lunes, 7 de octubre de 2024

La cerámica Silió, un homenaje a sí misma y al barrio que creció en su entorno

 


No todo va a ser ruina arqueológica. Si hace un tiempo traje aquí el deterioro de los edificios de la antigua Azurarera Santa Victoria, en el Parque Las Norias, hoy tengo que celebrar la recuperación, ya hace unos años, de la más que centenaria cerámica Silió, en el Barrio de San Juan o el Barrio de Los Vadillos, según se mire. El crecimiento de la ciudad por asentamiento de nuevos barrios obreros y la fiebre inmobiliaria consiguiente pudo haber destruído este edificio, pero por diversas circunstancias ha sobrevivido. Que se haya adaptado para usos varios, entre los cuales no falta un supermercado, ha sido garantía de supervivencia. Por otra parte ha permitido convertir en plaza todo el entorno, y así se la conoce como Plaza de la Danza.

Y detrás, como aval de larga vida y de una estética milenaria, el ladrillo. Ese material tan noble como de sobresaliente creación humana es el protagonista total del formidable edificio inaugurado en 1908 como S.A. La Cerámica, sobre proyecto de Luis Silió y Modesto Coloma. Ya anteriormente Eloy Silió, empresario de origen cántabro, había tenido una tejería, por lo que eran gente que conocían el oficio. Soplaban tiempos de cierta bonanza industrial y esta fábrica de gres se erigió sobre unos terrenos que aún no estaban urbanizados, próximos al río Esgueva. En sus alrededores se fue configurando posteriormente el Barrio de los Vadillos y ampliado San Juan.



Con ladrillo caravista se disponen las fachadas y los laterales, dotados de grandes ventanales, manteniéndose a un lado exenta la monumental chimenea, que es una obra tan representativa de una época como esbelta. Tanto en la fachada que da a la calle Silió como en la que da a la Plaza de la Danza el edificio se remata a través de frontones de considerables dimensiones que van descendiendo de forma escalonada. Estética esta que parece haber sido copiada de edificios del norte de Europa e incluso coincidente con otros de estilo modernista. Las amplia plaza es un espacio peatonalizado, adaptada para uso y solaz de los vecinos, con juegos o máquinas de ejercicios corporales. En una parte de ella se ubica un centro de salud.

No lejos de la vieja cerámica permanece como un resto solitario y ahogada por edificaciones modernas la chimenea de ladrillo de la antigua fábrica de cervezas La Cruz Blanca. Pero la dejo para otro día si encuentro una perspectiva que merezca la pena ser fotografiada.




Por cierto, en julio de 1911 la publicación El Financiero Hispano-Americano editó un número extraordinario sobre Valladolid en el que incluía reseña de una página de La Cerámica. En el artículo recogía un extracto de la memoria de esa Sociedad donde expresamente se decía:

"El capital de esta Sociedad anónima es de pesetas 750.000, y el último dividendo repartido ha sido de 25 pesetas, equivalente al 5 por 100.

La Cerámica es una excelente explotación industrial de su género, significa ya de presente una acertada colocación de capital con rendimiento muy remunerador, y está llamada a serlo más aún, con el perfeccionamiento progresivo natural en el desarrollo de su amplio mercado."

Aquella Memoria, que firmaba el vicepresidente de la Sociedad, también diputado a Cortes, César Silió y el secretario del Consejo Eloy Silió, ya daba buena cuenta del estado pujante de una empresa que atravesó en activo gran parte del siglo XX. Y es que lo relacionado con la construcción siempre fue negocio.









10 comentarios:

  1. Es gratificante, que estos edificios industriales, hechos todo sea dicho, con unos criterios de racionalidad en cuanto a ser algo más que fabricas de producción por acumulación de mano de obra bajo un techo; sean recuperados para otros usos operativos de servicio a la sociedad actual.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es muy gratificante. Y más me conmuevo al saber que algunos se han salvado, porque el salvajismo espculativo inmobiliario y la falta de planes urbanísticos con visión y perspectiva de las décadas de los 60 y 70, sobre todo, destrozó el casco antiguo de Valladolid. Por supuesto, con la corrupción ad hoc consiguiente de aquellos tiempos de impunidad. Hay estudios de especialistas que han incidido con gran dolor sobre la destrucción de la herencia histórica de la ciudad, no me lo invento.

      Eliminar
  2. Excelente reportaje y perspectiva. Uno de los espacios en los que Valladolid cumple con su pasado mirando al futuro.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi norma personal, Pedro, es primero mirar, luego contemplar, a continuación sentir y solo más tarde informarme sobre el objeto de mi mirada. Gracias por tus impresiones.

      Eliminar
  3. Pues ha quedado "niquelao".
    Un diez.
    Salut

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ya ves, ladrillo sobre ladrillo, que no todo es piedra sobre piedra, y menos sus metáforas.

      Eliminar
  4. Hola Fernando. Este edificio es muy hermoso y hubiera sido una pena que lo hubieran sacrificado por un edificio de apartamentos más. Incluso si alberga un supermercado “low cost”. Además del bonito aspecto de la construcción, y aquí me repetiré, estoy absolutamente asombrado por la limpieza de la Plaza de la Danza. Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay que valorar, como bien haces tú, las huellas del pasado industrial que tanto han aportado al progreso de la ciudad. Te diré que varias fábricas, principalmente harineras, que hubo en Valladolid desaparecieron, tal vez otro día traiga el edificio de una que con otro uso aún permanece en pie.

      Eliminar
  5. Paseante:
    son muy bonitas esas chimeneas. Aquí en Murcia también se han conservado bastantes. Sólo quedan ellas, ya que las fábricas fueron arrasadas. Por lo menos, se han salvado o las han salvado.
    Salu2.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La labor del ladrillo permite unas realizaciones de alta calidad. Ya lo vimos con el mudéjar sobradamente. Parece algo sencillo pero tiene su esmero.

      Eliminar