viernes, 11 de octubre de 2024

Y Don Pío también en la explanada del Museo de la Ciencia

 


Aquí, Don Pío mira a la ciencia. Bueno, él que tanto practicó y no solo contempló la técnica y la ciencia parece estar rindiendo homenaje al objeto al que dedicó su existencia. Esta vez representado por uno de sus paradigmas didácticos, el Museo de la Ciencia de Valladolid.

La escultura en bronce, de tamaño mayor al de una persona normal, adquiere un aire naturalista, y es obra del escultor vallisoletano Luis Santiago Pardo, del cual hay unas cuantas obras más por la ciudad. Por ejemplo, el conjunto del Poniente dedicado a Jorge Guillén, que ya he sacado en otra entrada.

El paseante no puede reprimir la asociación de ideas, que a la vez es dispersión, y pensar en lo que transmiten obras dedicadas a prohombres políticos o militares del pasado, retratados con mucha prestancia y poderío, pero que vaya a saber usted si debieron ser tan dignos de reconocimiento como este humilde sabio de Portillo. Aquí el escultor le reviste de una normalidad sobre la que apenas nos interesamos. Como si hubiésemos conocido de toda la vida a un personaje así, tal el médico que fue a visitarnos alguna vez a casa. Un hombre trajeado, de aspecto sumamente cuidado, con las gafas en el bolsillo de la americana, las piernas en distinta posición de transeúnte tranquilo, con una mano en un bolsillo del pantalón y otra sujetando unos papeles, dando la impresión de ser un caminante despreocupado y la vez yendo en dirección clara a sus objetivos científicos. Ah, y una mirada entre dos mundos, el del continuo estar dando vueltas al conocimiento que le proporcionan sus investigaciones y a la conducta que como hombre ordinario debe mantener en medio del tráfago de acontecimientos que le tocó vivir con pasión y con harto dolor.

¿O tal vez se dirige a un encuentro de sabios con Albert, el sabio de Ulm, que parece esperarle sentado en un banco al otro lado de la plaza? 









6 comentarios:

  1. Un hombre que merece su estatua. Para rendirle homenaje por supuesto pero sobre todo para que la gente que pasa por allí lo conozca y no lo olvide. Cuesta ver al señor Einstein sentado a lo lejos, ¡afortunadamente lo mencionas! Bonne journée.

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    1. Otro día te lo traigo para que le saludes y le Guten Morgen, Herr Einstein.

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    2. Ah ah ah ah! Te estoy esperando!

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    3. Pero no le menciones la ecuación de la teoría de la relatividad, está cansado de contársela a los transeúntes.

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  2. Paseante:
    está muy bien reconocer y enaltecer a los sabios.
    Debería haber más.
    Salu2.

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    1. Los hay, siempre los hay, ya lo creo. Seguro que tú conoces a más de uno, pero algunos son imprescindibles y trascendentes (de la verdadera trascendencia, no de la metafísica)

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