jueves, 26 de septiembre de 2024

La centenaria biblioteca popular del Campo Grande, solitaria y en el olvido

 

Cerrada a cal y canto, con aires de mansión chinesca, el viejo quiosco que fue biblioteca hace muchas décadas en el Campo Grande lleva camino de emular a Matusalén. Ha pasado más de un siglo desde que se erigió en un pequeño espacio conformado como plaza recoleta, a espaldas del magistral monumento al poeta Núñez de Arce. Que el pequeño edificio -porque edificio es al fin y al cabo, no obstante las medidas de sus proporciones- subsista y se sobreponga a las inclemencias climáticas y al vandalismo ya es un mérito.

El paseante tiende, no sin cierta frustración, a un reconocimiento hacia este tipo de bibliotecas menudas que cumplieron un papel alfabetizador y divulgador en tiempos en que el libro no estaba al alcance de todos. Leo por ahí la anécdota de que este quiosco erigido por iniciativa del alcalde Federico Santander en 1922 tardó unas semanas más en abrirse al público porque en principio quedó desierto el concurso para la plaza de quien se encargara de mantener la biblioteca, ya que ninguno de quienes se presentaron a ella reunía las mínimas condiciones de cultura para hacerse cargo. Hubo quien no conocía siquiera quiénes habían sido los poetas celebrados de Valladolid o aquel otro que pensaba que el fundador de la ciudad, el conde Ansúrez, había sido un poeta. Ignoro si son habladurías o fue tal cual.



De este pequeño quiosco permanece con cierto deterioro un recubrimiento de azulejos, y en el zócalo de su parte baja se conservan una serie de efigies, presidida por la de Miguel de Cervantes, que o bien pueden identificarse con otros escritores o bien con personajes de obras literarias, y así me apetece ver en ellos a Quevedo, a un Moratín, a un Tenorio, a una gitanilla e incluso a uno de los canes del Coloquio de los perros cervantino. Pero probablemente sean imaginaciones mías. Si alguien puede dar pistas sobre la identidad de los personajes perpetuados en azulejo se lo agradeceré.

En el espacio desocupado delante de este pequeño edificio hubo en tiempos unos bancos con azulejos y una fuente acorde, pero desaparecieron no se sabe cuándo. Como se extinguió lentamente la costumbre de acudir los lectores a solazarse en verano con los libros en el parque. Hoy día es una lástima que este quiosco amable y bonito carezca de uso. Y ya se sabe, por otros bienes que ha tenido la ciudad, que el abandono es la puerta al deterioro. 


















domingo, 22 de septiembre de 2024

Un héroe de todos los tiempos

 



Cuando alguien en otra entrada del blog nombró al bello animal como el héroe, además de hacerme pensar en la idea me proporcionó el título. A la vez un calificativo me llevó a un libro de Lérmontov donde, si bien el protagonista es hombre, le adjudica el título de Un héroe de nuestro tiempo. Pero el toro no es solamente héroe, protagonista y acreedor de satisfacciones humanas sino un animal entre otros muchos que han vertebrado la manera de satisfacer en todas las épocas históricas necesidades humanas, sean estas nutritivas, de fuerza de trabajo o de proporcionar diversión. Es decir, y por eso hay que denominarlo así, un héroe de todos los tiempos.

De esta escultura de José Luis Medina Castro se podría decir que se trata de la personificación de un dios. Por qué no. Aunque en tiempos prerromanos la cultura del pueblo que había por esta zona se dedicaba más al cereal (los vacceos) en lo que hoy son algunas provincias colindantes, como Ávila, Salamanca y Zamora, quienes habitaban se dedicaban al ganado (los vetones) Es de suponer que los intercambios ya se producirían entonces y las producciones para las necesidades estuviera extendida en mayor o menor medidas entre distintos pueblos de la Meseta. 

Ni que decir tiene que con el tiempo y la sucesión de civilizaciones y el desarrollo de posteriores sociedades el ganado vacuno llegó a todas partes. No en balde los vetones y otros pueblos generaron innumerables esculturas representando animales a los que se han denominado verracos, pero no son solamente cerdos, sino que también representan a toros, jabalíes e incluso algún oso. ¿Cultos agradecidos a los animales y sus potencias? ¿Sistemas de acotamiento de territorios? Los arqueólogos y antropólogos tendrán mucho que decir al respecto.



Nuestro toro es más moderno y no es de piedra. sino de bronce. Su tamaño es importante, leo que 1,75 por 3,50 metros. Elevado sobre un podio resulta más imponente y se encuentra situado de manera un tanto discreta pero a la vez significativa. Al principio de los Jardines de La Rubia, en pleno Paseo de Zorrilla, que otrora fueron más amplios pero que la exigencia del tráfico obligó a dividirlos, no sé si justamente, en sentido longitudinal, el toro mira hacia el antiguo Matadero, cuyas instalaciones fueron salvadas para usos modernos cuando se cerró y trasladó aquel matadero histórico. Por otra parte esta escultura también se halla junto a la denominada Glorieta de la Comunidad, donde una escultura de Primitivo González y un estanque evocan la unidad de las provincias que forman hoy Castilla y León. Una comunidad que sabe tanto en el pasado como en el presente de la importancia de las ganaderías, sobre todo la ovina, la vacuna y la porcina. 

