miércoles, 30 de octubre de 2024
Las maricas andan, que no solo vuelan, por el vecindario
sábado, 26 de octubre de 2024
La geometría que por doquier nos rodea en Valladolid
El paseante, que andará mucho pero es lego en infinidad de detalles que mira y no siempre ve, ha sabido de un libro sobre la ciudad que tiene un alcance especial. El de que sitúa en cada objeto que nos rodea, en altura o en suelo, sobre tímpanos o en bordillos, en frisos o tapas de alcantarilla un despliegue de formas geométricas que a veces uno capta pero que Inmaculada Fernández Benito y María Encarnación Reyes Iglesias han sido capaces de estudiar y catalogar concienzudamente. El libro tiene ese precioso y preciso título de Periplo por la geometría de Valladolid y no es reciente, pero está en vigor y lo estará siempre. Data de 2018 y las fotografías, de gran calidad y detalle, además de realizadas por las autoras lo están por Cristina Franco y Pablo López.
Y voy a decir lo que pienso. Que es un libro emocionante. Porque deja constancia de la existencia de una geometría que nos atraviesa benévolamente desde y a través de todas partes. Geometría que puede ser interpretada matemáticamente por los especialistas y se proyecta a través de urbanistas y arquitectos, pero que al ser percibida por parte del ciudadano de a pie se socializa, se humaniza. Pero qué digo, ¿es que acaso las formas geométricas fueron alguna vez inhumanas?
martes, 22 de octubre de 2024
La transparencia de una puerta y de lo que hay más allá de una puerta
Hay puertas de madera y puertas metálicas. Pueden tener su gracia decorativa muchas de las opacas. Pero pocas exhibir una transparencia como esta del edificio de la calle Miguel Íscar 15 donde la opacidad no existe. Una filigrana de rejería cargada de elementos vegetales simbólicos permite visualizar el zaguán. Inicialmente no tenía cristal, lo cual proyectaría de modo más abierto el acceso. Y he aquí que otra vez se nos manifiestan las hojas de acanto y sus flores, que abundan en tantas fachadas. En la parte superior la rosa exuberante. Los acantos después. Dentro de círculos el brote ondulante de los capullos. Y en la inferior, tras más acanto, el tema recurrente y eterno de la espiral que ya practicaran en sus adornos las civilizaciones clásicas. Para rematar, los festones de la parte más baja se exhiben en la mejor tradición romana, signo siempre de la celebración festiva. Vuelta, pues, a los símbolos, a los que tanto gusto habían cogido los arquitectos y diseñadores del modernismo.
Si me hubiera quedado en el exterior me habría perdido la otra mitad. El zaguán o entrada que conduce a las escaleras. La grata amabilidad de la conserje del edificio me permitió, además de mantener una charla informativa y llana, observar aquel conjunto. Zócalo elevado con mosaico vidriado de dibujo geométrico a lo largo de sus paredes, que se puede considerar como de neta inspiración catalana. Un friso corrido con motivo vegetal sobre todo él. Otra moldura corre por la parte superior generando un entrelazado exuberante de floresta.
Y aún nuevas sorpresas. Una puerta, hoy haciendo de trampantojo, a cada lado de las paredes laterales cuya entidad decorativa puede advertirse en la imagen. Por último la lámpara art decó, que uno no hubiera imaginado encontrar sana y salva a estas alturas, junto a las puertas interiores que dan acceso a la escalera, donde figura en el vidrio las iniciales PM, de Pedro Mazariego, el promotor. En general tanto la puerta principal como el portal han sido en su momento rescatados del olvido y es un verdadero tesoro encontrar algo tan hermoso. Lástima que la caja de hierro del ascensor histórico esté desparecida. En fotografías antiguas puede contemplarse la suntuaria filigrana de la que se dotó.
Sobre el edificio nos cuenta en su libro de Monumentos Civiles de Valladolid el historiador del Arte Juan José Martín González: "Promovió su edificación don Pedro Mazariegos, según proyecto del arquitecto Antonio Ortiz de Urbina. Los planos están fechados el 4 de abril de 1913. En la memoria se habla de un estilo Renacimiento, y es modernista de la más pura esencia, pues se ha dado prevalencia al hierro". El paseante no pretendía dejarse absorber por todo el edificio en sí sino por el empaque de su puerta y vestíbulo, ante los que no podía permanecer insensible.
sábado, 19 de octubre de 2024
Aquella casa del portero mayor de la Universidad
No solo lo que es visible existe. También lo recóndito y retirado puede deparar sorpresas, no obstante su sencillez. Una construcción, simplemente por su veteranía y por un papel histórico que ha jugado en la vida civil de una urbe, debe ser reconocida y salvada.
