sábado, 22 de febrero de 2025

El Callejón de San Francisco, un callejón con un exquisito trampantojo

 

No es la fachada de un convento. Es un trampantojo. Tampoco es una pintura. Es un mural cerámico. Ni siquiera es desde siempre un callejón. Fue una calle.

La pared final de este cul de sac, que dirían los franceses, es un mural de 1998 realizado por José Antonio Sousa González y Amador Fiz. Quiere evocar, más que representar, el convento de San Francisco, que no estaba en ese lugar sino en la acera opuesta al Ayuntamiento en la Plaza Mayor. Donde ahora está el Teatro Zorrilla y el café El Norte. Es de suponer que se eligiría este callejón para dignificar la pared de la mole que está ocupada por el Banco Santander, con fachada y acceso por la Plaza Mayor.

Pues bien, que haya devenido en callejón lo que fue una calle que comunicaba la Plaza Mayor con Cebadería, desde donde se accede ahora, no deja de ser una degradación vial. En fotografías del siglo XIX y de principios del XX todavía se puede ver la calle. Y en el libro de Agapito y Revilla de 1937 sobre las calles aún se la nombra como tal. Hacia 1960 tuvo lugar el cerramiento y durante décadas fue un callejón de traseras, sin mayor decoro.  

Hoy este callejón apenas tiene uso, recibe las traseras de algunos locales y las ventanas de las viviendas de la Calle Manzana, y en verano creo haber visto la terraza de algún bar. Su acceso está limitado por las noches con unas verjas. Pero el trampantojo lo eleva. Tiene su encanto, la perspectiva sorprende al viandante, si bien presumo que es bastante ignorado por los transeúntes. Con frecuencia he visto parados ante él a foráneos más que a locales. En el mural se reproducen los elementos fundamentales de la plaza. Las fachadas almagre de las casas, las columnas de soportal, los balcones y las ventanas de buhardillas, la portada de un edificio religioso desaparecido, y más o menos imaginado o deducido por los autores.

 




Es evidente que lo que más llama la atención es la policromía de ese mural. Adjunto la aportación que se hace en el libro Escultura pública en la ciudad de Valladolid, de José Luis Cano Gardoqui: 

"Sousa y Fiz aprovechan las posibilidades creativas de la capacidad oxidante del horno manual cerámico para lograr sobrias coloraciones en las piezas de gres a partir únicamente de los propios óxidos. Óxido de hierro en la consecución de los tonos ocres del cuerpo superior de la fachada del convento, originalmente de ladrillo; óxido de manganeso para los sillares de su cuerpo inferior y arcadas de la Plaza, en los que se logra una perfecta graduación de las diversas tonalidades de grises: de los más claros a los más oscuros.

Por tanto, colores 'reales' y en nada destellantes en función de esta ilusión perspectiva, a excepción del rojo almagre de las fachadas de los edificios aledaños al convento, color pintado tras la cocción y colocación del mural; color, por otra parte, idéntico al utilizado por el Ayuntamiento para la actual bicromía que presentan los edificios de la Plaza."






10 comentarios:

  1. Al menos le han sacado partido a un lugar desolado.

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    1. Una manera digna de suavizar los muros inclementes, se podría decir,

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  2. Se ve que no es una mera pintada sino con más ingredientes y será por esa causa que se mantiene bastante bien conservado. Marisol

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  3. Paseante:
    es una buena idea. Decorar una pared fea siempre es una buena solución.
    Supongo que cerrar el callejón sin salida será para evitar que se convierta por la noche en una pocilga.
    Salu2.

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    1. Imagino que las rejas las pondrían para eso y para evitar intrusos, digamos, gracias.

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  4. Buen día ! ¡Y aquí estás acumulando artículos durante mis dos semanas de ausencia! Extrañé leer tu blog, pero ahora tengo tiempo para ponerme al día. El trampantojo es muy bonito, los colores bien elegidos. Me pregunto si hay al menos una puerta que sea real o no. Un pequeño lamento es que no se eleva demasiado: habría que haber tapado el muro de hormigón de encima (quizás con un cielo azul) para perfeccionar este "cul-de-sac". Un abrazo. ¡Un A+!

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    1. No hay puerta alguna, que yo sepa, en lo que es el trampantojo propiamente dicho. Ese muro de hormigón al que te refieres es la parte de atrás del Banco de Santander, imposible de tapar. Ciertamente afea, pero precisamente la idea de un trampantojo es la de aliviar algo en un muro o fachada para hacerlo menos brusco a la mirada. Saludo. Y bienvenido de vacaciones.

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