La idea era admirable y correcta. Recuperar las dependencias de lo que fue la Azucarera Santa Victoria y entorno como parque y como dotaciones de uso público. Pero las prisas electoralistas de hace casi una década dejaron la labor demediada. O menos que demediada. O acaso no se tenía un compromiso claro de futuro. En mi opinión no hay recuperación duradera y posible de edificios históricos obsoletos si no se les da un uso. Y en el llamado Parque de las Norias de Santa Victoria apenas se ha dado uso a unas pocas dependencias. Unas pistas de pádel, un rocódromo y un estanque para practicar modelismo naval parecen un pobre bagaje para mantener vida arquitectónica y social. Hay que hacer mención aparte, pues se le ha concedido un carácter cultural, de la casa chalé que fue en su día vivienda del director de la fábrica y que ahora ocupa espléndidamente la Fundación Jorge Guillén.
Mas el proyecto sigue siendo válido. De hecho ha cuajado más como zona ajardinada de expansión, frecuentada por vecinos pero no en exceso, que en cuanto a la ocupación de usos. Es de suponer que tampoco será fácil encontrar estos, pero la proximidad a la llamada Ciudad de la Comunicación que, lentamente, ha ido emergiendo podría proporcionar salidas imaginativas. La zona verde es acogedora y la nobleza, una vez más, del material imperante en las paredes de los edificios, el ladrillo, y la estética brillante con que se aplicaron en su día en las fachadas y laterales de los edificios industriales armoniza a la perfección. Solo rota por el estado de deterioro cada vez mayor y peligroso.
Muchos vallisoletanos hemos visto en funcionamiento la Azucarera Santa Victoria, cuya actividad cesó en el año 2000. ¿Quién no recuerda, si alguna vez o con frecuencia fue por allí, las largas colas que, cuando llegaba la temporada de recogida de remolacha, se formaban día y noche con tractores y camiones invadiendo las calles del entorno? De aquella actividad pujante, que duró prácticamente un siglo, se pasó a la obsolescencia cuyos restos se nos muestran.
Cuenta la historiadora María Antonia Virgili Blanquet en su obra Desarrollo urbanístico y arquitectónico de Valladolid (1851-1936):
"...Los planos de la Azucarera Santa Victoria iban firmados por el director gerente C. Escobedo, quizá ingeniero industrial, aunque no lo sabemos con seguridad. El emplazamiento elegido está fuera del casco de la población, los terrenos limitan la línea del ferrocarril del Norte, el camino municipal de la estación de Ariza y el camino de servidumbre llamado de los Tramposos. Era propiedad de la Sociedad Industrial Castellana y se le concede la licencia en marzo de 1899. En la memoria del proyecto aparecen por primera vez preocupaciones estéticas en este tipo de edificios, intentando que presente 'un aspecto de buen gusto como construcción industrial'. Está formado por dos grandes naves paralelas unidas por una tercera perpendicular, la fachada principal da al camino de Simancas, los materiales son mampostería y ladrillo y destaca ya la cubierta formada por cuchillos metálicos sistema Polonceau."
"La utilización del ladrillo del ladrillo tenía ya en Valladolid una tradición casi secular, no es una innovación por tanto su uso, pero sí cabe hacer hincapié en la frecuencia con que este aparece cuando se trata de construcciones industriales. Hay ejemplos destacados en las fábricas de harinas del Canal y veremos cómo continúa apareciendo a lo largo del primer tercio del siglo XX. La fábrica de azúcar se instaló con todo tipo de adelantos, la maquinaria era casi toda ella de vapor y fue proyectada e instalada por la casa Fives-Lille, de París, que en aquellos momentos iba a la cabeza de las que se dedicaban a esta clase de construcciones"
Dejemos que la mirada de los que paséis por este blog se detenga en las fotografías que muestran el escenario de lo obsoleto. Solo veinticuatro años del cierre de la azucarera y el tiempo castiga sin contemplaciones. Sin embargo no sé qué tiene la ruina que siempre parece bella. Pero a la ruina hay que salvarla de que acabe desplomándose, porque entonces no habrá contemplación alguna. Ni restos que aún puedan ser explicados a nuevas generaciones como ejemplo de actividades fabriles importantes en la historia de una ciudad. Ya he citado antes la mejora del entorno con ese acompañamiento verde que debe mantenerse también y hacerlo crecer. De hecho, algunos árboles ya provienen del tiempo de vida activa de esta industria.
Animo a cualquier paseante que se acerque a contemplar el parque que quiere serlo íntegramente. Está situado en un confín del Polígono Argales con el Camino de la Esperanza, junto a ese paso peatonal intrincado que hay para salvar el ferrocarril desde La Farola.
Es curioso como los grafiteros ensucian la maquinaria con pintadas, pero ninguno lija, pinta y da brillo a aquello. Será que ensuciar es más barato que limpiar.
ResponderEliminar¿Más barato para el que ensucia? Creo que también ensucia su mente, es decir su visión de la vida colectiva y los necesarios valores del civismo.
EliminarDe todos modos, visto desde otro ángulo, los espacios y monumentos más abandonados son siempre objeto de atracción para el vandalismo. Los que están en buen estado, también, por supuesto, pero no con tanta frecuencia, aunque hay vándalos asociales para todo.
Paseante:
ResponderEliminaruna lástima que no se aproveche mejor un espacio tan grande.
Salu2.
Lástima total, porque el espacio tiene sus buenas dimensiones, la zona verde es un logro, está bien comunicada y se halla entre barrios populosos, pero todo rescate urbanístico exige fuerte inversión y proyectos viables que mantengan usos.
EliminarC'est un endroit extraordinaire à visiter et spacieux ! Il est certain que l'investissement pour le transformer sera énorme.
ResponderEliminarEn effet, il faudrait être clair sur les finalités auxquelles il peut être utilisé et l'investissement économique serait très élevé. Mais si aucune solution n’est trouvée, cela aboutira à une ruine totale.
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