domingo, 27 de julio de 2025

La cascada y gruta entrañables del Campo Grande (y su entorno)

 



El poeta chileno Vicente Huidobro poetizó aquello de:
 
"Soy el paseante
el paseante que se parece a las cuatro estaciones"

Y esa sensación tiene uno ante la visión a lo largo del año del Campo Grande de Valladolid, la gran joya de nuestra ciudad que en el  siglo XIX pretendía casi contrarreloj hacerse moderna. Cada estación del parque y pulmón tiene sus pecularidades y su encanto. En brisas, en colores, en fronda, en aromas, en comportamiento de los animales que la pueblan y, cómo no, en la actitud con que es tomado el espacio por quienes lo visitan. Sé de muchas vallisoletanos que en su recorrido diario hacia el trabajo lo atraviesan por el Paseo del Príncipe y de simples paseantes que recorren sin rumbo sus sendas. El Campo Grande, con sus zonas diferenciadas pero armonizadas unas y otras entre sí, se presta a ello. Hoy hago el recorrido del río artifical pero fantástico y elegante. Mañana el entorno del lago, que es un estanque pero que la fantasía ve en las rocas que lo delimitan, su surtidor y los peces un auténtico espacio acuático. Me paro en torno a la Fuente de la Fama o entro al recoleto rincón del monumento a Núñez de Arce. Etcétera. El Campo Grande no existe para un día sino para todos los días y todo el año.

Si de pronto me he ido a buscar y rebuscar por el entorno de la cascada y su gruta es porque a uno le vienen recuerdos de etapas tan diferentes como la de la niñez y la juventud, en que gastamos parque a mansalva. Incluso posteriormente, llevado por el afán paternal, uno ha iniciado a sus vástagos en el afecto por el parque. Esta cascada es de lo más espectacular, teniendo en cuenta que se creó una montaña para que simulara  lo que es, y da el pego realmente. Parece auténtica. Antiguamente se podía entrar a la gruta por sus laterales y recuerdo que incluso hubo una barra de bar. Si el vandalismo no fuera norma para ciertos humanos lo ideal sería que su entrada y recorrido estuviera permanentemente accesible. Uno se conforma con que no vuelvan a instalar allí dentro ningún chiringuito. Uno quiere lo más puro posible ese espacio.





María Antonia Fernández del Hoyo en su artículo El Campo de la verdad, recogido en el libro El Campo Grande, un espacio para todos:

"...La cascada del Campo Grande, ideada por Oliva, estaba carente de plano; su construcción sería larga y compleja. La estructura se hizo con piedras procedentes de derribos, entre ellos del Ayuntamiento herreriano, y revestida de otras ornamentales, lo que incrementó muchísimo el peso haciendo temer su ruina. Más polémica resultó la búsqueda de las estalactitas naturales que debía revestir el interior de la guta. La persona encargada de localizar una cueva natural de donde se pudiesen tomar eligió la hoy muy célebre de Atapuerca, en la vecina provincia de Burgos, para extraer las que consideró necesarias, pero un periódico burgalés puso el grito en el cielo acusando de vandalismo al Ayuntamiento de Valadolid. El enfrentamiento con Burgos implicó a varias instituciones y no se saldó hasta que la intervención del Ministerio de Fomento autorizó el traslado de las estalactitas a Valladolid, colocándoise en junio de 1880". 

























2 comentarios:

  1. Lugar encantador para ter menos calor e ficar ao fresco !
    Besitos
    Anna

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  2. Hace tiempo que no subo a la cima, aunque el encanto está más bien abajo.

    Desconocía lo de las estalactitas. En aquel tiempo no se andaban con contemplaciones y el vandalismo era institucional por lo que se ve.

    Carmelo

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