lunes, 26 de mayo de 2025

Primavera en el pequeño atrio de la Fundación Segundo y Santiago Montes

 



No es la primera vez que entro en este pequeño atrio ajardinado de la Fundación Segundo y Santiago Montes. Ni será la última. Tanto este edificio como el adjunto donde nació el poeta Núñez de Arce, y ambos ubicados en la calle que lleva el nombre del vate vallisoletano, son huellas vivas de un Valladolid decimonónico que te trasladan a otra época y que deseas sean preservadas para la posteridad. En este sentido, ¿qué mejor manera de mantener un pequeño espacio recoleto, con ecos de un urbanismo casi desaparecido, que la actividad de un ente como la Fundación Montes? Los bajos del edificio, ocupados por la Fundación, sirven de marco a una labor cultural perseverante y abierta. En su local tienen lugar encuentros de presentación de libros y exposiciones de escultura o pintura a lo largo del curso. Estos días acoge una muestra de trabajos de grabado del Taller de José Rincón, de Madrid (Sobre ella se reseña más abajo, junto con algunas imágenes) 

La floresta con que te recibe el atrio produce de por sí una satisfacción visual y estética. Si se le suman las esculturas de Jorge Oteiza y de Miguel Isla el diálogo entre elementos se amplía. Piedra, metal, vegetación, madera, galerías corridas...¿No obra todo ello como un casamiento complaciente para los sentidos? ¿No es la esbeltez de los cipreses ocupando la medianería del otro edificio un componente natural que volvería insignificante cualquier clase de trampantojo? ¿No es el árbol frondoso de la entrada a pie de calle el más deleitoso introductor del visitante?

Este atrio de la calle Núñez de Arce, peatonalizada y a la vuelta de la catedral, siempre será una sorpresa para quien callejea. Pierre Sansot, uno de esos pensadores franceses que reflexionan sobre la vida cotidiana y valora las pequeñas cosas sencillas, dice en su obra Del buen uso de la lentitud que está a favor de un urbanismo moroso. "Es decir, de que, sin obstaculizar la libre circulación de las personas y de las mercancías, tomemos en cuenta la preocupación de vivir, por lo tanto de permanecer, en los lugares con los que nos sentimos de acuerdo". Quien dice de acuerdo, digo yo, dice a gusto, libre de ajetreo y de la obligación, aunque sea por un instante fugaz. No hay día que escoja esta calle -algo parecido me sucede con el Pasaje Gutiérrez- y aunque esté cerrada la Fundación rebaje el ritmo de mis pasos y me deje llevar por una especie de absentismo del tiempo presente. Manías o caprichos, como se quiera.

















Remitido por la Fundación:

Exposición de grabados del taller de José Rincón
en la Fundación Segundo y Santiago Montes.
Del 17 de mayo al 8 de Junio de 2025





GALERÍA-TALLER JOSÉ RINCÓN 


Situado en la calle Valverde 39 de Madrid, el taller abre sus puertas en noviembre del 2002, con el objetivo de impartir clases de grabado a alumnos no iniciados y ofrecer la posibilidad de utilizar sus instalaciones y ofrecer el soporte técnico a artistas conocedores del arte gráfico. 

El taller, con 200 m distribuídos en dos plantas, permiten separar la zona de grabado de la zona de estampación. La sala de estampación cuenta con 3 tórculos Martoc T-45, T-60 y T-80. La sala de grabar dispone de mesas y mostradores de trabajo para diferentes procesos. 

En el taller se imparten cursos de calcografía tradicional, fotopolímero, técnicas aditivas y xilografía, adaptando el lenguaje plástico del alumno a cada técnica. 

El taller cuenta con numerosos alumnos premiados en diferentes certámenes de obra gráfica, como el Certamen de Jóvenes Creadores de la Calcografía Nacional, el Premio Nacional de Grabado de Marbella, Premio de Grabado Dinastía Vivanco, etc. 

El taller también realiza exposiciones de sus alumnos en diversas instituciones públicas y privadas: Fundación Pons (Madrid), Palacio de Isla (Cáceres), Ayuntamiento de Carmona (Sevilla), Centro Cultural San Chinarro (MAdrid), Centro Cultural Margarita Nelken (Coslada, Madrid), Arco de Santa María (Burgos). 

