viernes, 29 de noviembre de 2024

Postales de otoño. Subida de la cascada

 


Misterio del inicio. Los escalones distantes y deteriorados por el tiempo sugieren una ascensión. ¿A dónde conducen? A una cima, se dirá. Pero ¿y si más allá de la cima hay otra cima? No nos lo planteamos. Lo importante es que siga habiendo escalones o una senda por la que sea posible la subida. Los humanos tenemos la tentación de conquistar las alturas o de ir más allá. Lo vertical y lo horizontal se nos ofrecen como dos direcciones que, siquiera en nuestra imaginación, anhelamos tomar. No podemos olvidar lo profundo, pero esta dimensión tienen connotaciones más complicadas.

La subida, lenta y firme, a la cima de la cascada sugiere la idea de una peregrinación. ¿Qué hay allá arriba? Una visión limitada y pletórica de fronda y de lago. Pero el paseante sabe que lo más importante no ha sido llegar y, aun disfrutando de una parcelada visión del parque y de su arboleda, se siente atraído sobre todo por el camino escalonado, que también se presta a múltiples metáforas y simbolismos. Esa subida de peldaños maltrechos le recuerdan a una calzada romana. Calizas que hacen de riscos bordeando el camino y solazándose con la floresta. Sillares llegados no se sabe cómo y cuándo de antiguas edificaciones desaparecidas. Y en cada paso uno sueña que se sumerge en un territorio desconocido y selvático. ¿No era lo que fantaseábamos de niños al jugar en ese entorno? Una ascensión sin ansiedad, sin deseo de llegar a ninguna parte, reconfortado solamente por la exuberante y bondadosa vegetación. ¿No es este anhelo el que pide el cuerpo a las personas que han llegado a edades provectas?

El otoño le sienta bien a la subida a la cascada, así como beneficia con total espectacularidad al Campo Grande en su conjunto. Pero, ¿acaso hay alguna estación del año que no dote de belleza y satisfacción al parque? 




  

12 comentarios:

  1. Todo tiene su particular belleza, sólo hay que saberlo buscar. Lo importante es apreciar el don que tenemos de poder verlo, de poder caminar, de poder escuchar, de poder oler y de poder tocar.
    Salut

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    1. Hay motivos u objeto de belleza por doquier. Puede haber consenso grupal sobre ella o ser algo muy personal, percepción solamente. La belleza es esto: lo que percibimos con emoción y la consiguiente puesta en marcha sensorial para disfrutarla (con ojos o nariz o tacto, etc.) Estoy de acuerdo contigo en que es un don como un don es disponer más o menos íntegros los sentidos corporales y, ah, la capacidad de la mente racional para saber situar y medir la belleza.

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  2. Paseante:
    un paseo sienta muy bien, en vertical o en horizontal. Me ha salido una perogrullada, pero es así. ¡ Lástima que la cosa laboral quite tanto y tanto tiempo!
    Salu2.

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    1. Esa perogrullada que tú dices no está errada. Está cargada de simbolismos y no solo de un ejercicio de piernas o de mera curiosidad del entorno. Ascender y expandirse son dos características humanas. Pero ¿descender a las profundidades? ¿No lo es también aunque la profundidad está tan cerca o más que las otras direcciones, porque la tenemos dentro de nosotros mismos?

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  3. Al hablar de la belleza del otoño que percibes tan bien logras contraponer la imagen torcida que hay de la estación del año con lo que realmente es. O sea, ese uso metafórico que se aplica a los años de la vejez y que tanto temor produce a la gente. Pero otoño es otra cosa, una fase necesaria de los ciclos naturales, y deberíamos aprender y convencernos del rol que jugamos vinculados a la naturaleza, que es lo que somos. Marisol

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    1. Lo captas, como yo lo voy entendiendo. Como lo expresas muy bien nada tengo que añadir.

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  4. Desde luego apetece subir por esa atractiva escalera.
    Describes un buen paseo otoñal.

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    1. Lo importante es subir, Milena, y seguir subiedo, no importa lo que haya al final. Hay qye descubrir la belleza del otoño.

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  5. Cómo me atrae el otoño. Me atraen sus ocres, sus rojos... y ese aroma a lluvia, a frescor...
    Esa foto lo define muy bien.

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  6. Recuerdo, vagamente, la escalera, sin embargo no recuerdo la cascada. El Campo Grande es un lugar precioso para caminar y sentarse en los parques a oír la naturaleza. Me gusta recordar de su mano, el tiempo que pasé por esas frías tierras.
    Un abrazo

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    1. Es bonito lo que dices. Te aseguro que el parque sigue siendo embriagante. Es un lujo que mantengamos memoria de otro tiempo y disfrutemos del tránsito actual por este lugar tan conseguido. Monumento número uno de la ciudad, sin duda, aunque sea arriesgado y reduccionista lo que digo. Gracias por comentar, Noite.

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