Con el Patio de Las Francesas me pasa como con el Pasaje Gutiérrez. Uno en gótico tardío y otro en la modernidad comercial de finales del siglo XIX son dos espacios que se pueden atravesar en pleno centro urbano. No solo como ámbitos de paso sino de parada y sosiego. Un destino comercial les vincula hoy día. Si el Pasaje Gutiérrez nació como galerías comerciales hace 140 años, a la moda de las galerías de las grandes ciudades europeas, y aún le queda alguna huella de aquello, el claustro de Las Francesas tuvo hace cinco siglos un origen religioso pero los tiempos modernos de fiebre inmobiliaria lo convirtieron hace apenas unas décadas en elemento decorativo que era acompañado de bloque de viviendas nuevas, oficinas y tiendas. El precio de estar en junto a calles tan principales como Santiago, María de Molina o Héroes de Alcántara.
El patio de Las Francesas es en realidad el claustro de un convento fundado a finales del siglo XIV por dos mujeres de la nobleza, María de Zúñiga y María de Fonseca, con objeto de acoger a señoras de alta alcurnia. Lo nombraron como convento de las Comendadoras de Santa Cruz de Santiago. Este claustro, levantado en 1537 por el arquitecto Fernando de Entrambasaguas, y una iglesia adjunta secularizada, convertida en sala municipal de exposiciones, es lo que queda, y no es poco, de aquella obra de rigurosa clausura que duró hasta la Desamortización de Mendizábal de 1836. Posteriormente, ya avanzado el siglo XIX, fue una comunidad de Dominicas Francesas la que se aposentó allí, de ahí el nombre por el que los vallisoletanos conocen popularmente al lugar, y donde estas monjas fomentaron un centro de enseñanza. ¿Quién de nosotros no ha conocido a niñas y jovencitas, eso sí, de familias bien, que iban a Las Francesas?
Pero hoy el signo es otro. El colegio y las religiosas se trasladaron a la Huerta del Rey hace unos años y puesto que el lugar era un caramelo de primera para los constructores la fisionomía del terreno secular cambió radicalmente. Y gracias que se ha salvado, un tanto secuestrado por los edificios modernos, este claustro que algunos utilizan de paso entre calles céntricas -como el Pasaje Gutiérrez- pero que pocos entran a contemplar expresamente la arquitectura que nos legó aquel gótico tardío. Una obra que probablemente se inspiró en los patios de lujo de San Gregorio y del Palacio de Santa Cruz, pero que tiene muchas connotaciones también con el Palacio de los Welser de Núremberg.
Al paseante le parecía de recibo fotografiar con cierto pero aleatorio detalle este cuadrilátero esbelto de arcadas con arcos que los entendidos llaman carpaneles y escarzanos. Llevar la mirada a la armonía de las columnas y de los capiteles que se pretenden toscanos unos, jónicos otros, sin serlo. Acercar la filigrana de los antepechos de los dos pisos superiores, esas barandas de piedra con multitud de composiciones de dibujos geométricos que se entrelazan, dibujan estrellas, generan espirales, trazan circunferencias. La belleza y la gracia que hemos visto siempre en otros patios de nuestra ciudad, tan cultivados en el pasado.
El viandante habitual suele prestar más atención al suelo del interior del claustro. Así suele señalárselo a sus familiares y amigos que vienen de fuera. Y es que en el suelo todo resulta más anecdótico y próximo al entendimiento popular. Este piso es una especie de mosaico tejido con cantos rodados y huesos de tabas, una antigua costumbre de este tipo de construcciones en la Castilla vieja, formando representaciones variadas.
Siempre recaba mi atención la zona descubierta del claustro. Esa fuente baja a la que se accede a través de unos cortos escalones dispuestos como recordando los cuatro puntos cardinales. ¿Sería esa la intención? Una disposición que trae a la mente, puesto que el arte es tan antiguo y nada se crea en él de la noche a la mañana, los baptisterios de las primitivas iglesias paleocristianas, que a su vez se inspiran en aquello del impluvium y el compluvium de los patios de las casas romanas. Y perdónenme la pedante asociación de ideas pero es que las obras antiguas no están ahí todavía solo para nombrarlas sino para Interpretarlas, admirarlas y, por qué no, soñar.