No he podido resistirme a incluir imágenes desde distintos ángulos del noble y benefactor toro, que lo es no solo de nuestra cultura sino de muchas otras del planeta. Los olivos situados en su proximidad son también representativos de nuestro ámbito mediterráneo y bien merecían aparecer en esta entrada.










jueves, 19 de septiembre de 2024

Una puerta modernista en la calle María de Molina

 


De esta calle céntrica guarda uno la memoria de un cine, el Roxy, y un teatro, el Lope de Vega que, a su vez, igualmente hizo de cine cuando no había temporada teatral. También de hace décadas ronda el recuerdo en esa calle de los dos hoteles más chic de Valladolid en los años 50 y 60, el Conde Ansúrez y el Hostal Florido. Y en un extremo, junto a la Plaza de Santa Ana, el Hotel  Inglaterra.

Ninguno de los nombrados cines y hoteles permanecen en su uso, si bien como edificios casi todos han sobrevivido en parte, el cine convertido en casino, y el hotel Conde Ansúrez y el Inglaterra como viviendas y oficinas. El Florido fue derribado. Solo queda entre dos aguas -mudo testigo que hubiera dicho el poeta- el cerrado Teatro Lope de Vega, actualmente de propiedad municipal y a la espera de su rehabilitación. El día que esta llegue a buen fin supondrá un escalón recuperado de la actividad artística y cultural. Ah, se me olvidaba, también existió un café, el Molinero, muy concurrido en su tiempo probablemente por la proximidad de las dos salas de espectáculos.

Pues bien, de esta calle siempre me llamó la atención esta esbelta puerta modernista en un edificio que debió ser reconstruído prácticamente hace pocas décadas. Es una muestra más de las labores artesanas de la madera que se desarrollaron desde tiempos ancestrales en nuestra ciudad. Hay muchas más puertas en edificios construídos para la incipiente burguesía urbana del siglo XIX y parte del XX en calles del centro de la urbe. Puertas talladas, donde se recogen abundantes símbolos de animales fantásticos y florales, así como disposiciones geométricas, siguiendo criterios historicistas y modernistas. 

Lamentablemente no ha sido posible una toma fotográfica frontal y con perspectiva de toda la puerta, debido a la terraza de un bar vecino. Sirva pues este desglose por partes para hacernos idea.











sábado, 14 de septiembre de 2024

De mamíferas, de rostros, de universos solidarios, de recreaciones mágicas, de simbolismo abstracto. Pintura de Nela Prieto en la Sala del Palacio de Pimentel

 


"Pinto desde mis sueños, mis emociones, mis creencias, mis esperanzas". Leo esta cita de Nela Prieto (Valladolid, 1956-2022) en el catálogo de la exposición sobre su obra pictórica en el Palacio de Pimentel. Y al criterio sintetizado en esa cita parecen responder los distintos cuadros. 

Formas y color es lo que más he apreciado en este paseo por el mundo plástico de Nela. Muchas de estas obras se me antojan expresionistas, no solo en la desfiguración de los personajes sino en la intensidad de los colores utilizados. Otras tienen un toque surrealista apoyado en una exageración de gestos o de cuerpos. Las hay que rozan el ilusionismo mágico y las que viajan por lo simbólico de la abstracción. Pero en ese juego entre formas y colores se produce el desenlace de la particular obra de Prieto. Kandinsky escribió en su tratado Lo espiritual en el arte: "El número de colores y formas es infinito, y así son también infinitas las combinaciones y al mismo tiempo los efectos. El material es inagotable". ¿No es acaso esta la sensación que se tiene al contemplar esta muestra de Nela Prieto? 




¿Dónde traducía Nela Prieto sus emociones, esperanzas, reivindicaciones, sueños y fantasías? En las temáticas que se pueden ver en estos cuadros. En la reivindicación de la mujer, expuesta en su serie Mamíferas. En la presencia del mundo africano o asiático, siempre en tensión con el Occidente. En el universo de las ficciones que son exponente de las ilusiones más personales. En el complejo e inextricable mundo de los símbolos que tanto atrapa en conflicto tantas veces con la Razón, y que solo parece ser objeto de acceso a través de las geometrías abstractas. En el retrato representado por caras distorsionadas e irreconocibles, y entonces uno piensa: los rostros de quienes vemos todos los días ¿hasta qué punto los identificamos más allá de unas facciones que nuestro cerebro ya ha catalogado y que no deseamos explorar más?




Habrá quien diga al ver la abundancia y diferenciación de las obras de Nela Prieto: esta me suena a Chagall, aquellas a Saura, estas otras a los expresionistas centroeuropeos, lo de allá al fauvismo, esas otras figuras a las de los batik africanos...Y qué. ¿No son precisamente esas otras corrientes, estilos o maneras de concebir la vida a través del arte plástico en otros autores y culturas la que incentiva al artista que, como Nela Prieto, busca el mundo exterior y prospecta en el propio? Nela Prieto dijo: "Pintar es lanzar emociones al mundo, y eso es a lo que aspiro cada día de mi vida, con cada una de mis obras".