El taller ha impartido también cursos en: Estampería Quiteña (Ecuador), Casa de la Cultura de Sobral (Brasil), Agua-Forte (Lisboa, Portugal), Instituto Cervantes (Tánger, Marruecos), y el Pez Soluble (Tequisquiapan, México). Como galería, participamos en ferias internacionales de arte como Estampa, Art Madrid, Masquelibros y Casa Arte, en Madrid, y en FIG Bilbao, habiendo realizado mas de 200 exposiciones en la galería a lo largo de su singladura


















lunes, 19 de mayo de 2025

La Resurrección resucitada del antiguo Hospital que ya citase Cervantes en sus novelas

 



Vas, o vuelves, paseante, más allá del paseo y ya relajado tomas en tus manos El casamiento engañoso, una de esas novelas llamadas ejemplares que escribiera un vecino de hace siglos llamado Miguel de Cervantes. Empiezas a leer:

"Salía del Hospital de la Resurrección, que está en Valladolid, fuera de la Puerta del Campo, un soldado que, por servirle su espada de báculo y por la flaqueza de sus piernas y amarillez de su rostro, mostraba bien claro que, aunque no era el tiempo muy caluroso, debía de haber sudado en veinte días todo el humor que quizá granjeó en una hora. Iba haciendo pinitos y dando traspiés, como convaleciente; y, al entrar por la puerta de la ciudad, vio que hacia él venía un su amigo, a quien no había visto en más de seis meses; el cual, santiguándose como si viera alguna mala visión, llegándose a él, le dijo: 

-¿Qué es esto, señor alférez Campuzano? ¿Es posible que está vuesa merced en esta tierra? ¡Como quien soy que le hacía en Flandes, antes terciando allá la pica que arrastrando aquí la espada! ¿Qué color, qué flaqueza es ésa? 

A lo cual respondió Campuzano: 

-A lo si estoy en esta tierra o no, señor licenciado Peralta, el verme en ella le responde; a las demás preguntas no tengo qué decir, sino que salgo de aquel hospital de sudar catorce cargas de bubas que me echó a cuestas una mujer que escogí por mía, que non debiera".




Pero no copio y pego aquí este comienzo jugoso de la novela de Cervantes para hablar de ella sino para mencionar la existencia de un Hospital en Valladolid -aunque hubo varios- que persistió durante tres siglos. El Hospital de la Resurrección estaba situado donde se ubica ahora la manzana ocupada por la Casa Mantilla en la Acera Recoletos con Miguel Íscar. Aunque la superficie se extendería por calles que llegaron después como Marina Escobar, Rastro y Perú. Tanto en la novela citada como en El coloquio de los perros, otra ingeniosa novela en que dos canes, Cipión y Berganza, se traen unas sabrosas conversaciones sobre sus amos y otras circunstancias de su tiempo, es nombrado ese hospital, derribado en 1890, y del que permanece como reliquia la parte superior de la portada. Se trata del lienzo adherido a una medianera en el jardín entrañable de la Casa Museo de Cervantes. En el Plano de Ventura Seco de 1738 se puede observar la ubicación, muy próxima al ramal sur de la Esgueva. 
 
 



Este trozo de fachada del hospital desaparecido ha sido objeto de una amplia y exhaustiva limpieza y aseguramiento en meses pasados, de ahí que uno hable de resurrección. También la fuente que centra el jardín. Este espacio que bien se merece el calificativo de con encanto está abierto a cualquier transeúnte. No hay que venir con intención de entrar en la Casa Museo ni estar reservado al visitante foráneo. De hecho cualquier viandante que desee hacer un alto en el camino sin necesidad de tener que entrar en un bar, por ejemplo, puede acceder y sentarse un rato en un banco. Le basta bajar unos pocos escalones desde la calle Miguel Íscar o subirlos desde Rastro para relajarse. El tiempo al que vamos suele pedir un parque o un espacio amable como este.












Fotografía de la fachada del Hospital de la Resurrección. Adolfo Eguren la hizo en 1890. Gracias a ella se entiende la ubicación del cuerpo que se conserva hoy en el jardín de la Casa de Cervantes.