Entrando desde la calle Santiago el peatón se encuentra con este patio de circunstancias. Por el rincón del fondo se puede acceder al claustro. A la izquierda la iglesia sala de exposiciones y a la derecha parte de las modernas edificaciones. Estas muestran la entrada a unas galerías comerciales. Sobre ellas se observa, como en las dos fotografías anteriores, la superposición de los pisos modernos. Que cada cual extraiga su propia opinión.
En el gran libro de Villand de Honnecourt, "Cuadrados sucesivamente Inscritos", el área del cuadrado inscrito es idéntica unidad que la del cuadrado grande. Según es la justa y correcta proporción de los claustros, de tal manera que la superficie de la galería techada sea igual a la del patio, que más allá de la arquería , queda a cielo abierto. La condición se cumple dando idéntica cantidad de medida en el interior y en el exterior, la condición recóndita de los claustros, la misma proporción entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad y las tensiones entre las fuerzas, se suelen dar en todos los claustros.
ResponderEliminarEste es, a mi entender, muy curioso, me agrada, es de una factura considerable, con un suelo espléndido y unos acabados fuera de lo común.
Dejo una entrada acorde el libro que he referenciado para que os hagamos idea de las proporciones entre las luces y las sombras que existen en los claustros, pues no hay nada que no se haga sin intención alguna.
Salut
https://totbarcelona.blogspot.com/2011/08/entre-la-luz-y-la-oscuridad.html
Es un claustro o patio de lujo, al alcance de la mirada de cualquiera. El problema de esa geometría que señalas es que ha quedado de alguna manera alterada por las construcciones que adheridas se elevan, como puedes ver. Visto desde un determinado punto de vista puede decirse que al menos ha quedado salvagiardado. Visto desde otro más purista que ha sido invadido. Tal vez se dan las dos situaciones.
EliminarGracias por la información, y ya veo el claustro románico, nada que ver en tantos otros detalles con el que traigo aquí tan posterior, cada creación humana en su punto, tiempo y lugar.
Paseante:
ResponderEliminaruna visita muy instructiva.
Me gusta, sobre todo, el suelo y las filigranas.
Salu2.
Las filigranas, y solo acompaño una pequeña muestra, es un trabajo verdaderamente escultórico. Habrá que enterarse sobre el procedimiento que seguían para ejecutar la obra. El suelo es un detalle más doméstico, digamos. En muchos conventos de Castilla he visto al menos de cantos rodados. Gracias.
EliminarEs un claustro muy hermoso, de mucha calidad artística pero me parece que para la gente es parte del centro comercial y está bastante desangelado.
ResponderEliminarMarisol
Ciertamente que la función principal hoy es atravesarlo para acceder entre calles, porque para entrar en el centro comercial se puede hacer por otras entradas que no dan al patio. Si desangelado te refieres a la ausencia de público, pues sí. Pero acaso eso tiene también su encanto, ¿no crees?
EliminarEs un edificio muy bonito y admiro estos parapetos de encaje: ¡una obra de arte! El suelo también llama la atención. Siendo un neófito en arquitectura, me pregunto si en lugar de la fuente, originalmente no había un pozo con un sistema para recoger el agua de lluvia de los cuatro techos y tal vez fuera este hexágono el que lo rodeaba.
ResponderEliminarIgnoro si habría anteriormente un pozo, que era más usual en cualquier tipo de patio ya fuera de convento o de vecindad. Podrías tener razón, todos los edificios históricos han pasado por sucesivas modificaciones. En la ciudad hay más claustros y patios de palacios de hace siglos. Espero traerlos al blog.
EliminarSerá un placer descubrirlos. ¡Me gusta tu pequeño Snoopy que te ayuda con las decoraciones navideñas!
EliminarPoco a poco.
EliminarSnoopy siempre es divertido.
Un lugar que se salvó de la piqueta y que debería estar mejor cuidado, sin duda. Uno de esos espacios de la ciudad, como bien dices, que sorprende siempre.
ResponderEliminarY que acaso debería estar más apreciado por la ciudadanía, estando además donde está.
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