¿Hay una identidad más clara de la calle de la Estación que el rótulo de este bar centenario? ¿Cuántos ferroviarios de otros tiempos no habrán pasado a la entrada o salida del trabajo por ésta y otras cantinas ya desaparecidas? ¿Cuántos operarios de la fábrica de gas que había en la otra acera no se habrán tomado allí su carajillo matutino? ¿Qué empleados del economato que había a la vuelta de Colón no pìsarían el local? ¿Cuántos parroquianos del barrio no harían sus recorridos cotidianos en pandilla?
El perfil histórico de la calle de la Estación fue el de los edificios de ferroviarios. No sólo en esta calle sino en varias del entorno, tanto a una parte como otra de las vías del ferrocarril, la arquitectura que se levanta entre parte del siglo XIX y parte del XX es para acoger familias de trabajadores de los Talleres y de los servicios de circulación. Compañía de Ferrocarriles del Norte de España, llamada en principio, y posteriormente, tras la guerra civil, RENFE a secas. El tradicional barrio de artesanos de San Andrés se amplió con los hogares de ferroviarios hasta lo que antes se llamó las Puertas de Tudela y ahora Plaza Circular. Y por el otro lado de las vías el barrio de Delicias acogía igualmente al proletariado del ferrocarril, incluso en mayor medida, llegando hasta el Paseo de San Vicente y Canterac. Incluso más lejos se extendía la influencia del tren, como es la zona de La Farola y su otra estación de la línea de Ariza que muchos no habrán conocido ya activa.
El ferrocarril fue el verdadero aliciente de la ciudad desde hace siglo y medio, obrando como tirón de otras empresas metalúrgicas (Talleres Miguel de Prado, Fundiciones Gabilondo), textiles y fábricas de azúcar. Un tirón importante y decisivo sin el cual la ciudad hoy no sería lo mismo.
Como se puede comprobar por las fotografías y a poco que uno se dé un paseo desde Colón a la Circular, aunque se mantienen bastantes edificios tradicionales, prácticamente casi todos ellos ya están rehabilitados, reformados o reconstruidos. Hay unos cuantos de nueva factura que desentonan con la tipología histórica y alguno de novísima creación, respetuoso con la altura antigua pero con nuevos materiales y una fachada posmoderna. Tal el que hace esquina con Panaderos, edificado seguramente pensando en lo que llamaron durante los últimos años la nueva centralidad de la urbe, todo aquello del Plan Rogers que quedó en agua de borrajas: el soterramiento de las vías y los nuevos terrenos hacia Delicias que deberían quedar liberados al levantarse los Talleres de RENFE. La calle de la Estación está abocada al sino que ha tenido durante décadas si no se soluciona el contencioso del soterramiento, que parece que no.
Cágate lorito ¡¡¡
ResponderEliminarel cartel...el cartel ...eso si que vale oro...¡
El cartel de la máquina de tren. "la ferroviaria"...jooo una pasada.
Lo pasaré a una sociedad que mira, cuida y tiene en la memoria artículos de ferrocarril.
Salut
Sí, es entrañable el rótulo del bar. Es un lugar centenario, tiene sótanos que se utilizaron como refugio cuando la guerra civil, aunque fueron escasas las incursiones aéreas republicanas. Esto era zona nacional y en los Talleres, además de ferrocarril también se repàrarban artilugios bélicos. Saludo.
EliminarDe acuerdo con Tot.
ResponderEliminarGracias por tu incursión bloguera.
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