el Malcocinado, cerca del actual Mercado del Val. Otros mesones hubo en la calle de Magaña, el Mesón de Magaña, y cerca del Arco del Campo, en la calle de Santiago, Mesón de Zerón y Mesón de Rentisca. Estos tres últimos fueron habilitados, en algunas ocasiones, para cuarteles.

Abundaron también las posadas para estudiantes, en la calle de la Solana Alta, Portugalete y la Antigua. Otras posadas acogían a los litigantes, mientras resolvían sus asuntos en la Real Chancillería. Tenía fama Valladolid de rica pastelería. Tiendas de dulces hubo en la Plazuela Vieja, en la Rinconada y en la calle de Olleros".