viernes, 9 de septiembre de 2016

La soledad oteadora y slow de Arlequín




¿Qué meditará Arlequín desde su tranquila altura? Este hijo de la Comedia del Arte, ¿la estará añorando? ¿Pensará en qué habrá sido de sus viejos compañeros Colombina, Brighella, Pierrot, Polichinela...en estos tiempos locos y desenfrenados? ¿Cómo habrá ido a parar a una calle vallisoletana donde parece hallar una calma que sus convecinos no siempre encontramos con facilidad? ¿O lo suyo es otear, no sin cierta perplejidad,  el tráfago de nuestra vida urbana?




La escultura, realizada por Ángel Membiela en hierro, preside discretamente la intersección de las calles Fray Luis de León y Simón Aranda. Para su ubicación se creó un pequeño territorio con dos bancos de los que probablemente saquen rédito los alumnos de los colegios próximos a la salida de sus clases. Para mí es un acierto la inclusión de los bancos, por una parte permite mayor perspectiva de la estatua y por otra se asocia con ésta en la transmisión de la idea del slow, de la lentitud entre el ajetreo de la ciudad. Perjudica un poco la intensidad de tráfico que transcurre por Fray Luis pero el simbolismo del hombre inquieto y multifacético que se torna tranquilo queda de alguna manera a salvo. 

Tal vez sea una manía propia, pero cuando paso por allí no puedo por menos que pararme ante Arlequín para platicar un diálogo leve y sosegado.





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