viernes, 2 de agosto de 2024

La cara oculta de los viejos edificios

 


Todos los edificios tienen su cara oculta. Curiosamente ese rostro imperceptible solo se hace ver cuando mueren. Cuando llegan las máquinas del derribo y revelan sus intimidades. Son las fachadas protegidas las que, al no quedar derruidas, dejan ver por algún tiempo, en lo que dure el alzado del nuevo edificio, las interioridades. Los locales o las viviendas que hubo en cada piso hablan del tipo de casero o de inquilino que los habitó.  

No busque ustedes arte significativo en las imágenes de lo que fue este edificio de la calle Mantería -aunque las fotografías están tomadas desde la calle paralela, José María Lacort- con 114 años de existencia. Sorpréndanse solo por el aspecto que ofrecen. Observen. Y reflexionen, aunque no tengan mayor conocimiento de causa. El vaciado de todo el interior, desprovisto este de armazón, alturas, vigas, pilares y demás elementos sostenedores de madera, que configuraron durante largos años el hábitat de varios vecinos, invita a un juego de resucitar comercio y vecindario. ¿Hablan la pintura o la decoración de las habitaciones al descubierto de los vecinos que las habitaron? ¿Cuántos comercios se habrán superpuesto unos a otros a lo largo de más de un siglo? Allí un bar, al lado una zapatería, puede que a continuación algún establecimiento de géneros de punto, que se decía antes, el zapatero remendón en el zaguán de un portal, acaso un relojero...El tejado desaparecido, ¿cuántas goteras conocería? Los balcones exteriores, ¿de qué paso de transeúntes serían testigos? ¿De viandantes a la actividad laboral, de mujeres a la compra, de procesiones religiosas, de manifestaciones de protesta, del tráfico de los vehículos?

Probablemente no queden ya inquilinos de otro tiempo, pero si alguno de ellos viera esa parte de atrás, ¿sería presa de recuerdos y de perplejidad? ¿O simplemente pasaría de largo ante lo que consideraría ruina?  El paseante no pasa de largo ante una contrafachada que es un testigo que tornará a la ocultación. Una mirada de excepción a lo residual.






8 comentarios:

  1. Creo que ahora se aprovecha el armazón o pared maestra de la fachada si esta tiene algún valor especial, que no sé si es el caso. En Barcelona casi todas las viviendas se construyen de esta manera, aprovechando la fachada, no sé el motivo exacto.
    Salut

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    1. Aquí las normativas dicen que hay que mantener una fachada de ladrillo de una época, supongo que según su catalogación. Tampoco puedo entrar en detalles de los criterios que disciplina urbanística municipal tenga al respecto.

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  2. Al menos dejan la herencia de su prestancia respetando su fachada.

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    1. Sí, y te lo digo con conocimiento de causa, aunque sea mero fachadismo transmite el testigo y permanece la memoria y su arte.

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  3. Es verdad, hay una curiosidad enfermiza en ver cómo vivían tus vecinos, no lo sé, pero cuando miro secciones de paredes interiores aún con su empapelado, sus respectivos cuadros, me da vergüenza: ¿tenía derecho a entrar? ¿La privacidad de las personas es así sin su consentimiento?

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    1. Pero no podemos reprimir esa curiosidad, un obsequio que nos hace la ruina. La curiosidad de frente es otra cosa. Recientemente he vuelto a ver por enésima vez la película "La ventana indiscreta", de Hitchcock. Es tan fascinante...

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  4. Paseante:
    me parece muy buena la idea de mantener las fachadas, sobre todo sin están en el caso viejo de las ciudades. Tienen su encanto y les da a las ciudades su aire único (o casi único).
    Salu2.

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    1. Es hacer que permanezca una huella visible de su origen, que no es poco. Y el ladrillo se lo merece.

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