martes, 25 de junio de 2024

Los que aman al río Pisuerga

 


Paradojas ciudadanas. Mientras unos llenan de desperdicios y porquería los márgenes del río, otros se esmeran por recoger la basura, desbrozar y desmalezar las sendas. ¿Lo hacen por amor al Pisuerga? ¿Por un sentido de la colaboración ciudadana que procura por mantener el tesoro ambiental de las riberas de un río tan vital para Valladolid? Ellos se hacen llamar como asociación A.M.A. El Pisuerga (Asociación Medioambiental El Pisuerga), si bien el juego de palabras hace más entrañable convertir las siglas en un tiempo verbal dotado de sentimiento. Un imperativo que es un ruego, una propuesta, una necesidad.  

Y, por cierto, el logotipo simpático es un trabajo del artista Manolo Sierra que, como tantas veces sabe dar en el clavo con las causas cívicas que se lo merecen.



Allí estuvo esta brigadilla voluntaria el sábado 22, en el entorno del Puente Colgante, margen izquierda del Pisuerga, con sus herramientas y su esfuerzo y dedicación personal. Es una tarea que realizan todos los sábados en diferentes tramos ribereños. Mujeres, hombres, jóvenes, jubilados, el tejido social que silenciosa y constantemente hace algo práctico mientras otros solo saben largar por la boca en el bar. Pero ojo, no se queden con la imagen de unos meros limpiadores de las orillas del Pisuerga, pues sus criterios y motivaciones son amplias. 

Aunque se puede, y se debe, ir a su página web para saber más de la actividad de esta asociación no me resisto a poner aquí el decálogo largo de sus intenciones:

Conservación, restauración y regeneración vegetal autóctona de ribera. 
Retirada de residuos del rio y riberas. 
Apertura de sendas. 
Construcción y talleres de cajas nido y hoteles para insectos polinizadores. 
Control de algunas especies invasoras (ej.: Ailantos) 
Retirada de troncos de la pesquera y pantalán del museo de la ciencia. 
Charlas medioambientales y patrimoniales. 
Acuerdo de actividades concretas para grupos (colegios, universidades, jubilados..etc) 
Denuncia de vertidos ilegales. 
Elaboración de propuestas medioambientales. 
Control de calidad del agua 
Participación en la creación de programas deportivos a lo largo de la ribera. 
Acciones que promuevan la igualdad e integración social de varios colectivos, como son las mujeres, los niños y personas en exclusión social.






Alfonso Calabia de Diego, en un espléndido libro titulado El Pisuerga. Encuentros y desencuentros del río y su ciudad, donde repasa la trayectoria y relación del río con Valladolid, comenta:

"La manifestación más evidente del divorcio entre Pisuerga y Valladolid se encuentra en la propia fisionomía del río: este conserva casi intacta la típica vegetación de ribera, sus aguas no reflejan los edificios más nobles de la ciudad. No es el Pisuerga en Valladolid como el Sena en París, el Moldava en Praga, el Tíber en Roma o el Gualdalquivir en Sevilla: solo es un río que empieza a buscar su sitio en una geografía urbana de la que ya, indefectiblemente, forma parte".

Y es que hasta la segunda mitad avanzada del siglo XX el Pisuerga no ha sido el río de interior de la ciudad. Quedaba fuera. Había que ir a él, no se encontraba el vallisoletano con el río directamente. Sólo el desarrollo inmobiliario de las últimas décadas, el crecimiento de la ciudad por el Oeste, con el nacimiento de barrios más o menos populosos como Huerta del Rey, la Victoria o Arturo Eyries, han llegado a integrarlo. Pero yo creo que precisamente el gran triunfo del Pisuerga es que debido a su trayectoria histórica las riberas del río se preservan y el Pisuerga mismo no ha sido avasallado por el hormigón. Los ríos de las ciudades que menciona Calabia son ríos, digamos, más domesticados. Pero menos primigenios.

Debemos sentirnos orgullosos de que el Pisuerga sea lo que es y que se merezca a gente que como AMA el Pisuerga se esfuerza en tenerle cariño práctico. Recomiendo, a quien no lo haya hecho aún, el recorrido del barco Leyenda del Pisuerga. Verá otro Valladolid desde el nivel de las aguas. La mirada del ámbito natural.












https://amaelpisuerga.es/






viernes, 21 de junio de 2024

Y Joaquín Sorolla pasa estos días por Valladolid

 



Pero no lo hizo hace más de un siglo, aunque estuvo cerca. Si ya en sus años de aprendizaje Sorolla había dibujado representaciones del arte clásico la tentación de conocer de cerca la estatuaria medieval de Castilla la tenía al alcance. En la primera década del siglo XX Joaquín Sorolla pasó por algunas capitales de Castilla la Vieja y León -Segovia, Burgos, Ávila, León- tan diferentes en paisaje y luz de su Valencia habitual. En su recorrido pictórico plasmó fachadas de iglesias con sus arquivoltas, sus retablos góticos, sus sepulcros. La estatuaria de cartujas y catedrales polarizó su atención y con su maletín y caballete de pintor a cuestas fue traduciendo lo que la antigua imaginería de piedra le sugería.  Se vio cara a cara con la rica expresión de la escultura religiosa castellana, no tan alejada de otros aires europeos, si bien con su propio ritmo y evolución.