He aquí una casa harto antigua a la vista de los materiales que exhibe. Piedra, ladrillo y madera, además de la tejería tradicional, dan fe de que se trata de un edificio más que centenario. Cerrada a cal y canto desde hace décadas podría decirse que está condenada a desaparecer, pero la palabra la tiene la propiedad del edificio, la Universidad. Pues en terreno universitario se halla, pegada a la Facultad de Derecho.
Aunque en pleno centro urbano, al lado de la plaza de la Universidad, la casa pasa desapercibida, si bien muchos dirán que da igual porque no tiene nada que ofrecer. Salvo la muestra, bastante digna a mi modo de ver, de su obsolescencia y vejez. Y sin embargo cumplió una función. Se encuentra en la convergencia de dos calles recónditas, la de Doncellas y la de Tercias. Nombres evocadores que nos trasladan a tiempos pretéritos
martes, 15 de octubre de 2024
Diálogo transversal de dos creaciones del escultor Jorge de Oteiza
Del escultor vasco Jorge de Oteiza (1908-2003) existen varias esculturas en Valladolid. Dejando de lado ahora mismo la de los Dominicos de Arca real, que no conozco, me fijo en dos más accesibles que están en el centro urbano. La Macla de dos cuboides abiertos, sita en el Paseo de Isabel la Católica, en un espacio accesible junto al ábside de la otrora iglesia de San Agustín, ahora Archivo Municipal. Y la escultura que Oteiza denominó Retrato de un gudari llamado Odiseo, dedicada a su amigo personal Santiago Montes, en el jardín de la Fundación Segundo y Santiago Montes, calle Núñez de Arce. Una en piedra negra de Markina, Vizcaya, y otra en metal, de chapa recortada y soldada. Dos materiales a los que el escultor se rindió y trabajó para obtener más criaturas.
Aunque ubicadas a cierta distancia entre sí la macla y el retrato, se me antoja imaginar que ambas disponen un diálogo en busca de una identidad común. La que confiere las manos humanas, no obstante la procedencia de sus materiales pero que son transformadas en aras de los simbolismos que el escultor apetece.
MACLA. Yo, aquí en mi terraza yerma
RETRATO. Yo, en mi jardín umbrío.
MACLA. El mío es un terreno más abierto pero a la vez más introvertido.
RETRATO. Pues el mío un espacio más reducido pero más dispuesto.
MACLA. Me gustaría pasar un rato donde tú estás.
RETRATO. A mí sentirme mirada por quienes atraviesan el paseo que hay a tu vera.
MACLA. No creas, pocos se paran a observar mis movimientos. Mi tamaño no les llama la atención. y presiento que mis formas, para ellos raras, no las interpretan.
RETRATO. ¿Acaso te parece que las mías son interpretadas? A veces, cuando me miran con precaución, creo que les doy miedo.
MACLA. Somos dos incomprendidas.
RETRATO. Somos dos desconocidas.
MACLA. Hay paseantes locos que se desviven por visitarme con frecuencia. No sé contigo, pero conmigo se empeñan en hablar y conocerme de cerca. Me gusta cuando me rodean y me palpan y buscan la concavidad de mis líneas.
RETRATO. Aunque no esté tan accesible como tú a todo peatón, también hay visitantes que se detienen en el jardín y que escudriñan los planos que me returcen.
MACLA. ¿Qué les atraerá de nosotras? De mí creo que piensan que he surgido de la naturaleza tal cual, que he llegado dando tumbos hasta caer en este pago.
RETRATO. Buena pregunta. De mí que vengo de un laberinto como el de la mente humana y que me han construído a tajo seco.
MACLA. Son simples los humanos. Ignoran que dentro de sí están habitados por infinidad de seres con formas dinámicas.
RETRATO. No preguntan a su cuerpo y se creen traicionados cuando algo no funciona en ellos.
MACLA. Somos hijas del cerebro humano, no obstante los materiales tan diferentes.
RETRATO. Somos hijas de lo que dispone el cerebro humano, en este caso personificado en el artista, que es el desarrollo de la habilidad y el empeño por transformar la materia de una manera más simple o más compleja.
MACLA. ¿Tú te ves acabada? Yo, que me acompaño del viento y de la lluvia, por no decir de la contaminación, me veo duradera, pero no sé si siempre seré la misma.
RETRATO. La materia no tiene fin, aunque los cinceles o en mi caso el corte y la soldadura hayan producido imágenes que no van a ser trastocadas. ¿Quién te dice que no envejeceré yo antes? La intemperie tampoco respeta las transformaciones a través de las que el escultor me hizo ser lo que soy.
MACLA. A veces, ¿sabes?, imagino que me vienes a visitar y que compartimos experiencias.
RETRATO. Yo en ocasiones he soñado que llegabas hasta mi jardín y nos contábamos la vida.
MACLA. Hay tantas vidas en nosotras, antes de ser la que mostramos ahora...
RETRATO. Hay tantas ensoñaciones humanas grabadas en nosotras, antes de ser procesadas...