miércoles, 7 de mayo de 2025

La humildad de una pared por San Martín

 



No he podido resistir la tentación del ángulo. El ángulo que forma mi propia visión de una sencilla pared que otros no considerarán en absoluto espectacular, sino todo lo contrario, pero que a mí se me antoja que posee la característica digna de los muros de otro tiempo. Aunque probablemente en su totalidad no sea un muro antiguo, si bien conserva elementos tanto en su base como en su cornisa acordes con las viejas construcciones. El ángulo de la contemplación de lo elemental, pared degradada por el tiempo, calle de ciudad sufrida. Con el signo también de nuestros días: las pintadas, las desconchaduras, los remiendos desafortunados, los orines. Una pared que será negada a la contemplación, marginada por el visitante, pero a la cual la compañía de un suelo enlosado la aporta una pizca de nobleza. 

No es pared de edificio sino de un pequeño patio adjunto a una iglesia. Tanto esta rúa, Camarín de San Martín, que ya he sacado en otra entrada, como Santo Domingo, son de esas calles paradigmáticas de otros siglos de Valladolid. Calles cortas que se han salvado de la destrucción y el afán inmobiliario debido a que hay iglesias y conventos en ellas. Aunque tampoco esto ha sido garantía de nada, pues la desaparición de edificaciones antiguas han tenido lugar tanto sobre edificios civiles como religiosos. O gracias también a que un viejo caserío, venido a menos, pero habitado sin cesar a lo largo de los tiempos, las ha preservado. O simplemente el azar, si es que tal existe, que detuvo la piqueta.

Y es que, como dijo Juan José Martín González, aquel agudo catedrático de Historia del Arte de nuestros años de aprendizaje, refiriéndose a una década peligrosa para el urbanismo vallisoletano, la de 1939/1949: "El casco histórico era atacado con principios radicales, ignorando su pasado y el valor de una gran parte de sus calles y edificios. El objetivo era obtener una circulación cómoda, con vías de notable ancho, que atravesaban en varias direcciones la ciudad. No hay la menor intención de salvar el casco viejo como unidad. Quedan sentenciados edificios de todo tipo, palacios, iglesias, teatros, mercados. El Valladolid histórico no se consideraba un objetivo venerable, sino un estorbo para la vida presente". (J.J.Martín González y María Antonia Virgili Blanquet, Arquitectura y urbanismo de valladolid en el siglo XX)

El paseante disfruta tanto de la humildad de unas paredes o de unas calles recoletas como de la prestancia de una fachada que se cite en libros de historia.