El busto del vallisoletano Benigno Vega-Inclán, también conocido como Marqués de la Vega-Inclán, obra de Mariano Benlliure, nos contempla tras el arbusto. Benigno Vega-Inclán fue quien recuperó para el Estado esta Casa de Cervantes, así como la Casa del Greco, en Toledo, y el Museo Romántico, en Madrid. Se le considera promotor del turismo en España en los primeros años del siglo XX.



viernes, 16 de mayo de 2025

La jauría en su marcha ciega, mural en la Plaza Zorrilla

 



Justo enfrente de la escultura de Delibes, en la Plaza de Zorrilla, se encuentra un mural muy bien adaptado a la entrada de un aparcamiento subterráneo. En el lateral de una marquesina de cristal luce una estampa creativa. Tras la representación de una arcada se muestra un paisaje que juega acertadamente con la perspectiva. 

Unos perros asilvestrados corren desaforados y a ladrido limpio hacia un abismo, al otro lado del cual un primate parece avisar a la arriesgada carrera. Titulada The blind march of progress (La ciega marcha del progreso) resulta una metáfora de la carrera no tanto de animales como de humanos empeñados en lanzarse a diestro y siniestro hacia horizontes inciertos. El mural que puede parecer pesimista si se toman como referencia estos tiempos actuales de productivismo y consumo tan extremos como depredadores, también invita a otra reflexión sobre la larga marcha de la humanidad. Tal vez la mujer que nos da la espalda con su desnudez no sea sino evocación de la propia humanidad que se contempla a sí misma como completa, que ha alcanzado altas cotas de desarrollo y plenitud, cuando resulta que aún permanece en muchos aspectos desnuda. 

El autor de la obra es el brasileño Eduardo Recife, realizada para el Ephemera Phestival 2023 en Valladolid. Más información:
















martes, 13 de mayo de 2025

Delibes, el hombre que pasea y medita

 



Si algo característico tienen las esculturas peatonales es la cálida proximidad que transmiten al ciudadano. Hay varias en la ciudad. No subliman a los personajes del pasado o de los mitos como hacía la estatuaria historicista más antigua, colocándolos prepotentes y distantes sobre sus pedestales u hornacinas. La estatuaria a nivel peatonal se acerca y se mezcla con el deambular cotidiano. En algunos casos representando un oficio genérico. En este otro, sin dejar de manifestar una dedicación, deja constancia de un personaje vallisoletano del siglo XX, Miguel Delibes, reconocido tanto por su quehacer periodístico como por la creación literaria. Del oficio periodístico es algo que ya ha quedado sobre todo como recuerdo para los vallisoletanos de décadas pasadas, bastante más difíciles que las presentes. De su entrega a la escritura de novelas Delibes sentó sus reales hace tiempo para lectores de todas las generaciones y a estas alturas poco hay que decir que no se haya vertido sobre su obra, que aún cuenta con devotos y leales lectores.

La escultura pretende trasladar al paseante las características bastante fieles de un personaje en su desplazamiento callejero. No es baladí la ubicación, pues está colocada en uno de los tramos que el escritor realizaría diariamente desde su domicilio al periódico que dirigió en una época (El Norte de Castilla) y con el que siempre mantuvo vinculación. No es tampoco capricho del escultor envolver al personaje en una indumentaria de invierno que puede parecer exagerada para el foráneo pero en absoluto para el natural de esta tierra. El paraguas del hombre previsor y la carpeta bajo el brazo del hombre presto al apunte improvisado definen un afán de hombre que camina y va inmerso en sus pensamientos. Porque Delibes era también un paseante, amante del Campo Grande de toda la vida, aunque creo que esta característica la hemos mantenido, y aún lo hacemos, los que crecimos yendo a pasar los ratos al parque, disfrutando de las cuatro estaciones, unas más recorridas con presura a causa de la crudeza invernal y otras solazándonos y refugiándonos en él de los calores del estío. 

La obra fue realizada por Eduardo Cuadrado García (Valladolid, 1947 - Valladolid, 2021), inaugurada en 2020 y se compuso en fibra de vidrio y poliéster con vaciado en bronce. Erigida para conmemorar los cien años del nacimiento del novelista, se sitúa ante la entrada del Paseo del Príncipe del Campo Grande que, como muchos no sabrán, quedaba a las afueras de la ciudad en siglos pasados y fue denominado o bien Campo de la Verdad o bien Campo de Marte. Pero estas denominaciones nos llevarían a otro tema.