jueves, 29 de agosto de 2024
Los jardines colgantes de Santa María, que no babilónicos
lunes, 26 de agosto de 2024
El majestuoso cedro del Líbano de la Plaza de San Pablo y Felipe II
¿Luciría Felipe II con el mismo porte de no tener detrás el exuberante cedro del Líbano? Si el poder de aquel monarca de la dinastía de los Austrias fue extenso creo que la efigie que de él se eleva en la Plaza de San Pablo queda empeñecida. La verdadera majestad de la plaza -independientemente de los edificios nobles que se ubican en ella- es esta joya vegetal, alta y frondosa. Dicen los técnicos que su altura se aproxima a los 20 metros y que la anchura de la copa se halla entre los 19-20 metros.
Basta observarlo para comprobar la simetría proporcionada de su ramaje, con una característica añadida: una de sus largas ramas acaricia el suelo a espaldas de la estatua real, detalle que aún le concede un toque más selvático, si es que el término puede extenderse a un firme pavimentado y duro. ¿Edad del hermoso cedro? Calculan entre 70 y 90 años, pero habría que preguntar a los vallisoletanos de toda la vida que aún vivan si ellos ya lo conocieron de niños o si la plaza estaba entonces pelada. Y sin el podio filipino.
Una plaza de amplias dimensiones como San Pablo no transmite competencias. Solo coloca edificios puntuales y suntuosos de tiempos diversos de la historia. En ella conviven edificios históricos como la iglesia monumental o el Palacio Real del tiempo en que Valladolid fue Corte de España con Felipe IV, y hoy dependencias de la VII Región Militar, o el Palacio de Pimentel en otra esquina, que alberga la sede de la Diputación actual. Y algunos otros más modernos como el Instituto de Enseñanza José Zorrilla o el cerrado colegio de El Salvador, donde se supone que alguna vez se levantará lo nuevo de la llamada Ciudad de la Justicia.
viernes, 23 de agosto de 2024
Lo que quedó aquí en piedra de José I Bonaparte cuando fue rey de las Españas
Aunque se le nombre poco y guste o no hubo un rey de España llamado José I Bonaparte, que reinó, ignoro con qué efectividad y grado de aceptación entre los súbditos, entre 1808 y 1813. Ni las Cortes españolas ni las Juntas de Indias lo reconocieron nunca. Vino de la mano de su hermano el emperador Napoleón Bonaparte y se fue de Madrid con la derrota de las tropas francesas primero en los Arapiles, Salamanca, por una coalición de lusos, ingleses y españoles, y al año siguiente definitivamente a Francia tras la batalla de Vitoria a manos del duque de Wellington. Según cuentan las crónicas de la historia, que cualquiera puede encontrar por la red al menos de manera somera.
La sorpresa consiste que en nuestra ciudad permanece el escudo de aquel monarca efímero, labrado en lo alto del atrio de la iglesia de San Benito el Real. Dicen que es el único escudo que queda en todo el país, y se adorna con el Toisón de Oro, una insignia ancestral que proviene de la Casa de Borgoña en el siglo XV y permaneció históricamente vinculada a la dinastía imperial de los Habsburgo primero y actualmente a los Borbones.
Los símbolos que aparecen en el escudo, un tanto deteriorados, son los tradicionales del escudo de España -el castillo, el león, las cuatro barras y las cadenas, por decirlo más popularmente- a los que se añaden otros dos cuarteles con la granada y las columnas de Hércules, igualmente familiares. Una sola diferencia: en el óvalo central está el águila imperial napoleónico.
La excepcional égida bonapartista nos remite al establecimiento de los franceses en Valladolid durante la llamada Guerra de Independencia, que generó situaciones complicadas de convivencia en la ciudadanía. En nuestra ciudad se albergaron tropas napoleónicas y se dispusieron almacenamiento de armas y provisiones, pero eso lo dejo al interés de cada cual por el tema.
domingo, 18 de agosto de 2024
Las Norias de Santa Victoria. De floreciente azucarera a ruinas de arqueología industrial