La exposición que ofrece hasta el 25 de agosto el Museo Nacional de Escultura en su ámbito del Palacio de Villena es una muestra de ese diálogo entre escultura y realización plástica que el pintor valenciano alentó. Titulada Sorolla y la escultura pintada nos encontramos ante diversas creaciones pictóricas donde además del tema artístico que el pintor buscaba podemos percibir el duro invierno castellano, por ejemplo. 

Se alternan con diversas esculturas medievales y algunas copias, destacando una de ellas, aquel Fauno de Pompeya que tanta sensación causó cuando fue descubierto. Esta exposición es una prolongación del aniversario del fallecimiento del pintor (1923), una exhibición concebida entre el Museo Sorolla, la Fundación Sorolla y el Museo de Escultura de Valladolid.

Sin ser una exposición abundante en cantidad de obras sí es ilustrativa en cuanto a criterio de selección, calidad y significados. Comisariada por Elvira Guerra, del Museo Sorolla, y Fernando Delgado, del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, la muestra nos habla de un Joaquín Sorolla como pintor sin pausas y en continuo aprendizaje. Solo un aprendizaje permanente, donde las influencias y el adiestramiento personal se conjugan en una superación paulatina, puede llevar al perfeccionamiento de una obra como la que realizó el valenciano, pletórica en temática, luces y color. Merece la pena pasarse por el Palacio de Villena.


















miércoles, 19 de junio de 2024

La banda de Tarantino se pasea por Cantarranas

 


No se sabe si los tipos de Reservoir dogs van o vienen, salen o entran, suben o bajan. Pero las paredes de la bocatería de Cantarranas (para mayor precisión Macías Picavea con Ramón Núñez, camino de la Plaza de Cantarranillas) se impregnan de la actitud caminante un tanto chulesca, parsimoniosa y aparentemente segura de aquella banda. Aunque la tensión iría por dentro. Ellos solo pasaban por allí, planeando con su complicidad un golpe nonato. Aunque saben que les espera la efervescencia vespertina y las horas de la noche de una juventud que ellos perdieron hace tiempo. 

Ah, y las ranas ya no croan a la vera de uno de los Esguevas, ¿o hay que decir las Esguevas?, que pasaba históricamente por ahí. La desviación privó a la ciudad de sus dos ríos interiores -los verdaderos ríos del casco antiguo, el Pisuerga fue luego un advenedizo- y el soterramiento de sus cauces anuló la memoria para los vallisoletanos del presente. Aunque los testigos callados están por ahí debajo en forma de túneles, puentes y viejas sillerías de piedra. Pero ese es otro tema fascinante, para otra ocasión.

Como pillo cerrada la pizzería mejor me entrego a la banda sonora de la película.






domingo, 16 de junio de 2024

La alegre e imaginativa fachada de la casa de las macetas de Vegafría

 


Es de suponer que no necesitan que se las riegue con frecuencia, aunque de vez en cuando, para contrarrestar la acción climática, alguien dará un repaso a esta belleza plástica virtual. Aquí los verdes, allí los rojos, los lilas, los amarillos, los azul celeste...Y por si fuera poco la parra crece y crece esperando el tiempo de las uvas. No sé si es más sorpresa o alegría lo que proporciona al viandante que no frecuenta la zona. Está en la calle Vegafría, esquina con Arca Real. Una calle de un barrio antiguo dentro de otro barrio de vieja urdimbre social, Las Delicias. La casa de las macetas bien merece un reconocimiento a la recreación imaginativa, que no naíf. Para mí es mucho más auténtica esta fachada.







viernes, 7 de junio de 2024

Jorge Guillén y los niños ponen a navegar barquitos en el Parque del Poniente




Uno recuerda, al entrar en el parque del Poniente y ver cómo juega el poeta con los niños a poner a flote barcos, uno de sus poemas con infancia de fondo.

Antonio viaja que viaja
por tierra, por mar, por aire, 
va de un continente a otro 
porque el mundo ya no es grande, 
mira desde su avión 
cordilleras y ciudades 
como si, soñando aún, 
sobre algún mapa trazase 
con el dedo rutas, rumbos. 
¿Ser hombre es estar de viaje?

