sábado, 18 de octubre de 2025

Acaso la fachada más estrecha del caserío vallisoletano




No sé si todo lo pequeño es hermoso, como diría el economista alemán Ernst Friedrich Schumacher en un célebre libro, pero sí a veces resulta sumamente curioso. Incluso cuando pasa desapercibido. Porque ¿cuántos transeúntes, en su carrera cotidiana, se habrán dado cuenta de una fachada apretada, prácticamente hundida, que hay adherida a la iglesia de las Angustias? Compite en angostura con otro frente que se encuentra en la calle Duque de la Victoria que, perteneciendo al convento de las Calderonas en Teresa Gil, constituye lo que se dio en llamar una servidumbre, no sé si de paso, de luces o de vista. Tal vez en otro tiempo este edificio de las Angustias no fuera servidumbre sino viviendas, aunque hoy tiene todas las características de pertenecer a la parroquia adjunta. 

Por la parte de atrás, las medidas de esa estructura se amplían, como se advierte en unas fotografías que el arbolado decorativo de la calle Magaña permite ver a medias. Por cierto, por esa trasera del edificio eclesíastico, de hace más de cuatro siglos, circuló mondo y lirondo uno de los ramales del Esgueva que poco antes había sorteado la Antigua y que avanzaba jubiloso buscando al Pisuerga a través del caserío antiguo de la ciudad.











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