Quién dijo que la palabra emerge de la piedra no lo sé. Acaso me lo he imaginado. Quien dice piedra dice materia. ¿Y no es la materia la esencia o, mejor dicho, el todo del hombre? ¿Y no está la capacidad de este para transformarla? La escritora vallisoletana emerge de su propia materia. No es solo la imagen de ella, es su palabra la que asciende horadando la dureza.
Nace la mujer y se hace la escritora. La fusión de bronce y granito en un entorno que se antoja selvático nos hace soñar con metáforas y alegorías. El busto realista, representando tal cual era Rosa Chacel, se crece sobre la base piedra, mole abstracta. El verdín y la pátina cubriendo la voz oculta. Y tras ese marco arbolado y asentado el monumento en el fértil suelo parece haber una conexión con un párrafo de su libro "Memorias de Leticia Valle": "Con todo, me pasa lo que con la rama de hiedra que llega al marco de mi ventana. Cuando la miro de refilón y la veo asomarse al cristal, me parece una lagartija que va a escaparse si me acerco. Sin embargo, no es lo que parece; no puede huir ni estremecerse, aunque pegue en el cristal con los nudillos; pero a pesar de eso me gusta creer que es mi compañera". ¿Se hubiera imaginado alguna vez la escritora que de alguna manera su futuro, ya en otra materia dispersa, iba a hallarse rodeada de la hiedra? ¿Sentiría de este otro modo el latigazo instantáneo de la simbólica lagartija que se ofrecía a sus ojos?
Tribuna idónea desde donde se sigue honrando el recuerdo de la vallisoletana y de paso las palabras que dotaron su obra. La escultura, obra de Francisco Barón (Madrid, 1931-2006), se erigió en un espacio recoleto del Campo Grande en 1988.
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