"Villa por villa en el mundo
cuando los años felices
brotaban de mis raíces,
tú, Valladolid profundo".
Puede parecer un simple poema escrito en los infolios que el poeta Jorge Guillén sostiene sobre sobre las rodillas de bronce, pero tiene su enjundia. Vincular la infancia con la felicidad, siempre relativa pero más alcanzable si cabe en las edades tempranas, no es una mera licencia poética sino una honda reflexión. Tal vez la profundidad de Valladolid que menciona sea la propia del hombre. Esa hondura que se va dando en los primeros años de la vida, que nos parecen rodeados de sencillez y carencia de responsabilidad. Pero ¿hay algo que marque más para siempre que lo vivido en esos años? El poeta Guillén, que lo sabría sobradamente, lo asocia a su propia ciudad natal, donde vivió un tiempo. Entonces, una ciudad ¿es profunda por el mero hecho de existir y tener un nombre o por cuanto recibe de sus pobladores?
Esa estrofa forma parte de las agrupaciones de versos que bajo el título de Tréboles se pueden hallar frecuentemente en el poemario Clamor de Jorge Guillén. Es la excusa para justificar el bajorrelieve que labró el escultor Luis Santiago Pardo para ser colocado en la fachada del número 8 de la calle Constitución donde vivió Guillén. Con esta lápida de 1993 se conmemoraba el centenario de su nacimiento. El escritor, en actitud austera pero expresiva, parece recitar sus versos. El escultor se aplicó en su visión figurativa, y nada mejor que añadir aquí lo que escribe José Luis Cano de Gardoqui García en su obra Escultura pública en la ciudad de Valladolid:
"El bajorrelieve muestra de forma fehaciente las constantes formales desplegadas por Santiago al servicio de una producción predominantemente figurativa, que ha ido evolucionando hacia un expresionismo no exento de cierto contenido simbólico. El rigor escultórico, la armonía de proporciones, el naturalismo que emana de la actitud y de los rasgos fieles del personaje retratado son características formales tamizadas por el escultor mediante una textura rugosa, dinámica, que acentúa el carácter expresivo de la obra, revelando al mismo tiempo el ritmo del propio proceso creativo del artista".
Tal vez mucha gente no se detenga ante este u otros relieves que hay en edificios de la ciudad donde nacieron o vivieron personajes significativos de la cultura. El recordatorio del personaje en el edificio debería servir para motivar conocimiento sobre la aportación del poeta. Su obra poética sigue siendo de las más originales y perfectas que se hayan escrito en nuestra lengua. La casa de Constitución, como todo el mundo sabe, se haya ubicada en el corazón histórico de la urbe, tan próxima a la Plaza Mayor y en una zona comercial que rebosa día a día de tránsito de viandantes. No sé si su poema Plaza Mayor, del poemario Cántico, se refiere a nuestra plaza, pero con las connotaciones que hay en el poema me apetece traerlo aquí:
PLAZA MAYOR
Calles me conducen, calles.
¿A dónde me llevarán?
A otras esquinas suceden
Otras como si el azar
Fuese un alarife sabio
Que edificara el compás
De un caos infuso dentro
De esta plena realidad.
Calles, atrios, costanillas
Por donde los siglos van
Entre hierros y cristales,
Entre más piedra y más cal.
Decid, muros de altivez,
Tapias de serenidad,
Grises de viento y granito,
Ocres de sol y de pan:
¿Adónde aún, hacia dónde
Con los siglos tanto andar?
De pronto, cuatro son uno.
Victoria: bella unidad.





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