El mundo dejó de ser grande hace mucho tiempo. Hasta Jorge Guillén lo advirtió hace muchas décadas cuando emigró allende los mares para sobrevivir al desastre. Los dos barquitos del conjunto escultórico que han puesto a navegar se llaman: uno, Cántico, y el otro, Clamor. ¿Por qué unas naves no van a llevar nombres de poesía y además de la buena? Ambos nombres son los títulos de dos de las obras poéticas más importantes del poeta vallisoletano. 

El conjunto es reciente, de 1998, y el autor Luis Santiago Pardo. El parque, un diseño que ocupa un espacio rectangular, fue proyectado hacia 1935. En la infancia de muchos vallisoletanos ya longevos permanece el recuerdo de un parque tan querido como el Campo Grande. Las estatuas de Pipo y Pipa, retiradas porque fueron afectadas por el vandalismo, un estanque en la zona central, parterres y bancos de piedra y forja que aún subsisten como se ve en las fotografías. Y el esplendor de los árboles frondosos que han seguido fieles, aunque los haya nuevos también, al lujoso espacio.

No fue mala idea, no, reconvertir un parque añoso en un diálogo poético de Jorge Guillén (Valladolid, 1893 - Málaga 1984) con la infancia. Un trío de personajes: el poeta que flota un barco de papel junto a un niño, mientras en un extremo del estanque-océano otro niño permanece pendiente de recibir otro navío. Es un juego apacible, de cuento. Pero aunque el conjunto escultórico concentre la atención del paseante, y muchos de ellos simplemente atraviesan la plaza, están de paso, sigo pensando que la majestuosidad de los árboles y la belleza de los bancos de otras época pero de un diseño aún moderno concede acogimiento al espacio.

Las pérgolas metálicas son más recientes pero cumplen su función y con la zona actual de juegos infantiles se complementa un parque tan querido como tan a mano del ciudadano de a pie.



EL NIÑO DICE… 


¿Qué dice? Ni un balbuceo. 
Sólo un susurro en apunte. 
Basta que a los labios junte, 
Aguzándose en deseo. 
Este espíritu que veo 
Pendiente de mi respuesta. 
Él es quien se manifiesta 
Sin palabras, de tal modo 
Jovial que lo dice todo 
Con una salud en fiesta.







NIÑEZ

Disparada inocencia de albor animal, 
Destello de joyas en bullicio, 
Diamante impaciente que canta, 
Pájaro nítido: 
Llévanos tú bajo los soles 
Que te descubren y dan sus dominios. 
Arrebátanos en tus ráfagas 
De paraíso, 
Elévanos 
A la alegría sin tacha de tu infinito














PLAYA 

Este sol de la arena 
Guía manos de niños, 
Las manos que a las conchas 
Salven de los peligros. 
Conchas bajo la arena 
Tienden hacia los niños, 
Niños que ya hacia el sol... 
Pero el sol rectilíneo 
Viene. Los rayos, vastos 
Arriba tan continuos 
De masa, deslizándose
Llegan aunque sus visos, 
Sin cesar rebotando 
De ahíncos en ahíncos 
De ondas, se desbanden. 
Aquí, por fin, tendidos 
Se rinden a las manos 
Más pequeñas. ¡Oh vínculos 
Rubios! Y conchas, conchas. 
Acorde, cierre, círculo.





domingo, 2 de junio de 2024

Narradoras de cuentos en una Feria del Libro con dedicatoria a México

 



Recién inaugurada la 57 Feria del Libro en el espacio más paradigmático de la ciudad, la Plaza Mayor, el conde Ansúrez, desde su representación decimonónica va a tener una compañía grata durante unos días. No solo por la presencia del soporte Gutenberg, abundante -nada menos que 53 stands entre librerías, editoriales e instituciones- sino por estar dedicada a la aportación literaria de México.

Al recorrer los puestos de la Feria me topé con una actividad dedicada en principio a niños pero en la que participaban seguramente más personas mayores, atraídas por las narraciones de cuentos tradicionales mexicanos. 

La Asociación de Mexicanos en Castilla y León había traído para el evento a un plantel de narradoras cuyos relatos también atrajeron al paseante. ¿Contaron historias sobre el ocelotl, la tlilcoat, el coyotl, el ozomatin, es decir el ocelote, la serpiente negra, el coyote o el mono araña, por ejemplo? No lo sé, no escuché todos los cuentos, pero fueran estos animales tan simbólicos o fueran otros más domésticos los protagonistas de las historias, la verdad es que quienes narraron lo hicieron con pericia, interpretación y entrega. Es decir,  que uno se quedaba colgado un rato con la sonrisa a flor de rostro.