jueves, 14 de agosto de 2025

El pretencioso invasor del Corrillo

 




Parece el palacete de la plaza del Corrillo, irguiéndose majestuoso, o exhibiendo más que nada su pretenciosidad. Pero eso sí, invadiendo un marco tradicional en un ángulo de la Plaza Mayor y mostrando su envergadura sobre la Plaza del Corrillo. Desde los soportales de Cebadería este edificio, al que los conocedores de la arquitectura y el urbanismo llaman de estilo nacionalista y/o historicista, se deja mirar. Hay más, uno bien cercano como es el edificio de Correos, en la Rinconada. 

El edificio levantado en 1926 por Jacobo Romero aparece en ese marco como una isla. Ni es Plaza Mayor ni es Corrillo. Y sin embargo, aun rompiendo la estética del entorno tradicional ha acabado por aclimatarse a este. Y yo creo que sobre todo por el poder que acumulan los soportales, ese gran invento urbanístico que en nuestra ciudad cubre plazas tan emblemáticas como la Mayor y la Fuente Dorada o las calles adyacentes. 




Así que frente al rigor armónico de las fachadas y soportales de la Plaza Mayor, a la que curiosamente da apenas en una fachada lateral, su fachada principal parece desafiar los siglos que la ciudad tiene tras de sí. Hay al menos otros dos edificios en la plaza ágora que rompieron en distintas épocas la estructura estética de la plaza, el que fue Hotel Moderno, entre Ferrari y Lencería, y el que hace esquina con la calle Santiago, del arquitecto Manuel Cuadrillero y Juárez, aunque muchos mayores aún nombramos como el de Soler, por el comercio que hubo en sus bajos. Y el mismo Ayuntamiento también evoca todavía períodos anteriores de la historia y algunos especialistas lo califican de una especie de arquitectura de estilo medievalista. 

Pero estas calificaciones desbordan al paseante al uso que no quiere empañar la mirada con disputas conceptuales o semánticas. Y para quien el pasado es objeto de indagación, si es posible desapasionada, pero no menos empeñada en aceptar, porque una ciudad es curva en su trayectoria vital. En la historia como en la vida nada es recto. O bien se expresa de manera lateral, como en los saltos del ajedrez, que decía Canetti, o bien responde al clamoroso decir de Jesús Lizano en su poema Las personas curvas:

Vivir es curvo, 
la poesía es curva, 
el corazón es curvo.




El historiador del Arte Jesús Urrea calificó a este edificio en su Breve historia de la Plaza Mayor de "uno de los más flagrantes atentados sufridos por la Plaza". Y María Antonia Virgili, otra historiadora del Arte de la ciudad, escribe que "el arquitecto Romero "concibe la fachada en un estilo que obedeciera al denominado 'renacimiento español' con libertad de composición. Tanto en el exterior que da a la Plaza Mayor, como en el de la Plaza del Corrillo los elementos decorativos, como atlantes, frontón, pilastras, etc., aparecen en toda la extensión de fachada como una clara plasmación de este estilo monumentalista"

Ante estas informaciones de los que conocen a fondo el tema el paseante no para de hacerse preguntas. Como de qué manera los estilos de edificación estaban marcados por modas, ideologías o influencias de esos vaporosos pasados gloriosos a los que muchas veces los países o las ciudades han recurrido en situaciones de paralización o demora de la evolución natural de las ciudades. 







Tal vez el edificio habría perdido parte de la gracia que pretende tener si no hubiera incorporado a los atlantes. Estos elementos que ya se ponían en práctica en templos de la Grecia clásica cumplían la función sustitoria de la columna. En el edificio de Romero probablemente sean más decorativos que otra cosa. Y esos personajes envueltos y desenvueltos en sus túnicas airean una masculinidad en parte tradicional y en parte portadora de una concepción varonil de la historia. No olvidemos que la fecha en que se construyó el edificio era una fecha de fuertes discusiones y surgimiento de nuevas ideas políticas, tras la decadencia límite de 1898, que era consideraba por los intelectuales de rendición y punto de inflexión de la decadencia.  















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