martes, 15 de octubre de 2024

Diálogo transversal de dos creaciones del escultor Jorge de Oteiza

 


Del escultor vasco Jorge de Oteiza (1908-2003) existen varias esculturas en Valladolid. Dejando de lado ahora mismo la de los Dominicos de Arca real, que no conozco, me fijo en dos más accesibles que están en el centro urbano. La Macla de dos cuboides abiertos, sita en el Paseo de Isabel la Católica, en un espacio accesible junto al ábside de la otrora iglesia de San Agustín, ahora Archivo Municipal. Y la escultura que Oteiza denominó Retrato de un gudari llamado Odiseo, dedicada a su amigo personal Santiago Montes, en el jardín de la Fundación Segundo y Santiago Montes, calle Núñez de Arce. Una en piedra negra de Markina, Vizcaya, y otra en metal, de chapa recortada y soldada. Dos materiales a los que el escultor se rindió y trabajó para obtener más criaturas.

Aunque ubicadas a cierta distancia entre sí la macla y el retrato, se me antoja imaginar que ambas disponen un diálogo en busca de una identidad común. La que confiere las manos humanas, no obstante la procedencia de sus materiales pero que son transformadas en aras de los simbolismos que el escultor apetece.





MACLA. Yo, aquí en mi terraza yerma

RETRATO. Yo, en mi jardín umbrío.

MACLA. El mío es un terreno más abierto pero a la vez más introvertido.

RETRATO. Pues el mío un espacio más reducido pero más dispuesto.

MACLA. Me gustaría pasar un rato donde tú estás.

RETRATO. A mí sentirme mirada por quienes atraviesan el paseo que hay a tu vera.

MACLA. No creas, pocos se paran a observar mis movimientos. Mi tamaño no les llama la atención. y presiento que mis formas, para ellos raras, no las interpretan.

RETRATO. ¿Acaso te parece que las mías son interpretadas? A veces, cuando me miran con precaución, creo que les doy miedo.

MACLA. Somos dos incomprendidas.

RETRATO. Somos dos desconocidas.

MACLA. Hay paseantes locos que se desviven por visitarme con frecuencia. No sé contigo, pero conmigo se empeñan en hablar y conocerme de cerca. Me gusta cuando me rodean y me palpan y buscan la concavidad de mis líneas.

RETRATO. Aunque no esté tan accesible como tú a todo peatón, también hay visitantes que se detienen en el jardín y que escudriñan los planos que me returcen.

MACLA. ¿Qué les atraerá de nosotras? De mí creo que piensan que he surgido de la naturaleza tal cual, que he llegado dando tumbos hasta caer en este pago.

RETRATO. Buena pregunta. De mí que vengo de un laberinto como el de la mente humana y que me han construído a tajo seco.

MACLA. Son simples los humanos. Ignoran que dentro de sí están habitados por infinidad de seres con formas dinámicas.

RETRATO. No preguntan a su cuerpo y se creen traicionados cuando algo no funciona en ellos.

MACLA. Somos hijas del cerebro humano, no obstante los materiales tan diferentes.

RETRATO. Somos hijas de lo que dispone el cerebro humano, en este caso personificado en el artista, que es el desarrollo de la habilidad y el empeño por transformar la materia de una manera más simple o más compleja.

MACLA. ¿Tú te ves acabada? Yo, que me acompaño del viento y de la lluvia, por no decir de la contaminación, me veo duradera, pero no sé si siempre seré la misma.

RETRATO. La materia no tiene fin, aunque los cinceles o en mi caso el corte y la soldadura hayan producido imágenes que no van a ser  trastocadas. ¿Quién te dice que no envejeceré yo antes? La intemperie tampoco respeta las transformaciones a través de las que el escultor me hizo ser lo que soy.

MACLA. A veces, ¿sabes?, imagino que me vienes a visitar y que compartimos experiencias.

RETRATO. Yo en ocasiones he soñado que llegabas hasta mi jardín y nos contábamos la vida. 

MACLA. Hay tantas vidas en nosotras, antes de ser la que mostramos ahora...

RETRATO. Hay tantas ensoñaciones humanas grabadas en nosotras, antes de ser procesadas... 




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